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El último milagro de Jagoba Arrasate o la lección de Osasuna contra el fútbol moderno
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A LA FINAL DE LA COPA

El último milagro de Jagoba Arrasate o la lección de Osasuna contra el fútbol moderno

El conjunto 'rojillo' consiguió meterse en la final de la Copa del Rey y buena parte de ese éxito radica en la paciencia de la directiva con su entrenador cuando las cosas no iban bien

Foto: Los jugadores de Osasuna celebran el pase a la final. (EFE/Luis Tejido)
Los jugadores de Osasuna celebran el pase a la final. (EFE/Luis Tejido)

El cargo de entrenador se ha convertido en una profesión de riesgo, ahora más que nunca. En los últimos años, la paciencia se ha convertido en una virtud cada vez más difícil de encontrar en el fútbol profesional, donde los clubes han pasado a ser una trituradora de técnicos cada vez que algo no sale como estaba planificado. Desde frías sillas se toma decisiones sin tener en cuenta las dificultades que conlleva el cargo y el proyecto que hay sobre la mesa. Y Osasuna ha dado toda una lección.

Hace escasos días, se confirmaban dos salidas: la de Pacheta (Valladolid) y la de Diego Martínez (Espanyol). Solo unas fechas antes, ocurría lo mismo con Jorge Sampaoli (Sevilla) y Pablo Machín (Elche)... y previamente con otros como Gennaro Gattuso (Valencia), Jorge Almirón (Elche), Eduardo Coudet (Celta de Vigo), Julen Lopetegui (Sevilla) o Francisco Rodríguez (Elche), sin tener en cuenta otras, como la marcha de Unai Emery (Villarreal). Diez técnicos en cuestión de meses.

Foto: Raúl García durante un partido de la Copa del Rey. (EFE/Miguel Toña).

Cada vez es más habitual ver cómo un club toma decisiones drásticas en su banquillo, sin tener en cuenta ningún tipo de elemento más allá del más cortoplacista de todos: los resultados. Si el balón no entra, la cabeza del entrenador suele ser la primera en caer. Pero en la ecuación no se suele tener en cuenta el proyecto, el plan de juego, la idea de crecimiento de jóvenes talentos y, sobre todo, cuál es el objetivo a medio o largo plazo. Y, ahí, Osasuna ha demostrado su buen hacer.

Para comprender bien esta historia, es necesario echar la vista atrás. Era enero de 2021 y Osasuna vivía un mal momento. El conjunto de Jagoba Arrasate, a mitad de temporada, era 19º en Liga y sumaba 12 jornadas consecutivas sin conocer la victoria. Muchas voces pedían la salida del técnico, en busca de un nuevo impulso desde el banquillo par revitalizar a la plantilla. Fue entonces cuando el club rojillo dio un ejemplo de calma, tranquilidad y de saber a dónde quería ir.

Braulio Vázquez, director deportivo de Osasuna, salía en rueda de prensa para dejar clara la principal idea del club: no iba a haber cambio de entrenador y la apuesta por Arrasate era absoluta. "El barco lo pilota el capitán, que es Jagoba, y llegará a puerto o no, pero con el mismo capitán. Si nos hundimos, nos hundimos todos y, si no, pues llegaremos todos a puerto. Confiamos en él a muerte y vamos todos juntos", explicaba en rueda de prensa. Y ese barco no se hundió.

Osasuna no solo salvó la categoría aquel año, sino que dos años más tarde es 9ª en Liga y se ha metido en la segunda final de la Copa del Rey de toda su historia. Los rojillos lucharán por levantar su primer título y, por qué no, por mejorar el subcampeonato de Copa de 2005, una final en la que perdió contra el Betis (2-1). La paciencia del equipo directivo con Arrasate ha servido para obrar el 'milagro' y hacer de Osasuna un equipo diferente, un club con las ideas muy claras.

placeholder Jagoba Arrasate celebra la clasificación a la final de Copa. (EFE/Jesús Diges)
Jagoba Arrasate celebra la clasificación a la final de Copa. (EFE/Jesús Diges)

El combinado navarro juega un fútbol alegre, de ataque y muy atractivo, amén de ser un equipo compacto y difícil de superar. Arrasate no solo ha sabido dar con la tecla de lo que necesitaba el equipo, sino que ha acertado con las incorporaciones y, sobre todo, con los jóvenes valores de la cantera a los que ha ido dando sus oportunidades. Sin ir más lejos, uno de esos jóvenes, Pablo Ibáñez, es el que dio la clasificación a su equipo a la gran final de la Copa.

Osasuna ha dado una verdadera lección al fútbol moderno, ese en el que la paciencia no existe y donde el proyecto tiene menos valor que el resultado a corto plazo. La directiva rojilla ha confirmado que, en muchas ocasiones, no es bueno dejarse llevar por arrebatos irracionales y que lo realmente importantes es saber a dónde se quiere llegar y por qué camino. Se puede tardar más o menos pero, si se consigue el objetivo, el trabajo siempre es bueno. Y Osasuna lo ha cumplido a la perfección.

El cargo de entrenador se ha convertido en una profesión de riesgo, ahora más que nunca. En los últimos años, la paciencia se ha convertido en una virtud cada vez más difícil de encontrar en el fútbol profesional, donde los clubes han pasado a ser una trituradora de técnicos cada vez que algo no sale como estaba planificado. Desde frías sillas se toma decisiones sin tener en cuenta las dificultades que conlleva el cargo y el proyecto que hay sobre la mesa. Y Osasuna ha dado toda una lección.

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