Las quemaduras de primer grado del Barça y de Laporta alimentando el caramelo de Messi

La ocasión de mayor peligro del Barcelona en Getafe fue un balón largo de Ter Stegen que acabó en un doble disparo al poste de la portería defendida por David Soria. Primero el de Rapinha y después de Balde. Esto explica la realidad del mal juego del equipo de Xavi, impotente y espeso para tener el control del partido, generar fútbol y ser efectivo. Es el segundo empate sin goles tras el pinchazo contra el Girona en el Camp Nou en la Liga y a esto se une la goleada del Real Madrid en la Copa del Rey. Xavi, frustrado, hizo un papel cómico hablando de la altura del césped, el horario y el sol. Las quemaduras del Barcelona son otras y se resumen en el apagón de Lewandowski, las improvisaciones tácticas de su entrenador y el pobre rendimiento de Ansu Fati y Ferran Torres.

Los 11 puntos de diferencia a falta de nueve jornadas para que acabe la Liga le tienen que valer para no sufrir un descalabro. Pero la dinámica del Barça es preocupante y no tiene excusas por las bajas de Pedri, Frenkie de Jong, Dembélé y Christensen ni los calores de una tarde primaveral. El máximo responsable de que el juego del líder haya dado un considerable bajón es Xavi. Se le ha quemado el motor del centro del campo y su delantero no tiene gol.

Busquets, Kessié y Gavi, el centro del campo en el Coliseum, hicieron un partido mediocre. Gavi entró acelerado y se cargó con una tarjeta amarilla en el primer minuto. Al joven y combativo futbolista del Barcelona le han cogido la matrícula los árbitros y, aunque la tarjeta puso el listón alto, fue la manera que tuvo el colegiado de dar un aviso a los dos equipos. Gavi está marcado por su excitación e ímpetu y la tarjeta es una señal de que a los árbitros les ha llegado eso de que no tenga barra libre para rascar, empujar y chocar. Se diluyó Gavi y colapsaron Busquets y Kessié. Intrascendentes los dos con la pelota y sin ella.

Palo a Ansu Fati y Ferran

A Xavi no le salió bien ni el invento de poner a Alejandro Balde de extremo, por delante de Jordi Alba. No hubo entendimiento, ni acciones de desequilibrio, faltó más profundidad. El experimento confirmó la pérdida de confianza en Ansu Fati y Ferran Torres, los dos suplentes. Cuando salieron, ninguno activó al equipo, no funcionó el efecto revulsivo. Era un partido para que alguno de los dos pudiera haber entrado en el once y Xavi eligió adelantar la posición de Balde. Otro varapalo serio para Ansu Fati, al que se le sigue viendo sin ritmo, chispa y puntería. Igual que Ferran, del que se dice en Barcelona que estará en el mercado de verano. El club tiene que recortar 200 millones de euros en masa salarial y verlos en el banquillo en Getafe es un síntoma de que no son intocables para Xavi.

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Lo grave es que el Barcelona ya no gana ni jugando mal y en otro momento de la temporada lo conseguía por el olfato de Lewandowski. El polaco está seco, en un bache llamativo, con una mala racha en la que solo ha marcado tres goles en los últimos diez partidos. No está fino, ha perdido el instinto y se le va mal físicamente. Sería un error agarrarse a que echa de menos a Pedri. El Barcelona genera poco fútbol, llega peor a situaciones de gol, con menos claridad y precisión y el principal afectado es el polaco, al que se le ve quemado con el mal juego del equipo.

El que puede sufrir quemaduras de primer grado es Laporta. El presidente del Barcelona dio en recital en la grada de Getafe con unos aficionados. Uno de ellos le preguntó si iba a fichar a Messi y contestó afirmativamente. Laporta alimenta la posibilidad del regreso de Messi, el Camp Nou ya lo celebra coreando el nombre del argentino en el minuto 10, pero todo esto pueden ser los habituales fuegos artificiales de un presidente acorralado por el caso Negreira.