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El Mundial fue un espejismo: un fichaje fallido subraya el racismo en el fútbol ruso
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El racismo con erving-botaka

El Mundial fue un espejismo: un fichaje fallido subraya el racismo en el fútbol ruso

El Torpedo de Moscú fichó a Erving-Botaka, jugador ruso de raza negra, pero luego se echó atrás por las presiones de sus aficionados ultras

Foto: Erving Botaka fue presentado como jugador del Torpedo (Foto: Torpedo de Moscú)
Erving Botaka fue presentado como jugador del Torpedo (Foto: Torpedo de Moscú)

Durante el Mundial, Rusia dio la impresión de ser un país acogedor y estar abierto a gente de todas las razas. Antes del torneo, muchos aficionados y periodistas temían un ambiente hostil con mucho racismo y violencia de los ultras rusos. Para sorpresa de todos, se equivocaron. Apenas hubo problemas y no se vio ni rastro de los ultras rusos. Seis días después de la final, volvió la normalidad rusa: el racismo en el fútbol y el poder que poseen los ultras. Visto lo visto durante el Mundial, los radicales saben comportarse cuando la ocasión la requiere. Durante el Mundial, Rusia se jugaba su reputación como país. El presidente, Vladimir Putin, hizo todo lo posible para prevenir incidentes que pudieran avergonzarles. La policía se reunió con los ultras y les pidió su colaboración. Cualquier incidente durante el torneo se habría magnificado y habría hecho un daño tremendo a Rusia.

El racismo ahora vuelve a aparecer en el fútbol ruso. El Torpedo de Moscú rompió el contrato de Erving Botaka, un defensa negro de 19 años procedente del Kazanka de Moscú, después de las quejas de sus ultras. El club de la tercera división rusa anunció el fichaje del futbolista nacido en Rusia de ascendencia congoleña el pasado sábado, pero el grupo Zapad-5 Ultras se mostró claramente en contra de la decisión del club. “Solo queremos blancos en nuestras filas”, escribió el grupo en redes sociales además de amenazar a la directiva del Torpedo. Tras estos comentarios, el club dio marcha atrás y comentó que el futbolista no iba a formar parte de la plantilla por “motivos económicos”. El periodista ruso, Artur Petrosyan, reaccionó con enfado al enterarse de la noticia. “Es una vergüenza. Increíble. Sí, estamos en 2018”, estalló. Alexander Zotov, presidente de la Unión de futbolistas rusos, tildó a los ultras que escribieron estos comentarios de “idiotas” pero negó que fuera un problema exclusivo de Rusia argumentando que hay gente así en todos los países.

placeholder El estadio de Luzhniki durante la final del Mundial. (Reuters)
El estadio de Luzhniki durante la final del Mundial. (Reuters)

En España se combatió el racismo

Rusia y España se diferencian mucho a la hora de combatir este problema. En España, el presidente de La Liga, Javier Tebas, consiguió reducir a los ultras de los estadios, tras los incidentes entre los radicales del Atlético y el Deportivo en 2014 en el que murió un ultra. Tebas tuvo claro que había que hacer lo necesario para convertir los estadios en lugares más seguros. Por otro lado, en Rusia hacen la vista gorda. Los clubes tienen miedo de sus propios ultras y se sienten obligados a ceder ante sus amenazas. Incluso es común ver a ultras quedar para pelearse en bosques lejos del estadio.

Foto: Imagen de aficionados del Lokomotiv de Moscú. (Reuters)

El tema del racismo en el fútbol ruso no es nuevo. En mayo, La FIFA multó a la Federación Rusa con 25.000 euros por los comentarios y gritos racistas proferidos por los hinchas rusos en el amistoso contra Francia del pasado marzo. A principios de este año, el Spartak de Moscú colgó un vídeo de jugadores negros que entrenaban y lo acompañó con un comentario racista. “Vean cómo los chocolates se derriten al sol”, publicó el club. Tal vez el caso que causó más enfado sucedió en 2015. En un partido de la liga rusa entre el Spartak de Moscú y el Ufa, los aficionados locales emitieron gritos de mono hacia Emmanuel Frimpong del Ufa. El jugador hizo una peineta al público en respuesta. Lejos de recibir apoyo, el árbitro lo expulsó y más adelante, recibió una sanción de dos partidos.

El fichaje frustrado de Botaka demuestra que el racismo nunca desapareció del fútbol ruso. Simplemente se escondió durante un mes mientras todo el mundo tenía los ojos puestos en el país. La protección que reciben los ultras de los clubes no ayuda y la pasividad de las autoridades tampoco. Desde que se fue el mundo de Rusia, volvió la triste realidad de su fútbol. La de la violencia, la discriminación y el miedo. Los futbolistas negros siguen y seguirán sufriendo esta discriminación en Rusia hasta que se empiece a combatir el problema.

Durante el Mundial, Rusia dio la impresión de ser un país acogedor y estar abierto a gente de todas las razas. Antes del torneo, muchos aficionados y periodistas temían un ambiente hostil con mucho racismo y violencia de los ultras rusos. Para sorpresa de todos, se equivocaron. Apenas hubo problemas y no se vio ni rastro de los ultras rusos. Seis días después de la final, volvió la normalidad rusa: el racismo en el fútbol y el poder que poseen los ultras. Visto lo visto durante el Mundial, los radicales saben comportarse cuando la ocasión la requiere. Durante el Mundial, Rusia se jugaba su reputación como país. El presidente, Vladimir Putin, hizo todo lo posible para prevenir incidentes que pudieran avergonzarles. La policía se reunió con los ultras y les pidió su colaboración. Cualquier incidente durante el torneo se habría magnificado y habría hecho un daño tremendo a Rusia.

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