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Álvaro Morata se va adaptando a la filosofía del Atlético y ya marca goles (legales)
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otra vuelta de tuerca al uso del var

Álvaro Morata se va adaptando a la filosofía del Atlético y ya marca goles (legales)

Álvaro Morata marcó gol contra el Villarreal y, esta vez, subió al marcado. El Atlético supo mantener la tensión tras el partido contra la Juventus y ganó sin brillo pero con bastante solvencia

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El fútbol fue una vez más, aburrido. Es difícil encontrar en esta liga partidos que se salgan de ese parámetro, ha habido muchos más minutos de hastío que de divertimento. Y esto no es solo una cuestión del Atlético, que casi por devoción dedica buena parte de sus partidos a que ocurra lo menos posible. Es su manera de relacionarse con el juego, lento como una película iraní, que no pasen muchas cosas, jugarse la vida en tres o cuatro acciones. Parte de la base que defenden mejor de la media y tienen en la delantera talento suficiente para convertir su ataque en puntos. Y con eso, mal que bien, van tirando.

Mérito mayor en este caso, porque la concentración estuvo a la altura cuando no era fácil sostenerla. Ha sido una semana intensa en el Atlético, con una victoria brillante ante la Juventus en una tarde en la que mostraron todas sus virtudes como equipo, que son bastantes, empezando precisamente por ser un equipo. No es sencillo unos días después, en un partido cuyo signifcado es, objetivamente, mucho menor. No necesitaban tanto vigor ni tanta presión, porque tampoco el Villarreal es la Juve, pero pusieron lo suficiente para distanciarse del rival.

Foto: Morata marcó de cabeza, pero su gol fue anulado por un empujón previo a Chiellini. (Reuters)

El partido le sirvió también al equipo para que Morata abriese su marcador personal de rojiblanco. Era el tercer gol que celebraba con esa camiseta, pero el primero de todos ellos que subía al marcador. Contra el Madrid y la Juventus se lo rectificó el VAR, y quizá por eso esta vez, cuando marcó su gol -bueno, con la izquierda, de rematador de área- esperó a ver si este era real o solo simulado. Pues sí, lo era, el primero del partido y el que estuvo mandando en el marcador durante todo el encuentro. Solo al final, cuando estaba ya todo el pescado vendido. Saúl se sumó con otro tanto para el equipo.

"Estaba bromeando con los compañeros, hasta que no he visto a todos dar gol no lo he celebrado tanto, lo importante son los tres puntos", contaba al final del partido Morata. La espera le señala como alguien que ya sabe cómo funciona el nuevo fútbol y sabe que ya no vale con el pitido del árbitro, que todo gol requiere de un escrutinio posterior. Esa espera, a la que Morata ya empieza a hacer caso, quizá cambiará el modo de celebrar los goles en el fútbol en un futuro no muy lejano. Ha muerto lo instantáneo, ese golpe que rebosa el ánimo. Quizá ese sea otro de los daños colaterales del VAR.

placeholder GRAF3168. MADRID, 24 02 2019.- El centrocampista del Atlético de Madrid Saúl Ñíguez (i) celebra con su compañero Koke Resurrección (c) el segundo gol de su equipo ante el Villarreal durante el partido de la vigésimo quinta jornada de Liga que
GRAF3168. MADRID, 24 02 2019.- El centrocampista del Atlético de Madrid Saúl Ñíguez (i) celebra con su compañero Koke Resurrección (c) el segundo gol de su equipo ante el Villarreal durante el partido de la vigésimo quinta jornada de Liga que

Las cosas del VAR

El VAR que, en España, sigue teniendo sus cosas. El Atlético pidió un penalti sobre Morata que estuvieron comprobando en Las Rozas para, finalmente, no concederlo. Ojalá pasase como en el fútbol americano y los árbitros explicasen qué han pitado y que no. Porque aquí el manotazo parece claro y la duda real -y difícil- es que sea o no dentro del área. Esta vez, pensaron que no, justamente lo mismo que había señalado el árbitro. Vamos, como casi siempre en España, que da la sensación de que el colectivo del VAR está más para reafirmar al de abajo que para tratar de mejorarle. Lo cual, por más que repitan que es cosa del protocolo, es absurdo, mejor verán las cosas los que ven repeticiones en cinco cámaras diferentes que el que lo ha visto de lado en el campo en un par de segundos sin posibilidad de repetición alguna.

En fin, el marcador no hubiese cambiado demasiado con todo esto, porque la victoria del Atlético hubiese sido la misma. Y, fuera de estas pequeñas cosas, de fútbol no andamos sobrados. Ni en este campo ni en la mayoría. Ayer en Sevilla ganó casi solo Messi, pero todo lo de alrededor fue un páramo, y tampoco el Madrid es de lo más brillante. Tras muchos años de peleas épicas, esta es una lucha de supervivencia, en el que los méritos por ganar no están tan presentes como la reducción de deméritos para ir tirando.

Cuando termine todo esto el campeón será feliz y el resto, mucho más que otros años, tendrán que plantearse dónde no hicieron lo suficiente. Porque esta liga, de fútbol escaso y más bien aburrida, ha dado opciones a todo aquel que se lo haya creído. El problema es que solo Messi parece tomárselo en serio. Y claro, se hace el cálculo y eso no deja de ser muy poquito.

El fútbol fue una vez más, aburrido. Es difícil encontrar en esta liga partidos que se salgan de ese parámetro, ha habido muchos más minutos de hastío que de divertimento. Y esto no es solo una cuestión del Atlético, que casi por devoción dedica buena parte de sus partidos a que ocurra lo menos posible. Es su manera de relacionarse con el juego, lento como una película iraní, que no pasen muchas cosas, jugarse la vida en tres o cuatro acciones. Parte de la base que defenden mejor de la media y tienen en la delantera talento suficiente para convertir su ataque en puntos. Y con eso, mal que bien, van tirando.

Álvaro Morata