La lucha por la Bota de Oro de Cristiano cierra la Liga de un Madrid sin opciones

El Real Madrid termina la temporada. La primera experiencia con Carlo Ancelotti al timón del conjunto blanco ha sido extraña, cuanto menos. Cuando se fichó al anterior técnico del Paris Saint-Germain, la ilusión madridista se centraba de forma prioritaria en la Liga, considerando que quizás el equipo necesitaría un periodo de adaptación a las ideas del italiano antes de lanzarse a por la definitiva conquista de la Décima. Casi un año después de su contratación, la historia se ha resuelto más bien al contrario. En vez de pelear por el título liguero, el Madrid se encuentra más cerca que nunca de ganar la Champions League.

Como dijo el propio Ancelotti, la evaluación al curso es mejor establecerla “después de Lisboa”. Es curioso como después de jugar todos los partidos posibles en una temporada, sólo uno de ellos puede definir dos extremos tan opuestos como el éxito histórico o el fracaso rotundo. Ese partido del 24 de mayo contra el Atlético resulta vital tanto para el club como para el propio Ancelotti, que sabe perfectamente su situación. El Real Madrid no es un equipo que se caracterice por su paciencia, por lo que el italiano no puede conformarse tan sólo con la Copa del Rey.

Con la atención únicamente en la Champions League desde hace demasiado tiempo, el Madrid cierra la Liga con un partido casi amistoso ante el Espanyol. Un clásico del fútbol español que habría tenido todos los focos del país si los merengues hubiesen sumado un simple triunfo más y todavía optasen al alirón. Esta última jornada en el Bernabéu pasó tras la debacle de Vigo de ser el partido de la temporada a una pachanga sin mayor fin que completar todos los efectos clasificatorios y alcanzar la cifra común de 38 partidos disputados.

A nivel individual, supondrá tres cosas bien distintas entre ellas. Iker Casillas hará su debut liguero en el Bernabéu, competición que no disputa en casa desde que tuvo que entrar para ocupar el puesto que había dejado Antonio Adán tras ser expulsado contra la Real Sociedad. De eso hace ya un año y cuatro meses. Casi nada. Algo más de tiempo ha estado Javier Aguirre en el banquillo del Espanyol. Dos temporadas irregulares, con finales más tensos de lo esperado en un principio pero con el objetivo de la permanencia cumplido, lo cual es al final lo más importante. Aguirre dirá adiós a los pericos en Madrid. Veremos cuál será el futuro del buen entrenador mexicano.

Pero lo que quizás llame más la atención es la lucha de Cristiano Ronaldo por poder obtener en solitario la Bota de Oro. Cristiano no está al cien por cien. Lo sabe él, los médicos y Ancelotti, pero su tremenda competitividad y superación personal le ‘obligan’ a estar contra el Espanyol. No quiere compartir el trofeo de máximo goleador europeo con Luis Suárez, con el que está empatado a 31 dianas. Jugará, será titular y estará en el campo hasta que marque al menos un gol. A partir de entonces, probablemente sea sustituido para que descanse hasta Lisboa.

De conseguir el reto de superar al jugador del Liverpool, Cristiano lograría su tercera Bota de Oro, segunda desde que está en el Real Madrid. La anterior se la llevó en la temporada 2010-11, cuando fue el primer futbolista que superaba el récord goleador de Hugo Sánchez, al anotar 40 goles en Liga. De hecho, este curso, Ronaldo tiene el ‘peor’ registro en Liga desde su primer año de blanco. Bajo las órdenes de Manuel Pellegrini, el portugués se quedó en 26 goles en 29 partidos.

Su mejor registro en Liga sigue siendo, por lo tanto, el de 2012, con 46 goles y la Liga de los 100 puntos. Curiosidades del fútbol, ese año no ganó ni el Pichichi ni la Bota de Oro, que fueron para Leo Messi con sus legendarios 50 tantos. Repitió trofeos el argentino el año pasado al alcanzar los 46 goles, por los 34 de Cristiano. Volver a estar por delante del jugador culé es, sin duda, una motivación extra para el de Madeira para jugar y marcar contra el Espanyol que, por cierto, no gana en el Bernabéu desde hace 18 años.