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El Madrid, mucho que perder, poco que ganar
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final del mundial de clubes ante el kashima

El Madrid, mucho que perder, poco que ganar

Los blancos se enfrentan a un inesperado rival, el japonés Kashima Antlers, en la lucha por un cetro mundial que cada vez está menos valorado por la enorme diferencia entre Europa y el resto

Foto: Marcelo celebra uno de los goles al América (Issei Kato/Reuters).
Marcelo celebra uno de los goles al América (Issei Kato/Reuters).

El Real Madrid juega este domingo (11:30) la final de un Mundial, y no muchos son conscientes de ello. Allí estará el equipo blanco, en el Estadio Nacional de Yokohama, lugar donde la Brasil de Ronaldo y Rivaldo tocó el cielo por última vez, y habrá una Copa del Mundo de fútbol esperando en el palco a que uno de los dos capitanes vaya a recogerla. Estarán las autoridades principales de la FIFA, algunos de la UEFA, otros de la Confederación Asiática, políticos, jefes de Estado... Y miles de gargantas en el campo siendo felices pase lo que pase. Fuera del recinto, existe una realidad paralela que no se corresponde con la trascendencia histórica que una final de un Mundial garantiza.

Foto: Mitsuo Ogasawara, durante un partido con el Kashima Antlers. (Cordon Press)

Esas personas que no verán el partido en directo, tendrán diferentes motivos para sentirse más o menos interesados en el encuentro en sí. Unos lo verán como madridistas, y como tal, desearán que el Madrid siga ampliando su leyenda ganando otro título internacional más, lo cual hará un número todavía inalcanzado por ningún club del mundo. Otros, la gran mayoría, estarán esperando que pase lo contrario. Quizá no por el deseo de ver sufrir al Madrid, ya millones de personas en España les da igual el club blanco, sino que estarán pendientes por si pasa lo imposible, esto es, que un equipo japonés que pocos conocían antes de que le ganara al Atlético Nacional le quite el campeonato al conjunto blanco.

Los blancos jugarán la final del Mundial con la presión no de ganar, sino de no perder, porque es realmente lo que se juegan. La eliminación del campeón de Sudamérica le restó cierta emoción a este torneo que, en realidad, está organizado para que la final sea la grandísima mayoría de las veces una reedición moderna y mucho más glamurosa (en teoría) de la Copa Intercontinental, un trofeo que en el fútbol de hace no tantos años sí mantenía un prestigio altísimo, pues no era tan sencillo ganar al mejor equipo de América del Sur como puede ocurrir hoy.

El Kashima Antlers no es campeón continental, sino que ganó la liga de Japón y disputa este torneo como representante del país anfitrión. Ese hecho le convertía en favorito para ser eliminado en las rondas previas por cualquiera de los otros ganadores de los títulos de sus diferentes confederaciones. Y sin embargo, ahí está, habiendo ganado al campeón de Oceanía (Auckland City), al campeón africano (Mamelodi Sundowns) y al campeón de Sudamérica (Atlético Nacional). Es decir, pese a no tener 'derecho' teóricamente, se lo ha ganado a pulso en el terreno de juego. Sin embargo, pese a esta trayectoria, en España se tenderá a pensar, con cierta lógica, que será un rival menos duro de lo que pudo haber sido el equipo colombiano, de ahí que se dé por hecha una victoria madridista antes incluso de jugar. Pero, como dice Zidane: "Siendo del Madrid no existen los partidos ganados antes de jugarlos. Tienes que mostrar al mundo entero que eres el mejor. Eso es así en cada partido".

Foto: La sala de videoarbitraje, en los marcadores (Kim Kyung-Hoon/Reuters).

Todo lo que no sea eso será una sorpresa descomunal de proporciones bíblicas. De paso, que ganase el Kashima supondría directamente que el Atlético de Madrid dejara de ser el único campeón del mundo que nunca ha sido campeón continental. No hay que olvidar una cosa, es un título, una competición oficial y, como tal, el Real Madrid debe estar motivado para ganarla. La escarapela en el pecho luce mucho en el pecho durante todo un año. Pero la barrera económica mundial entre el fútbol desarrollado y el resto es tan grande que convierte este tipo de competiciones, que deberían juntar a los mejores del mundo, en un torneo menor en la que juega un club enorme contra otros que aspiran a llegar a la final y llevarse la medalla de plata. No es tanto el formato, sino la desigualdad.

Y suele pasarle al Madrid de Zidane que cuando juega contra equipos inferiores, se siente demasiado confiado. Le pasó en una fase de la temporada en la que se dejó puntos en cuatro partidos de manera consecutiva. Cuatro empates contra Villarreal, Las Palmas, Dortmund y Eibar en los que el Madrid mostró una cara menor. Salvo la excepción del día del Borussia, los madridistas estuvieron lejos del fulgor con el que luchó en el Calderón o en el Camp Nou. Este Madrid está hecho para partidos grandes, en los que o gana o, al menos, da una imagen espléndida. Y no debería haber partido más grande que la final de un Mundial. Pero por algo lo llaman Mundialito.

Alineaciones probables

Kashima Antlers: Sogahata, Daigo Nishi, Ueda, Shoji, Shuto Yamamoto, Endo, Shibasaki, Ogasawara , Mu Kanazaki, Shoma Doi y Akasaki.

Real Madrid: Navas; Carvajal, Ramos, Varane, Marcelo; Casemiro, Kroos, Modric; Lucas Vázquez, Cristiano Ronaldo y Benzema.

Árbitro: Janny Sikazwe (ZAM).

Estadio: Internacional de Yokohama.

Hora: 11:30, La 1.

El Real Madrid juega este domingo (11:30) la final de un Mundial, y no muchos son conscientes de ello. Allí estará el equipo blanco, en el Estadio Nacional de Yokohama, lugar donde la Brasil de Ronaldo y Rivaldo tocó el cielo por última vez, y habrá una Copa del Mundo de fútbol esperando en el palco a que uno de los dos capitanes vaya a recogerla. Estarán las autoridades principales de la FIFA, algunos de la UEFA, otros de la Confederación Asiática, políticos, jefes de Estado... Y miles de gargantas en el campo siendo felices pase lo que pase. Fuera del recinto, existe una realidad paralela que no se corresponde con la trascendencia histórica que una final de un Mundial garantiza.

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