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El Hamburgo echa al enemigo de 'La Roja' para evitar que su histórico reloj se detenga
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nunca ha descendido y es penúltimo

El Hamburgo echa al enemigo de 'La Roja' para evitar que su histórico reloj se detenga

El hombre que llevó a Holanda a la final del Mundial de Sudáfrica acaba con su aventura en el único equipo de la Bundesliga que nunca ha descendido

Foto: Bert van Marwijk durante un encuentro con el Hamburgo. (Efe)
Bert van Marwijk durante un encuentro con el Hamburgo. (Efe)

El imponente reloj digital situado al pie de la tribuna noreste del Imtech Arena, coloso construido sobre las ruinas del mítico Volksparkstadion, mide con precisión la permanencia del Hamburgo en la primera división alemana. Se puso en marcha en 1963, cuando uno de los equipos más laureados de Alemania participó en la fundación de la actual Bundesliga. Más de medio siglo después, el ‘Dinosaurio’ lleva años navegando a la deriva y el abismo del descenso se ha convertido en una posibilidad real.

El pasado sábado, un ‘hat-trick’ del delantero zaireño del Braunschweig, Dominick Kumbela, en 30 minutos remontaba el gol inicial de Pierre-Michael Lasogga y suponía la octava derrota (4-2) consecutiva del Hamburgo, séptima en liga. El enésimo descalabro del curso se producía ante el farolillo rojo. Claro que enfrente se encontraba un equipo que ocupa la penúltima plaza de la tabla. La gota que colmó un vaso de una situación del todo insostenible. A diferencia de otros días con duros castigos sobre el césped, el último desastre tuvo consecuencias inmediatas. Lo han adivinado: el técnico holandés Bert Van Maarwijk fue destituido de forma irremediable.

16 puntos en 21 partidos (cuatro victorias, cuatro empates y trece derrotas), a uno de la última plaza y a tres de la salvación, se presume una razón de peso para fulminar al hombre que dirigió a la Holanda Subcampeona del Mundo en Sudáfrica. Y es que para encontrar la última victoria hay que remontarse hasta el 3 de diciembre, cuando un apurado 2-1 sobre el Colonia certificaba el billete para los cuartos de final de la DFB Pokal (Copa alemana). Una aventura que queda muy grande para un equipo que vive preso de la ansiedad y la desesperación. Ya llegó el Bayern de Pep para devolverles a su lucha diaria con un incontestable 5-0 en la siguiente ronda. Un Bayern reincidente en esto de los infligir correctivos a los rivales. Sin ir más lejos, en la pasada edición de la Bundesliga les endosó un bochornoso9-2, la peor derrota del Hamburgo en su historia en dura pugna con otra acontecida en 1964.

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Pese a que tanto el director deportivo del club, Oliver Kreuzer, como el presidente, Carl Jarchow, lo respaldaron públicamente, sus horas estaban contadas. La presión de algunos miembros del Consejo de Vigilancia de la institución acabó con una efímera etapa de ocho meses al frente del equipo. "Nos sentimos obligados a tomar esta decisión, aunque no fue fácil. Queremos dar las gracias a Bert van Marwijk por el trabajo que ha hecho aquí", dijo Kreuzer. Los mentideros asegurabanque desde el club se habían iniciado conversaciones con Felix Magath. Pero ante la indecisión reinante, el emblema de la institución teutona se hacía el orejas y optaba porasumir el mando del Fulham, actual colista de la Premier.Tras la derrota en casa ante el Hertha de Berlín (0-3) se vivió un viraje irremediable hacia el desastre."Peor no podía ser. Pero no me voy corriendo. Me siento plenamente responsable”, reconocía con pesar el hoy ex técnico del equipo.

Los nervios a flor de piel y el descontento generalizado hicieron saltar todo por los aires. "Millonarios de mierda", fueron algunos de los improperios vertidos sobre los jugadores al término del choque por parte de los enfurecidos aficionados. "¡Vete ya!" y "Deja el fútbol a los que saben", le espetaban a Rafael Van der Vaart, capitán del equipo, y uno de los peor parados en este clima de máxima crispación. Hubo empujones a los jugadores, lanzamiento de objetos (uno no identificado impacto en la cabeza del meta Jacques Zoua) y hasta patadas a sus lujosos deportivos. Tiempo también para la escisión en forma reyerta entre aficionados, en un altercadó que acabó con dos detenidos y varios heridos. El fútbol elevado a cuestión de Estado en el segundo equipo, por vigor financiero y respaldo social, de Alemania.

Más allá de las carencias futbolísticas, a su llegada, Van Maarwjik quiso indagar en la psicología de sus pupilos en aras de conseguir un diagnóstico completo de la catástrofe. En su primer día al frente de la plantilla, informó a los jugadores que serían sometidos a un exhaustivo test psicológico. La prueba constaba de 128 preguntas y en ellas se tocaban todos los palos: desde la vida en familia hasta las fantasías sexuales. Por sorprendente que parezca, el fisgón cuestionario fue acogido con notable éxito por la plantilla. Los jugadores quisieron ofrecerse a indagar en el porqué de una lista interminable de carencias que les atormentan de sobremanera. Una falta de identidad que les ha llevado a acumular sonrojo tras sonrojo en una Bundesliga que hasta hace no tanto les admiraba y que hoy les repudia.

Y eso que figuras desestabilizadoras como la de Paolo Guerrero fueron eliminadas sin contemplación. Para los despistados, en 2009, cuando enfilaba el túnel de vestuarios, el peruano lanzó una botella a un aficionado que le estaba reprendiendo su mal juego. "Si los jugadores no despiertan de una vez y son conscientes de su responsabilidad, acabarán en la segunda división", se atreve a analizar propio Guerrero.

Que Van Maarwijk no pueda cumplir los dos años que firmó el pasado verano no sorprende. En realidad, ha sido la nota predominante en una institución en decadencia que en los últimos veinte años ha visto desfilar por su banquillo a la friolera de 17 entrenadores. Desde el mencionado Felix Magath, a Klaus Topmoller, pasando por Hubb Stevens o Michael Oening, ninguno aguantó en el cargo más de dos años. Una plantilla sin identidad, sin un plan táctico que defina su propuesta, en la que, además de Van der Vaart, se encuentran tres internacionales alemanes como Rene Adler, Heiko Westermann o Marcell Jansen, así como dos croatas, Ivo Ilicevic y Milan Badelj. Al margen del gigantesco dominio del Bayern de Múnich, cuando la Bundesliga en su conjunto crece y se erige en un ejemplo de saber hacer, el Hamburgo es un cadáver futbolístico que se encuentra en caída libre hacia un pozo durante muchos años inaudito.

Vino y rosas en la ‘Ciudad Libre y Hanseática’ de Hamburgo

"Por supuesto que es posible". Günter Netzer, icono del club y jugador del Real Madrid en los setenta (1973-1976), cree que la situación no es límite y que se puede remontar el vuelo. Al menos salvar los muebles y mantener la categoría, obsesión a corto plazo. Netzer sabe bien de lo que habla. Fue director deportivo del Hamburgo de 1978 a 1986, el periodo de mayor éxito en la historia del equipo. En aquellos años, bajo la excelente batuta del austriacoErnst Happel, un combinadorepleto de estrellas donde destacabanFelix Magath, Manfred Kaltz, Kevin Keegan o Horst Hrubesch, ganótres títulos de Liga y la inolvidable Copa de Europa de 1983. Aquel mítico 25 de mayo en el Estadio Olímpico de Atenas, frente a la Juventus de Platini y Dino Zoff, un solitario gol de Magath en el minuto ocho de encuentro aupó a la gloria a una generación irrepetible. Echando unbreve vistazo a la historia reciente del club, nos damos cuenta de que se cumple con creces el recurrente ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’. La ‘Ciudad Libre y Hanseática’ recuerda con nostalgia una época dorada donde quedó forjada la leyenda de uno de los clubes con más solera del viejo continente.

Actualmente, Hamburgo, área próspera y paradigma del modelo de crecimiento alemán, está trabajando en un plan que se encargaría de erradicar los coches particulares de aquí a veinte años. Con tal fin, planea construir una ‘red verde’ de aceras y ciclorrutas que conecte sus zonas verdes y ofrezca así caminos libres de automóviles para quienes que no deseen usar el transporte público. El plan Green Network (Red Verde) cubriría el 40 por ciento de la ciudad y sería único en el mundo al vincular los barrios de las afueras con el centro, lo que permitiría explorar toda la ciudad en bicicleta o caminando. Asumiendo la indiscutible validez de las propuestas, quizá también es momento, como ya se hiciera con una ciudad en ruinas tras los bombardeos de la tristemente conocida Operación Gomorra en julio de 1943, de plantearse rescatar a uno de los emblemasdel fútbolteutón. Aunque sólo sea porque el gigantesco reloj del Imtech Arena siga marcando las horas.

El imponente reloj digital situado al pie de la tribuna noreste del Imtech Arena, coloso construido sobre las ruinas del mítico Volksparkstadion, mide con precisión la permanencia del Hamburgo en la primera división alemana. Se puso en marcha en 1963, cuando uno de los equipos más laureados de Alemania participó en la fundación de la actual Bundesliga. Más de medio siglo después, el ‘Dinosaurio’ lleva años navegando a la deriva y el abismo del descenso se ha convertido en una posibilidad real.

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