El homenaje a Tito en el Clásico dejará la independencia catalana en segundo plano

Esta tarde el mundo del fútbol tiene una cita a las seis. Barcelona y Real Madrid se ven las caras por primera vez esta temporada con el Camp Nou como escenario. El estadio se vestirá de gala y el choque se seguirá en más de treinta países distintos, de ahí su calibre mundial y el que se haya convertido en un escaparate perfecto para las distintas acciones que han tenido lugar en las últimas temporadas. Sin ir más lejos, el año pasado las gradas se tiñeron de rojo y amarillo recreando la bandera catalana y se escuchó el grito de “Independencia”. Hoy hay algo más importante que las ideas políticas e, incluso, que los noventa minutos de juego: el mosaico del Camp Nou estará dedicado a Tito Vilanova.

El pasado mes de julio, el Barcelona hizo pública la noticia que nadie hubiese querido contar. Tito Vilanova había vuelto a recaer en su enfermedad y dejaba el fútbol de forma definitiva. Desde entonces, el que fuera técnico azulgrana ha llevado una vida alejada de los focos para centrarse en su principal objetivo que no es otro que ganar la batalla al cáncer. Este sábado todo apunta a que Tito Vilanova hará una excepción en la discreción que reina actualmente en su vida para dejarse caer por el Camp Nou. El club espera que el entrenador vea en directo el duelo entre Barcelona y Real Madrid.

Su presencia sería la guinda a un partido en el que el extécnico estará muy presente. Esta semana el club hacía oficial, a través de un comunicado, que minutos antes del pitido inicial en las gradas aparecerá un mensaje de ánimo formado por 98.000 cartulinas que rezará: “Força Tito!” (Fuerza Tito). A diferencia del año pasado en el primer Clásico de Liga, hoy sólo los fondos se teñirán con los colores de la bandera catalana mientras que en los laterales lucirán el azul y el grana característicos del club.

El homenaje llega en una semana donde Tito Vilanova ya ha sido protagonista. El miércoles pasado, Mundo Deportivo informaba de una reunión que mantuvo con Pep Guardiola en Barcelona. La relación entre los dos entrenadores se había deteriorado hasta el punto de estar rota. El propio Tito lo confirmó cuando aseguró que cuando estuvo en Nueva York durante más de dos meses, necesitó a su amigo porque atravesaba un mal momento y éste no fue a verle. Hace tres días, Guardiola se trasladó de Múnich a la Ciudad Condal en un vuelo privado. Nada más aterrizar resolvió algunas gestiones personales y a las tres se dirigió a su casa, donde llegó Tito poco después. Un encuentro que parece sirvió para resolver sus diferencias y que duró hasta media tarde.

Por otro lado, un sector de la afición azulgrana ha promovido en las redes un gesto hacia Iker Casillas: planean dedicar una ovación al portero madridista con el fin de desestabilizar a su rival e intentar poner nervioso a Diego López, el portero titular que Carlo Ancelotti ha elegido para disputar la Liga. El aplauso no es ninguna novedad, ya se ha dado en otros estadios aunque en el Camp Nou la repercusión podría ser mayor. Sólo falta por ver si la afición responde a esta propuesta.