La gasolina de Vinícius y su lucha contra el mundo: "Los insultos siguen, el baile también"

Cada vez que Vinícius Junior pisa un campo de España que no es el Santiago Bernabéu, vuelve la polémica. Cuando parecía que el clima de tensión instaurado en el fútbol español con el brasileño se estaba relajando, el Osasuna-Real Madrid (0-2) confirmó que la relación de Vini con las aficiones rivales no es recuperable. En el minuto de silencio por las víctimas del terremoto de Turquía y Siria previo al pitido inicial, se oyó con claridad un "Vinícius hijo de p***". "Ha sido un lunar, en el último segundo del minuto de silencio. Está muy mal hecho", condenaría tras el encuentro Jagoba Arrasate, técnico rojillo.

Thibaut Courtois, que regresó a la portería del Real Madrid para dejarla a cero, dio un paso al frente para proteger a su compañero, y pedir que se deje de señalar al brasileño. "Le han llamado "hijo de p..." en el minuto de silencio, le han cantado "Vinicius muérete", ves a padres con sus hijos haciendo peinetas. Hay que dejar de mirar a Vini y mirar a la gente. El ambiente de estos campos es guay para jugar, pero sin estas tonterías", aseguró el belga. Lo cierto es que, pese a la desagradable situación, Vinícius parece aceptarlo e incluso alimentarse de ello. Él se pone manos a la obra, responde a los insultos con garra, con pelea, sin acobardarse. ¿Me insultas? Bailo. ¿Me pegas? Señalo al escudo. Querían un villano, ahí lo tienen. "Los insultos siguen, el bailé también", sentenció el propio Vini.

La sobreexcitación del brasileño también le juega malas pasadas. Desde irse al suelo con torpeza para tratar de forzar penaltis hasta pasarse de la raya a la hora de dirigirse al árbitro. Pero si antes, los rivales conseguían sacar a Vinícius del partido con ese otro fútbol, ahora el extremo ha logrado que sea gasolina para tirar hacia delante. Y dado la poca capacidad que el Real Madrid tiene ahora mismo para generar peligro, dársela a Vini y que se encargue de resolver el partido parece una buena táctica a seguir.

El Madrid, esclavo de la inercia de sus individualidades

No son momentos sencillos para el equipo de Carlo Ancelotti. Ni siquiera el respiro anímico del Mundialito de Clubes acaba de despertar al conjunto blanco, cuyo mayor mérito es permanecer vivo en todas las competiciones a estas alturas de temporada pese a su bajón deportivo. Cuesta mucho tumbar al Real Madrid. Rematarlo es casi imposible. Pero los problemas de juego están ahí y bien lo sabe el técnico italiano. A día de hoy, solo las individualidades generan ocasiones. Destellos de futbolistas con una calidad incuestionable como el propio Vinícius, Rodrygo, Marco Asensio, Federico Valverde... Y ahí se nota en exceso la ausencia de Karim Benzema. Señalado permanentemente cuando falla, el francés otorga una cohesión al ataque madridista como ningún otro jugador.

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La ceja de Carletto baila con relativa tranquilidad. A diez días de marzo, trata de recuperar a futbolistas importantes para los meses cruciales. El Liverpool espera en Anfield en una crisis bastante más aguada que la que se vive en Chamartín, pero con las herramientas necesarias para tumbar a cualquiera en el golpe a golpe. El Real Madrid necesita una victoria de renombre para demostrar que es un muerto muy vivo. No hay mejor lugar para hacerlo que en Europa, donde todos conocen al club de Concha Espina.