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"Yo no me voy. Si me echan, ya lo dirá Villar". Luis Suárez Miramontes, el seleccionador detrás del Balón de Oro
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Adiós a una leyenda

"Yo no me voy. Si me echan, ya lo dirá Villar". Luis Suárez Miramontes, el seleccionador detrás del Balón de Oro

Fallecido a los 88 años, el único Balón de Oro español pasó por los banquillos de la Selección Española en una etapa no tan recordada, pero que sentó la base para años posteriores

Foto: Luis Suárez Miramontes, en su etapa como entrenador. (EFE/Eduardo Abad)
Luis Suárez Miramontes, en su etapa como entrenador. (EFE/Eduardo Abad)

"Con Suárez triunfamos en la sub-21 y a la absoluta llevó una buena base". Son palabras a El Confidencial de Ricardo Serna, quien fuese parte de las diferentes selecciones españolas que dirigió la leyenda del fútbol Luis Suárez Miramontes, icono del deporte español recientemente fallecido. Cuando en 1980 Suárez llegó a la Federación Española para hacerse cargo de las categorías inferiores todo era campo.

Con el gallego en el banquillo, en 1984 España Sub-21 jugó su primera final europea, que perdió 1-0 contra Inglaterra un 17 de mayo. En aquel equipo formaba Butragueño, quien automáticamente fue llamado por Miguel Muñoz para cubrir la baja de Poli Rincón en la Eurocopa absoluta, a celebrar en Francia. Es un ejemplo cualquiera para ilustrar que, desde la llegada de Suárez, los jóvenes empezaban a competir por los títulos y eso activó un sistema ascensor beneficioso para la selección.

Como cabría esperar, el buen hacer del técnico no pasó desapercibido en los clubes españoles. Suárez fue tanteado por el Barça para relevar a Menotti aquel 1984, pero se mantuvo en su cargo y dos años después consiguió la primera Eurocopa Sub-21 para su país.

Foto: Luis Suárez, en el sorteo de la Eurocopa en 2012. (EFE/Sergey Dolzhenko)

El 29 de octubre de 1985, España sub-21 venció en los penaltis a la Italia de Azeglio Vicini, que contaba con futbolistas como Zenga, Donadoni, Giannini, Vialli o Mancini. Cuando el 18 de agosto de 1988 el presidente de la federación designase a Suárez como relevo de Muñoz, la mayoría de futbolistas que el coruñés usara en su Selección ya la tuvo en inferiores. Zubizarreta, Ablanedo, Chendo, los hermanos Salinas, Serna, Robert, los miembros de la Quinta del Buitre, Andrinúa o Beguiristain habían pasado por las enseñanzas del Balón de Oro. Como recuerda Serna, "Suárez era una persona cercana con el futbolista", adecuada para la formación.

Una España renovada pero de continuidad conceptual

La España de Suárez se estrenó el 14 de septiembre de 1988. "Estoy seguro de que la selección española será la segunda favorita del público en el Mundial del 90", había dicho el técnico poco tiempo atrás.

El desempeño durante la Eurocopa jugada ese verano fue mediocre y para su debut el seleccionador consideró renovar el equipo. Además del retirado Camacho, quedaron fuera jugadores importantes, casos de Víctor Muñoz, Calderé, Gallego o Gordillo. De su primera convocatoria, sólo siete habían estado en Países Bajos '88. Pero más allá de los nombres, en aquella derrota 1-2 contra Yugoslavia se observaron matices tácticos que hablarían de la nueva selección.

En el fútbol español de la época el sistema de marcación defensiva extendido era de patrón combinado. Esto hoy es insignificante, puesto que todo es zonal, pero entonces distinguía a los equipos. Suárez, crecido como futbolista y entrenador en España e Italia, por supuesto aplicó esa marcación combinada. Tal y como hiciera su antecesor.

placeholder Luis Suárez, un talento único del fútbol español. (EFE/Andreu Dalmau)
Luis Suárez, un talento único del fútbol español. (EFE/Andreu Dalmau)

Sin embargo, la diferencia con la propuesta de Muñoz era que desaparecía la marca hombre a hombre asignada al mejor defensor del equipo. Este aspecto también era algo propio de los tiempos, función que en la selección previa solía realizar Camacho, un zaguero fuera de sistema encargado de anular a la estrella rival.

Tras el debut, Zubizarreta aseguró jugar "mucho más arropado que antes, porque la defensa no ha marcado de forma individual". Fue la marcación de Suárez, por tanto, una de carácter mixto, donde los marcadores de punta no perseguían obsesivamente, sino que esperaban a que los delanteros entrasen en su zona para acabar con ellos la jugada, con el líbero auxiliándolos de cerca a modo de barredor.

Si Zubizarreta fue el portero indiscutible, el hombre libre que gozó de la confianza de Suárez resultó Andrinúa, un defensor elegante y duro, con Sanchís y Chendo como marcadores central y lateral derecho, respectivamente. Otros como Górriz, Jiménez, Ferreira o el propio Serna se jugaban la última plaza fija de una zaga que nunca reducía sus cuatro efectivos.

Una España móvil de sistema híbrido

En cuanto al esquema, la España de Suárez alternó el 5-3-2, la moda de entonces, en palabras de Cruyff, con formaciones que desde el 4-4-2 pretendían sumar otro atacante de partida. El seleccionador admitió "variar según el contrario" y esto incluía las características de los futbolistas elegidos, el modelo y el propio dibujo.

Contra las débiles, era el momento de ingresar al atacante extra, que a menudo partía desde una banda, casos de Beguiristain, Rafa Paz o Pardeza. "Esta alineación nos permite alternativas, porque Txiki y Manolo puede bajar al centro del campo", dijo sobre el partido clasificatorio ante Malta.

Una España de talento y velocidad

Recuerda Serna que "a Suárez le gustaba el jugador creativo y ofensivo". Y de eso no cabe duda, habida cuenta de que aquella España se construyó desde los futbolistas de la Quinta.

En un fútbol aún muy móvil, sin la influencia zonal que llegaría tras los éxitos contemporáneos de Sacchi en el Milan, Sanchís era un zaguero idóneo para iniciar el juego e incorporarse al centro del campo. Allí, Martín Vázquez, Míchel y un tercer volante bien dotado se asociaban, mientras Butragueño los apoyaba desde la mediapunta, ofreciéndose frontalmente. En el mismo sentido, futbolistas muy usados por Suárez fueron Milla, Robert y Bakero, acostumbrados al fútbol de relaciones cercanas implantado por Cruyff en el Barça, o el valencianista Fernando, otro medio de clase.

En el estreno clasificatorio ante la EIRE dirigida por Jack Charlton, jugado el 16 de noviembre de 1988, el seleccionador español advirtió que “para ganar a los irlandeses hay que bajar el balón a la hierba y atacar con velocidad”. Así ganaron ese día a un combinado potente, que fuera la revelación de la Eurocopa.

Fue, en esencia, aquella España un equipo que proponía llevar la iniciativa ante selecciones medias, pero que apostaba por una mayor espera y contragolpe conducido ante las mejores rivales. La versatilidad era su pretensión y las características de los jugadores la permitía. "Roberto, Martín Vázquez y Míchel son capaces de cambiar el tipo de juego según el rival. Pueden jugar al pase corto, largo o al lanzamiento diagonal", insistía Suárez antes de endosar un 4-0 a Irlanda del Norte, en diciembre de 1988.

Una España equilibrada en todo punto

Preguntado sobre la idea central del seleccionador, Serna asegura que, ante todo, "Suárez creía en el equilibrio". Algo que, en 1989, el propio técnico aclaró a los periodistas que le pedían más voluntad ofensiva. "No voy a jugar con ocho delanteros. Hay que tener equilibrio. Y los centrocampistas pueden ser tan ofensivos como los delanteros", dijo.

Si Míchel partía como interior derecha, resguardado por Chendo o Quique en el lateral, la izquierda fue ocupada por Villarroya de manera más abierta, dando espacio por dentro a Martín Vázquez. Era el maño un futbolista ambidextro, de calidad limitada, sin embargo, adecuado para que el equipo pudiera pasar, con naturalidad, de defender con cinco a atacar con otros tantos. Así como apto para el ida y vuelta que Suárez llamaba "ritmo".

placeholder Alineación de Suárez en la Selección.
Alineación de Suárez en la Selección.

Mientras el aficionado demandaba aún más talento en las alineaciones, el técnico pensaba, usando a Villarroya, en la funcionalidad. Sobre todo en la lista definitiva para Italia '90, fue muy criticada su elección por encima de la del madridista Gordillo, quien cuajó buena temporada en el campeón de Liga. Argumentó Suárez haber "pensado bastante sobre la posibilidad de contar con él. Finalmente he decidido que había que confiar en un grupo de jugadores que hasta el momento lo ha hecho muy bien. Gordillo es un futbolista que, una vez convocado, tiene que jugar. Un hombre de su categoría no puede ir de suplente".

El andaluz era veterano y Suárez no podía asegurarle la titularidad en un carril izquierdo demasiado exigido pulmonarmente en el sistema.

Suárez quería equilibrar el equipo tanto en zonas de acción, de ahí la asimetría del dibujo, como en el balance técnica-físico. Así, en la zaga Górriz y Chendo eran férreos marcadores y Sanchís con Andrinúa facilitaban la iniciación; mientras que, en la delantera, si Butragueño daba la asociación y la virtud a ras de césped, Salinas ofrecía la posibilidad de jugar directo, Manolo la especialidad del gol desde espacios menores o Pardeza la velocidad.

Y en esa apuesta por compensar, la polivalencia de los futbolistas también pesaba en las convocatorias. Anunciada la de Italia, Suárez explicó que "Juanito es un jugador que sólo puede jugar como defensa libre, mientras Hierro me da más opciones. Alkorta puede interpretar también varias funciones, como lateral en cualquiera de las dos bandas o como central".

Eran Hierro y Alkorta, como se demostró luego en la España de Clemente, jugadores para compensar el equipo físicamente no sólo desde la zaga, sino también en zona de volantes. Así quedaron en el camino del Mundial mediocampistas finos como Milla, que andaba castigado por Cruyff, o el asociativo Eusebio, un jugador que no ofrecía la transición de otros elegidos, esa cualidad tan estimada por Suárez.

España se clasificó como primera de un grupo donde le siguió EIRE, único que logró derrotarla, y Hungría fue tercera. Precisamente contra los magiares consiguió España la clasificación como líder de grupo, en la última fecha. El 15 de noviembre de 1989, Fernando, Butragueño y Manolo, tres emblemas del equipo, marcaron en el 4-0 del Sánchez Pizjuán.

Poco antes, en septiembre, Suárez había sido designado para dirigir el equipo olímpico que iría a Barcelona tres años después. Renovado su contrato como seleccionador, aquel noviembre donde se cerró la clasificación, todo eran parabienes. Pero entonces avanzaron los amistosos, llegó el mal estreno en la fase final y ya nadie confió en ellos.

Empatar ante Uruguay es defraudar

La renovación del equipo cara al Mundial se reflejó en que sólo repitieron seis futbolistas del jugado en 1986. La media de edad rondaba los 25 años y sólo Górriz pasaba de los treinta. Era, en suma, una situación perfecta para ser aprovechada por los detractores. De perder España, el corte técnico de la convocatoria facilitaría la crítica sobre el estado físico, toda vez que la falta de veteranía haría lo propio con acusaciones de sastre como el coraje o la experiencia. Y exactamente así fue.

España empató sin goles contra Uruguay, que además falló un penalti. "Está claro que no hemos actuado bien. Los jugadores han salido agarrotados y nerviosos", explicó Suárez. El entorno, en cambio, dijo que al equipo le faltó carácter y que presentaba una mala preparación. Delgado Meco, responsable del estado físico, hubo de apelar a su dilatada experiencia para justificar lo contrario. Ante los sudamericanos, Zubizarreta fue el héroe y sobre todo Míchel el condenado.

Para la segunda fecha, España se la jugaba y Suárez varió el plan. Había dicho Tabárez, seleccionador charrúa, que "jamás llegué a pensar que España pudiera jugar tan retrasada". Buscando la complementariedad de Butragueño, Manolo pasó al banquillo y Salinas activó la vía física y aérea. El del Atleti había llegado como delantero más goleador del equipo, pero no volvió a jugar en el Mundial. Con Butragueño algo más retrasado que Salinas, se armó la dupla de México ´86 en forma y fondo.

Ganaron 3-1 a Corea del Sur, un partido que dio la clasificación y dejó el famoso "¡Me lo merezco!" de Míchel, que ese día completó un hat trick. Años después, el madrileño explicaría en Marca que "nos juzgaron con dureza, una crítica que no fue honesta ni justa porque era personal y desproporcionada. Aquel grito fue para quienes sufrían como yo pero no podían expresarlo en el campo".

Todos achacaron la victoria a la variante en la alineación, no al nivel del oponente. Suárez explicó que "los uruguayos juegan con dos extremos, mientras que coreanos y belgas lo hacen con un hombre en punta y otro retrasado. Ahí radicaron los cambios que hice. El sistema ya lo habíamos probado en otras ocasiones y es posible que siga repitiéndolo porque la mayoría de los equipos juegan así". Se refería al ingreso de Górriz como marcador central izquierdo, en lugar de un Jiménez de naturaleza lateral.

Con la misma idea y manteniendo los titulares, España consiguió la clasificación como primera de grupo ante la Bélgica dirigida por Guy Thys. El 2-1 fue una suerte de revancha a lo sucedido en México, aunque menos dolorosa para el afectado.

Sin embargo, el juego tampoco fue el deseado por el seleccionador. "Hemos de buscar nuestra propia identidad y corregir muchos errores. Este es un equipo que no sabe salir a defender. Hasta ahora, cuando se ha echado hacia atrás porque el rival apretaba, ha defendido demasiado cerca del área. También hay excesiva prisa por iniciar el contraataque y un ejemplo palpable fue el partido contra Bélgica, donde podíamos haber machacado", sentenció Suárez.

Llegaron los octavos de final contra Yugoslavia, selección de perfil y categoría similar a la española. Contaba con futbolistas como Hadzibegic, Katanec, Susic, Stoijkovic y Pancev. Era un equipazo. España mantuvo el XI de las victorias y acabó por perder 2-1 en la prórroga.

Apunta Serna que "en aquella selección absoluta sólo nos faltó un paso más". Mientras que, en la citada entrevista, el protagonista Míchel recordó que “llegamos al Mundial con muchas ilusiones y una clasificación muy bien jugada. Pero había algo alrededor del equipo que nos decía que nos faltaría cuajo para competir. Cuando nos liberamos y empezamos a jugar a nuestro nivel nos eliminó Yugoslavia en la prórroga”.

Muchos habían olvidado el buen fútbol de la clasificatoria y, tras el Mundial, pidieron la cabeza del seleccionador. Pero aguantó en su cargo. Aunque por poco tiempo.

De la goleada a Brasil al cese de Suárez median sólo unos meses

El 12 de septiembre de 1990, España retomó los partidos con un 3-0 a Brasil en El Molinón. "La selección brasileña actuó con tanta calma que fue lógico su desafortunado juego en el debut de su nuevo técnico, el ex jugador Falcao. El pésimo partido de Brasil facilitó, por otro lado, el juego de España, favorecido además con el temprano gol del debutante Carlos", resumió Paradinas en El País, restando méritos a los locales.

Un mes después, España ganó a Islandia el primer partido clasificatorio, pero perdió contra Checoslovaquia el siguiente. Suárez, no obstante, se mostró optimista debido al juego practicado: "Les he dicho a los jugadores que si hacemos este tipo de fútbol en el futuro, no perderemos. Lo único que han hecho los checos ha sido tirar balonazos. Los problemas han llegado porque hemos cedido un poco de terreno y no hemos salido con la misma fluidez".

Para inicios de 1991, el equipo había acumulado un empate contra Portugal y derrotas consecutivas ante Francia, valedera para la Eurocopa, Hungría y Rumania, estas dos última amistosas pero como local. La clasificación para Suecia '92 era complicada, aun con el 9-0 conseguido ante Albania. Aunque Suárez todavía confiaba en sí mismo: "Yo no me voy. Si me echan, ya lo dirá Villar".

Y pronto lo dijo. En abril de 1991, el presidente arguyó que "la situación era insostenible. En los últimos tiempos, Suárez se ha visto contestado por directivos, medios de comunicación e instituciones".

Suárez fue despedido y Miera elegido en su lugar, una solución de continuidad estilística, por delante de Clemente. Un Clemente que no tardaría en tomar el banquillo para apostar por otro tipo de futbolistas. Y con ello la Quinta desapareció, sin rastro de títulos.

"Con Suárez triunfamos en la sub-21 y a la absoluta llevó una buena base". Son palabras a El Confidencial de Ricardo Serna, quien fuese parte de las diferentes selecciones españolas que dirigió la leyenda del fútbol Luis Suárez Miramontes, icono del deporte español recientemente fallecido. Cuando en 1980 Suárez llegó a la Federación Española para hacerse cargo de las categorías inferiores todo era campo.

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