Al Celta y al Atlético tampoco les apetece jugar la Copa a doble partido
La belleza de una competición de eliminación directa, como es la Copa, se difumina con dos partidos por ronda. Celta y Atlético han vuelto a demostrar que lo único que cuenta es el segundo choque
Hace unos días, los dos mismos equipos que jugaron hoy en el que generosamente llamaremos césped de Balaídos ofrecieron un partido realmente bonito. El resultado sólo dejó contenta a una de las dos aficiones, a la rojiblanca, pero el espectáculo lo pudieron disfrutar también los celestes, porque cuando el fútbol se juega bien, la retina lo agradece. En aquel momento, los dos se jugaban mucho en el campeonato nacional de Liga, el torneo en que todos los encuentros cuentan y mucho para el devenir futuro. Esa es la diferencia sustancial entre la Liga y la ida de cualquier ronda de la Copa. Porque a no ser que se den de leches como en el Espanyol-Barça de octavos, la primera parte de una eliminatoria resulta tan necesaria como una bicicleta para un pez.
El Atleti, en Liga, jugó a uno de los niveles más altos vistos esta campaña, arrebatando el triunfo a un buen Celta a base de fútbol e inteligencia táctica. Esa vez lo hizo porque lo necesitaba para seguir encabezando la clasificación, para luchar por el objetivo cada vez menos oculto de ganar el título. Pero cuando en la cabeza de los jugadores (y de los técnicos) hay un partido de vuelta dentro de siete días, la ambición por conseguir un resultado positivo, por aplicar unos esfuerzos extras, se reduce de manera drástica. Llegarán otros días en que esa energía ahorrada sea de utilidad. Puede que sea incluso en el partido decisivo para dilucidar el equipo que jugará la semifinal. No iba a ser el de ida, eso está claro.
Lo visto en el terreno de juego no es el reflejo del mensaje que ambos técnicos argentinos quisieron mandar a su plantilla con las alineaciones establecidas. Tanto el Toto Berizzo como el Cholo Simeone no utilizaron este encuentro para dar descanso a sus jugadores más importantes, sino que decidieron que fueran esos mismos los que saltaran al campo de minas que era el tapete del campo vigués. En el Celta estaban Aspas, Wass, Hernández, Orellana... En el Atleti, Griezmann, Gabi, Koke, Godín, Filipe...
Pocas variaciones con respecto a lo conocido de carrerilla que, sin embargo, no supusieron el mismo virtuosismo que se puede ver en un partido liguero. El Celta, de hecho, se mostró bastante engañoso. Comenzó el encuentro como lo hace siempre y de la única forma que lo sabe hacer, es decir, de manera intensa, presionando la salida del Atleti, haciendo su juego asociativo y vertiginoso para aprovechar al velocidad de Aspas y Orellana. Con el paso de los minutos, y viendo que el rival no se adueñaba del encuentro como hizo en Liga, sorprende que el Celta, en vez de dar un paso adelante y buscar adelantarse en el marcador, empezase a dar por buenísimo este empate sin goles. Es entendible por el hecho de que marcar en el Calderón tendrá doble valor y que haber recibido un tanto hoy supondría decir casi adiós; pero no perder en el Calderón es un reto de una exigencia enorme.
En cambio, el Atleti enseñó su suficiencia defensiva hecha perfección para no sufrir ni un poco con la presión celtiña durante ninguna fase del partido. No hay ninguna situación que les saque de su concentración táctica, ni siquiera aunque cambien el portero y dos miembros de la defensa. La velocidad del juego fue inferior a la del partido de Liga, precisamente porque el Celta, esta vez sí con un gran Radoja, supo frenar el centro del campo, ocultar a Koke de la organización y minimizar los balones que le llegaban a Griezmann, en pletórica forma pero desaparecido en Vigo.
Simeone lo vio, y por eso se apresuró en el segundo tiempo para quitar a Jackson, que disfrutó de la mejor ocasión del Atleti con un buen tiro que despejó inseguro Rubén, e introducir a Correa, agitador oficial de la plantilla rojiblanca. Y fue el argentino el que se mostró más activo en el ataque, insistente, rompedor de líneas por naturaleza. Pero esta vez, no le siguió nadie, ni siquiera Carrasco, cuya influencia en el juego es cada vez menor. Tampoco sirvió mucho la entrada de Vietto y Thomas. Con todo lo dicho, resulta lógico que el momento en que estuvo más cerca el gol fuera en una jugada que apareció sin querer, cuando Augusto casi marca un gol para 'su' Celta con la camiseta del Atlético.
Ficha técnica:
0.- Celta de Vigo: Rubén Blanco; Jonny, Sergi Gómez, Cabral, Planas (Hugo Mallo, min. 87); Wass (Borja Fernández, min. 92), Hernández, Radoja; Orellana, Aspas (Beauvue, min. 73) y Guidetti.
0.- Atlético de Madrid: Moyá; Gámez, Savic, Godín, Filipe; Gabi, Augusto, Koke, Carrasco (Vietto, min. 65); Griezmann (Thomas, min. 79) y Jackson Martínez (Correa, min. 59).
Árbitro: Estrada Fernández (C. Catalán). Amonestó al jugador local Orellana y al visitante Jackson Martínez.
Incidencias: Partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey disputado en el estadio de Balaídos.
Hace unos días, los dos mismos equipos que jugaron hoy en el que generosamente llamaremos césped de Balaídos ofrecieron un partido realmente bonito. El resultado sólo dejó contenta a una de las dos aficiones, a la rojiblanca, pero el espectáculo lo pudieron disfrutar también los celestes, porque cuando el fútbol se juega bien, la retina lo agradece. En aquel momento, los dos se jugaban mucho en el campeonato nacional de Liga, el torneo en que todos los encuentros cuentan y mucho para el devenir futuro. Esa es la diferencia sustancial entre la Liga y la ida de cualquier ronda de la Copa. Porque a no ser que se den de leches como en el Espanyol-Barça de octavos, la primera parte de una eliminatoria resulta tan necesaria como una bicicleta para un pez.