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Mariano, un delantero de campo de tierra en la constelación de Zinedine Zidane
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conecta con la grada del bernabéu

Mariano, un delantero de campo de tierra en la constelación de Zinedine Zidane

Su gol contra el Deportivo ratificó la idea de que puede ser un componente útil cuando los partidos se complican. Su perfil, sobre todo en lo que respecta a su carrera, es muy diferente a Morata y Benzema

Foto: Mariano celebra uno de sus goles con el Madrid (EFE)
Mariano celebra uno de sus goles con el Madrid (EFE)

Cuando tenía 23 años, Benzema ya había firmado un contrato multimillonario con el Real Madrid y era habitual en la selección francesa. A esa misma edad, Morata tenía en su haber dos finales de Copa de Europa y un papel importante en la Juventus, uno de los grandes de Europa, además de una presencia en la selección española. Los dos eran algo más que jóvenes promesas, copaban titulares y se esperaba de ellos, aún se espera, poco menos que el cielo.

Foto: Leo Beenhakker en su etapa de entrenador del Real Madrid.

Ambos crecieron en un ambiente futbolístico de comodidad. Desde niños fueron señalados como el futuro de sus selecciones y cuidados con mimo en dos canteras de primer nivel como son la del Madrid y la del Olympique de Lyon. El tercer ariete del Madrid, sin embargo, se ha hinchado a ver campos de tierra y duchas frías en los vestuarios. Mientras ellos acumulaban informes técnicos de los mejores clubes del mundo, Mariano se fajaba en las categorías inferiores futbolísticas de Cataluña. En el Premiá de Mar, en el Badalona, algún paso por el Espanyol sin suerte... otra historia. Él no era, o no fue hasta muy tarde, uno de los elegidos.

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GRA260. MADRID. 10 12 2016.- El delantero dominicano del Real Madrid Mariano Díaz celebra su gol, segundo del equipo frente al Deportivo de La Coruña, durante el partido de la decimoquinta jornada de Liga en Primera División que se juega esta noche en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. EFE JJ Guillén

Un partido de la Copa del Rey con el Badalona, cuando aún tenía 19 años, le hizo entrar en el radar del Real Madrid. Más, se pensaba, para compensar equipos inferiores que como una perla que fuese a estallar en el futuro. La cantera también necesita de estos perfiles para proteger y estimular a los niños que se ven como opciones claras de futuro. A Mariano, sin embargo, nunca le valió un papel de rol, ya que estaba en el Madrid su objetivo iba ser el cielo, aunque no todos lo viesen igual.

El pasado año encontró su sitio en el Castilla. Su puesto, en principio, era darle relevos a Borja Mayoral, otro de esos niños ungidos que pueblan las categorías inferiores de los equipos colosales. Se destapó como el gran goleador del equipo, bien es cierto que siendo bastante mayor que su compañero. En los campos de Segunda B vieron un producto pulido del todo, un jugador que se corresponde a lo mismo que se ha visto en sus minutos con el primer equipo: fuerza, coraje, valentía y un derroche constante de energía por el que siempre parece entrar más fuerte, con más fe.

Sus goles sirvieron para meter al equipo en el play-off, pero no fueron suficientes para el ascenso, y eso es un grave problema logístico para el Real Madrid. Porque el club blanco perdió con eso la posibilidad de darle a muchos de sus jugadores una evolución natural, esa que pasa por la segunda categoría. Eso supuso un quebradero de cabeza en las oficinas, que empezaron a buscar destino para los jóvenes que aún llaman la atención pero no tienen la preparación suficiente para formar parte de un equipo que pertenece a la élite mundial. Mayoral se fue a Alemania, destino frecuente de los jóvenes como él en tiempos recientes. Con Mariano, por sus 23 años, la decisión era peliaguda.

Foto: Chendo, Buyo, Míchel, Tendillo, Gordillo, Camacho, (agachados) Butragueño, Hugo Sánchez, Sanchís, Martín Vázquez y Gallego (Imago).

Pasaron los días de verano y hubo que tomar una decisión. El Castilla ya no era suficiente y, finalmente, se pensó en él como último recurso para el primer equipo. El verano fue extrañamente tranquilo en el Madrid, y con la sanción de la FIFA de fondo no estaba el club para perder efectivos. Había llegado al primer equipo, aunque todos le daban como el último de la plantilla, el relleno entre tanta estrella. Era, a pesar de todo, una opción, porque las temporadas son largas y pueden pasar mil cosas. Él sabía que tendría algunos minutos en Copa, todos los tienen, y que tendría que estar atento por si las circunstancias obligaban a su concurso.

La Cultural, el Barça y el Depor

Llegó el otoño y con él la Copa. En la ida contra la Cultural Leonesa jugó 23 minutos, suficientes para marcar un gol. En la vuelta le dieron el partido entero, y correspondió con otros tres tantos. El mismo jugador del Castilla: peleón, valiente, con una fe ciega. Y con gol, que eso lo tiene. Mariano, además, cuenta con las condiciones que conectan directamente con la grada del Bernabéu, que siempre agradece una carrera de más y cualquier muestra de garra.

Los partidos de la Cultural, en todo caso, no dejaban de ser contra un equipo de Segunda B, y en ese nivel él ya había demostrado sobradamente que podía sobresalir. El Madrid exige más, y la lesión de Morata le dejó como el único ariete puro junto con Benzema. Llegaba el Camp Nou, el gran partido, y el francés no estaba muy afinado tampoco. El Madrid perdía en los minutos finales cuando Zidane, un poco a la desesperada, decidió meter en el campo al joven dominicano. Algunos ven en su entrada un punto de inflexión, y eso que fue solo cosa de cinco minutos. Energía a raudales, presión a la salida del balón y una jugada en la que demostró que le sobra potencia pero no siempre sabe controlarla. El gol de Ramos, el enésimo en los minutos finales, hizo de todas esas circunstancias una tarde feliz para él. En la foto de familia se puso delante, el primero en el vestuario, marcando abdominales.

Cinco minutos, suficientes para que se volviese a hablar de él. Contra el Borussia no tocaba, pero la noche del Deportivo Zidane la concibió como un concurso para meritorios. No iba a ser titular, pero si la cosa iba bien (o muy mal) iba a tener minutos. Así fue, Mariano entró en el campo con 1-2 en el marcador y sus ganas de comerse el mundo intactas. El Madrid sufría e iba camino de perder la racha de imbatibilidad cuando apareció el dominicano y puso las tablas en el marcador. No es el gol más estético, él no es un jugador de ballet, sino un guerrillero. Con el hombro, con el alma, con lo que sea menester. Así es él.

Unos minutos después Sergio Ramos hizo su milagro rutinario y la alegría fue completa. Se batía el récord, se mantenía la distancia de seis con el Barcelona y la victoria hacía más placentero el viaje hasta Japón para jugar el Mundialito. Los errores que pudieron cometerse en el partido quedaron disimulados por el central, sí, pero también por ese delantero que en verano buscaba vuelos para saber dónde se iba. En el vestuario el dominicano puso su mejor sonrisa. Quería una foto con Ramos para subirla en instagram y llamarle héroe. En el fondo, él también lo fue. Es difícil prever una carrera, Mariano tiene 23 años y es joven, pero no ya un niño. El gol contra el Dépor no cambiará mucho la jerarquía en el club pero, cuando menos, Zidane ya sabe que si falta energía tiene una batería extra esperando en el banquillo.

Cuando tenía 23 años, Benzema ya había firmado un contrato multimillonario con el Real Madrid y era habitual en la selección francesa. A esa misma edad, Morata tenía en su haber dos finales de Copa de Europa y un papel importante en la Juventus, uno de los grandes de Europa, además de una presencia en la selección española. Los dos eran algo más que jóvenes promesas, copaban titulares y se esperaba de ellos, aún se espera, poco menos que el cielo.

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