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Las peleas del Mundial: estos son los ultras más peligrosos que estarán en Rusia
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Las peleas del Mundial: estos son los ultras más peligrosos que estarán en Rusia

Los propios ultras rusos tienen la fama, pero la bronca puede llegar también desde las peligrosas aficiones de Polonia, Alemania, Serbia, Croacia, Egipto, Túnez o Marruecos

Foto: Ultras del Spartak de Moscú. (EFE)
Ultras del Spartak de Moscú. (EFE)

Fue hace dos años ya, en la Eurocopa de Francia, pero en Marsella todavía lo recuerdan. Cientos de ultras rusos sembraron el pánico en la ciudad mediterránea. Heridos graves, palizas indiscriminadas, todas las terrazas destrozadas por un ejército de radicales. Llegaron incluso a los estadios, la UEFA y la organización no fueron capaces de detener la escabechina que se estaba organizando en distintas ciudades francesas. Contra ingleses o contra lo que pillasen por el camino. Algún cabecilla de los 'hooligans' fue deportado, aunque la sensación era que a Moscú llegaba más como un héroe que como un villano.

El siguiente gran campeonato es en Rusia, es decir, la patria del grupo que más hizo por sembrar la discordia en las calles francesas. El movimiento ultra está muy arraigado en el país, tiene algo de aspiracional incluso. Un reciente reportaje de ESPN retrataba el estado del movimiento actualmente. Ultras, en Rusia, han existido desde muchos años atrás. La Perestroika y el tránsito al capitalismo llevó a una depresión global en el país, un caldo de cultivo perfecto para la creación de grupos violentos. En un primer estadio copiaron la estética británica. El tiempo ha cambiado y los ultras también.

Foto: Fernando Hierro (d) junto a Celades (i) y Juan Carlos Martínez en el entrenamiento de este jueves en Sochi. (EFE)

Ahora ya no existe, o no se da tanto, esa referencia. Los ultras rusos son muy violentos, pero no se pierden en peleas de borrachos, que era lo que pasaba con aficionados británicos que por medio de la bebida terminaban en luchas callejeras. Ser ultra es un fin, quedan en los bosques los días de partidos, sin armas, sin alcohol; se preparan concienzudamente para ello, entrenan artes marciales. Tiene un punto de afirmación personal todo el movimiento, en Rusia se valora la masculinidad entendida desde la fuerza, la reafirmación del hombre desde la violencia. No hay nada peor que un hombre "blando", y casi cualquiera puede serlo a ojos de alguien que queda a pelearse cada fin de semana. Hasta Putin, karateca además de jefe de un estado autoritario, puede llegar a serlo si son ellos los que analizan la cuestión.

Los rusos son los ultras más peligrosos, así lo han demostrado estos dos años en Europa. Incluso en España, esta misma temporada hubo lío antes del Athletic-Spartak. Está por ver, eso sí, hasta qué punto estarán controlados. Es difícil, se ha visto durante el tiempo que son muchos y bien organizados, pero la policía rusa tampoco puede dejar que ocurra algo parecido a lo que sucedió en Francia. Las autoridades rusas se toman muy en serio la cuestión, pues es un tema de imagen internacional, y no es equiparable el control que puede existir en una democracia occidental y el de un estado como el dirigido por Putin.

Los medios internacionales y algunas asociaciones llevan meses anunciando una carnicería, pero es difícil de antemano delimitar hasta qué punto ocurrirá algo así. Es probable, en todo caso, que haya reyertas, episodios de violencia. Porque incluso las policías más expeditivas en sus métodos y los países más duros en sus juicios, entre los que sin duda está Rusia, tienen grietas por los que se pueden colar los ultras en momentos determinados. De hecho, los ultras rusos han expresado que ellos responderán más que atacarán, pero la distancia entre los comunicados y los hechos no suele ser pequeña.

Además, no solo de rusos vive la escena ultra internacional. Raro es el país que no tiene 'hooligans' y con el paso de tiempo se han generado un mejunje que mezcla distintos grupos, ideologías, reyertas pasadas, alianzas y peleas hasta conformar casi una batalla con bandos diferenciados y extremo peligro. Es el caso de los polacos, que han demostrado sobradamente su peligrosidad. El Legia de Varsovia pasó tiempo expulsado de las competiciones europeas por la actitud de su grupo de 'hooligans'. Se parecen a los rusos, están dedicados a la lucha, no beben, no utilizan armas, se entrenan duramente en el gimnasio para hacer el mayor daño posible con las manos desnudas. Son muchos y odian a los rusos, por la propia rivalidad de los grupos, pero también por las muchas cicatrices que hay entre ambos países.

Los ultras alemanes

Existe el miedo también de que quieran revancha. En la Eurocopa de 2012 los ultras rusos se pasearon por las calle polacas sin apenas resistencia por parte de los locales. Eso, en estos movimientos fundados en la violencia, es algo que no se olvida. También hay alerta sobre lo que puedan llegar a hacer los ultras alemanes. Oleg Siemionow, experto citado por el diario Express, espera que polacos y alemanes, así como serbios y croatas, puedan generar diversos conflictos durante este mes en Rusia. Los radicales alemanes no suelen tener grandes broncas salvo que se crucen con sus 'enemigos', véase Polonia, Inglaterra o Rusia. En esos casos, probables, suelen aparecer 'hooligans' especialmente de la Alemania del este. En esa zona, que como Rusia vivió el comunismo hasta hace no tanto tiempo, hay más grupos de extrema derecha, muy mal vistos en el resto del país.

También estarán por el país serbios y croatas. Por cuestiones históricas muy arraigadas, los primeros mantienen unas relaciones magníficas con los rusos y los segundos con los alemanes. Esas hermandades se ven cruzadas con las enemistades, es decir los serbios -ortodoxos y eslavos, como los rusos- tienen en su punto de mira a alemanes y polacos. Son muy violentos, aunque no suelen viajar en masa.

Los países árabes

Croacia es un caso peculiar, pues ellos sí se han visto duramente perseguidos en los últimos tiempos. Mantienen una relación dura con su federación, que les ha llevado incluso a intentar boicotear a su propio equipo, como ocurrió en la última Eurocopa en el partido contra República Checa, cuando se liaron a tirar bengalas. Esa mala relación es una bendición para la paz callejera en el Mundial, porque el veto de la federación hace que no puedan tener entradas y que no sea probable que acudan en gran número a Rusia.

En esta ocasión, por el largo viaje, no se espera la llegada de muchos grupos sudamericanos, así que es improbable que haya barras bravas. Tampoco los aficionados de España, Portugal o Francia suelen seguir a sus selecciones de forma organizada. Sí que es posible que haya ultras suecos, pues en escandinavia estos grupos están bastante arraigados y siguen a la selección.

Foto: Fernando Hierro durante el encuentro con la prensa (EFE)

¿Y los ingleses? pues hace tiempo que no son los más llamativos en este teatro de la violencia. Se mueven en masa, lo cual es un problema, pero los 'hooligans' más peligrosos hace tiempo que no acompañan a la selección en sus desplazamientos. La numerosa afición, como ocurrió en Marsella, tiene conatos de violencia más relacionados con la ingesta alcoholica que con interés real por pelearse.

Hay, por último, unos grupos muy organizados y violentos que pueden terminar haciendo estallar este polvorín: los 'hooligans' de los países árabes. Egipto, Túnez y Marruecos tienen menos nombre, pero grupos muy fuertes, con mucha presencia de emigrantes en Europa. La fiebre por el fútbol, aunque en todo esto el fútbol pueda ser lo de menos, es grande, han comprado entradas y estarán muy presentes en las calles rusas. Por cuestiones culturales y religiosas, son grupos que pueden ser atacados por los ultras de otras naciones. Y solo se necesita una chispa para generar un gran incendio.

Fue hace dos años ya, en la Eurocopa de Francia, pero en Marsella todavía lo recuerdan. Cientos de ultras rusos sembraron el pánico en la ciudad mediterránea. Heridos graves, palizas indiscriminadas, todas las terrazas destrozadas por un ejército de radicales. Llegaron incluso a los estadios, la UEFA y la organización no fueron capaces de detener la escabechina que se estaba organizando en distintas ciudades francesas. Contra ingleses o contra lo que pillasen por el camino. Algún cabecilla de los 'hooligans' fue deportado, aunque la sensación era que a Moscú llegaba más como un héroe que como un villano.

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