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Ramos añade al Barça a su lista del minuto 90
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otro gol salvador que iguala el de suárez

Ramos añade al Barça a su lista del minuto 90

El Madrid sigue siendo líder con seis puntos de ventaja sobre el Barcelona gracias, una vez más, a la cabeza de Ramos, que igualó un partido que se rompió con el tanto de Luis Suárez

Foto: Otra vez Ramos, otra vez el minuto 90 (Alberto Estévez/EFE).
Otra vez Ramos, otra vez el minuto 90 (Alberto Estévez/EFE).

La cabeza de Sergio Ramos esconde muchos matices. A veces tan ligera, tan llena de aire; otras veces un martillo de Thor, un rayo de Zeus, un pánzer alemán. Las dos versiones de una misma cabeza conforman un jugador soberbio, discordante con el mundo existente, que puede hacer un penalti que no haría un infantil, un central que es el mejor delantero centro del mundo cuando su equipo lo necesita. No lo había sido nunca hasta ahora en el Clásico. Había marcado goles al Barça, pero nunca aquellos que le han creado un personaje histórico en la leyenda del madridismo. Marcó un gol cuando agonizaba la vida blanca y la racha se difuminaba como un bonito recuerdo. Esa racha se mantiene viva gracias a esa cabeza, a esa rosca de Modric. Una copia de Lisboa pero en el perfil contrario que no supone un título, pero lo acerca.

Algunos dirán que es circunstancial, pero este partido lo cambiaron (o lo mantuvieron igual, lo comprenderán enseguida) dos detalles de jugadores que o bien son muy torpes o bien son inexpertos y aún necesitan curtirse en la élite. El gol de Sergio Ramos nunca se habría producido, al menos no de la manera en la que finalmente ocurrió, si Arda Turan hubiera actuado con frialdad, una cualidad que solo expresa cuando tiene el balón entre los pies. No iba Marcelo a ningún lado, presionado por dos jugadores, pero el turco le empujó y ayudó al Madrid. El caso que no varió el encuentro fue en el bando contrario. Marco Asensio también derribó a un rival innecesariamente, con el marcador empatado y acabándose el tiempo. No alteró el resultado porque apareció otra cabeza, la de Casemiro, para evitar el gol tonto de la jornada en el minuto 93.

Casemiro jugó un rato. Y qué mal rato. A Zidane le preguntarán indudablemente por sus decisiones durante el encuentro. ¿Por qué decidió que con Casemiro en el campo, ya perdiendo, iba a tener mayores opciones de hacer daño al Barça? Curiosa elección la suya. El Madrid no jugó bien en todo el partido, entendiendo bien el juego atractivo, pero entre el atasco generado por la presión alta del Barça, Isco fue el segundo creador más efectivo blanco. Desapareció del campo para que ocupara su lugar un pivote posicional cuya aportación ofensiva siempre es reducida y que, en esta ocasión en particular, se mostró especialmente torpe en lo que a la elaboración se refiere.

La medular del Barça no funciona

Le salió bien a Zidane de casualidad, por supuesto. Había funcionado lo que había planteado al Barça, al menos hasta cierto punto (ese punto es el gol de Suárez). Decidió ejercer de equipo pequeño para crear una base sólida con la que no dejar trabajar a un contrario que no es capaz de gestionar la posesión del balón con una claridad al menos similar a la de hace apenas un año y pico. Sí, faltaba Iniesta, que esperaba en el banquillo a jugar en la situación en la que lo hizo y con las necesidades que había, pero ¿es su ausencia excusa suficiente para que el Barça no crease juego en 53 minutos de partido? ¿Acaso Busquets, Rakitic y Gomes no debían suponer un caudal de pases filtrados y posicionamiento inteligente? En ningún caso se produjo con ellos en el campo, sí con Iniesta. Con Iniesta el Barça pudo ganar sobradamente.

Foto: Vista aérea del municipio de Tábara, provincia de Zamora

El Madrid, ordenado pero sin mordiente

A través de esa base sólida, el Madrid tenía maniatado al Barça, pero como suele suceder a veces en estos partidos, sintió pánico a fallar. El miedo al fracaso se veía en la cara de todo madridista cuando debía trenzar una jugada elaborada para superar a un mediocampo azulgrana generalmente mal colocado y que abría pasillos interiores como norma. El juego fluía entre los tres de la medular blanca, Kovacic, Isco y Modric, pero ahí se detenía, cortada por la falta de progresión que encontraban cuando había que dar un pase a Benzema o Cristiano. Lucas intentaba encontrar esos huecos por dentro, pero ahí se pierde como un hobbit fuera de la Comarca.

Es desolador ver a Benzema y compararlo con él mismo la temporada pasada a estas alturas. Aún no hay una explicación sobre qué le pasa al francés. Motivos sobran: el juicio de Valbuena, su ausencia con Francia, los problemas en la cadera, la presión de los jugadores de segunda fila que se pelean por su puesto... ¿Cuál de estas es? ¿O son una mezcla de todas? Cualquiera sabe, pero lo evidente es que ahora mismo, Benzema no es el jugador que necesita el Madrid para jugar en el Camp Nou. Sin duda, habría jugado Bale si hubiera estado sano y habría hecho a Sergi Roberto querer volver a ser mediocentro. Karim no supuso una amenaza para la defensa barcelonista, que se preocupó más de Cristiano, infinitamente más activo que otros días recientes, pese a que esta vez se marchó del Camp Nou sin marcar.

El Barça volvió a dar esa sensación (y ya es la enésima vez esta temporada) de que solo sabe lo que hace cuando Messi tiene la pelota. Desde atrás hasta Messi solo funciona como un reloj suizo Gerard Piqué; a partir de Messi, las cosas se comportan también a un ritmo constante. Entre medias hay un vacío de poder que no llena ni Busquets, bueno sí, Iniesta sí. Messi se incrusta entre los interiores para mover el balón con inteligencia hacia las partes superiores del campo, generalmente hacia Neymar, que tomó esta vez mejores decisiones que últimamente.

Las ocasiones, eso sí, ocurrieron con 1-0. Antes, todas fueron del Real Madrid, más o menos claras. Las más claras no se pudieron producir, porque se dejaron sin señalar tres penaltis, dos en el área del Barça y uno en la merengue. Clos Gómez no quiso meterse en un marrón nada más empezar, pese a que Mascherano derribase claramente a Lucas. Y en las manos de Rakitic y Carvajal era difícil acertar, muy difícil. La tecnología de los 360º famosa habría venido especialmente bien al colegiado.

Foto: Iniesta no juega con el Barça desde el 22 de octubre, cuando se lesionó en Mestalla (Alberto Estévez/EFE) Opinión
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Luis Enrique deseaba que marcase su equipo (un gol en un gravísimo fallo de marcaje sobre Suárez) para meter a Iniesta y hacer jugar. Iniesta es otra cosa muy diferente a lo que tiene el Barça. Es el vestigio de una era gloriosa que aún se resiste a acabar, agarrándose al último resquicio de esperanza para que el vértigo no posea definitivamente el manual de juego azulgrana. De repente, Neymar, Messi, Suárez, hasta André Gomes, todos parecían mejores porque el '8' jugaba andando y decidiendo cada vez que recibía la pelota qué correspondía hacer. Iniesta ve el futuro y por eso es mejor que los demás. Neymar y Messi, sin embargo, ni hicieron buena la generosidad del manchego, eso Sergio Ramos no lo perdona.

Ficha técnica

1 - Barcelona: Ter Stegen; Sergi Roberto, Piqué, Mascherano, Jordi Alba; Sergio Busquets, Rakitic (Iniesta, min.59), André Gomes (Arda, min.78); Messi, Luis Suárez y Neymar (Denis Suárez, min.87).

1 - Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Kovacic (Mariano, min.86), Modric; Lucas Vázquez, Isco (Casemiro, min.66), Cristiano Ronaldo; y Benzema (Asensio, min.77).

Goles: 1-0: Luis Suárez (min.53). 1-1: Sergio Ramos (min.90).

Árbitro: Clos Gómez (Comité aragonés). Mostró tarjeta amarilla a Isco (min.13), Neymar (min.28), Luis Suárez (min.75), Carvajal (min.80), Sergio Busquets (min.83) y Mascherano (min.89).

Incidencias: Partido de la decimocuarta jornada de la Liga Santander disputado en el Camp Nou ante 98.485 espectadores. Antes del encuentro, se guardó un minuto de silencio por las víctimas del accidente aéreo que sufrió el equipo brasileño del Chapecoense.

La cabeza de Sergio Ramos esconde muchos matices. A veces tan ligera, tan llena de aire; otras veces un martillo de Thor, un rayo de Zeus, un pánzer alemán. Las dos versiones de una misma cabeza conforman un jugador soberbio, discordante con el mundo existente, que puede hacer un penalti que no haría un infantil, un central que es el mejor delantero centro del mundo cuando su equipo lo necesita. No lo había sido nunca hasta ahora en el Clásico. Había marcado goles al Barça, pero nunca aquellos que le han creado un personaje histórico en la leyenda del madridismo. Marcó un gol cuando agonizaba la vida blanca y la racha se difuminaba como un bonito recuerdo. Esa racha se mantiene viva gracias a esa cabeza, a esa rosca de Modric. Una copia de Lisboa pero en el perfil contrario que no supone un título, pero lo acerca.

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