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A Benítez le duele que Florentino le venda como el malo de la película
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A Benítez le duele que Florentino le venda como el malo de la película

El exentrenador del Madrid está decepcionado por el descaro con el que el presidente le ha echado a los leones señalándole como culpable de los males que han acuciado al equipo que ahora dirige Zidane

Foto: Rafa Benítez y Florentino Pérez, el día de la presentación oficial del entrenador (EFE)
Rafa Benítez y Florentino Pérez, el día de la presentación oficial del entrenador (EFE)

Decepción es la palabra que más sale estos días de la boca de Rafa Benítez. Decepción y dolor por la manera con la que el Real Madrid, “mi club” -suele decir-, ha manejado su fulminante aunque lentamente cocinado despido. Siente el técnico madrileño que Florentino Pérez se la sigue dando con queso y, por extensión, a la gran familia merengue incluso después de haberle despachado con viento fresco en 22 segundos para colocar en su lugar a su estimado y admirado Zinedine Zidane.

Si Benítez ha admitido en sus círculos íntimos haber pecado de pardillo al creerse a pies juntillas las milongas que le vendió el presidente madridista durante su corto mandato al frente del cuadro de Concha Espina, ahora vuelve a alucinar en colores con la desfachatez y el descaro con los que el dirigente blanco le ha echado literalmente ‘a los leones’ como el culpable con mayúsculas de los males que han acuciado sobre el césped al Real Madrid en lo que va de temporada.

A Rafa le molesta especialmente la orquestación desleal para con su persona que la entidad, ‘su club’ al fin y al cabo, ha hecho de la toma de poder de Zizou. La exaltación hasta el paroxismo que el Real Madrid realiza con cada paso que da el francés como nuevo jefe del vestuario blanco se traduce 'ipso facto' en un trapero aldabonazo contra el anterior inquilino del banquillo merengue, elevado a la categoría de gangrena mayor de una escuadra que ha recuperado la sonrisa y hasta la paz intestina desde la salida de la entidad del preparador castizo.

Maquinaria propagandística

Florentino Pérez se está sirviendo de toda la maquinaria propagandística del club para airear lo mucho que ha salido ganando el equipo con el cambio de gestor en el banquillo como fórmula para anestesiar nuevamente al respetable con el fin de que se olvide a toda prisa de la era Benítez. No hace falta nombrarle, pero a ojos de cualquier aficionado su figura está presente en cada movimiento mediático que promueven desde la zona noble del Bernabéu.

No hay una sola imagen facilitada por la entidad, mucho más generosa en este sentido con los medios de lo que ha sido en años, que no refleje la armoniosa sintonía de Zidane con sus nuevos discípulos o el buen rollito de los Cristiano, Benzema, James Rodríguez o Isco durante las sesiones de preparación. Además -y eso es lo que más le duele a Rafa- el Madrid está pregonando a los cuatro vientos que, entre otras cosas, el Madrid no carburaba porque existía una deficiencia física en el trabajo diario. Y, por supuesto, ya pueden imaginarse a quién señala veladamente como el responsable de tal carencia, por la que ‘supuestamente’ algunos jugadores bajaron el pistón en determinados momentos de ciertos encuentros (Villarreal, Barcelona, Rayo Vallecano o la Real Sociedad, por citar ejemplos concretos).

La decepción de Benítez no se ciñe sólo a Florentino, aunque evidentemente el dueño en la práctica del Real Madrid ocupa un lugar de honor en su particular lista de ‘Brutos’. Al estratega madrileño no le ha gustado tampoco que Zidane, quien por cierto tomó posesión de su despacho antes incluso de que le diera tiempo a pasarse a recoger sus pertenencias por Valdebebas, esté contribuyendo con ciertas declaraciones a fomentar esa idea de que el equipo no daba la talla sobre el césped porque su trabajo en el día a día era deficiente. De igual modo, está especialmente dolido con algunos integrantes de la plantilla, con los que mantenía una relación cordial, y que ahora se han alineado con la charleta tipo de que ‘el equipo necesitaba un cambio’ o que ‘con Zidane nos entendemos mejor’.

Respetado en Inglaterra

Ese discurso ‘oficial’, Benítez sabe, se fraguó a partir de una conversación del presidente con varios de los futbolistas merengues en la que les pidió que le echaran un cable delante de los micrófonos para calmar los ánimos de una afición quemada y al borde del golpe de estado dirigencial. Y qué mejor manera de hacerlo que despejar todos los balones hacia el tejado del técnico sacrificado, una maniobra de distracción (y ya van…) de la que, al fin y al cabo, saldrían todos beneficiados. Empezando, claro está, por el mandamás principal de la entidad.

Pese a su amarga decepción y la manera poco ortodoxa en que tuvo que abandonar el estadio de sus amores (sin una notificación oficial directa de por medio), Rafa no se desvía un centímetro de lo escrito en su carta de despedida y desea, por encima de todo, que el Madrid, su Madrid, encuentre la senda buena bajo la batuta del último ‘parche’ de Florentino y consiga celebrar junto a su parroquia algún título a la conclusión de la temporada en La Cibeles.

Encastillado en su torre de marfil a caballo entre Inglaterra y País de Gales, Benítez mata el tiempo libre visionando partidos de diferentes ligas y paseando a ‘Red’ (el favorito de sus canes) por el bosque cercano a casa. Sabe Rafa que las ofertas volverán a golpear las puertas de su mansión, pero no tiene prisa y, sobre todo, quiere elegir bien. No descarta enrolarse a corto plazo como comentarista en algún canal de televisión extranjero. Ofrecimientos no le faltan. Lo que sí será difícil es volver a verle en un banquillo que no sea inglés y de la Premier League, el campeonato con el que se siente más identificado y donde su trabajo es respetado y admirado por muchos, sobre todo en la zona del Merseyside. Quizás la única excepción para romper esa regla no escrita sería la selección española, aunque lo que el cuerpo le pide ahora es sacarse con otro club esa dolorosa espina que se llevó clavada en su blanco corazón tras su fugaz retorno al Santiago Bernabéu.

Decepción es la palabra que más sale estos días de la boca de Rafa Benítez. Decepción y dolor por la manera con la que el Real Madrid, “mi club” -suele decir-, ha manejado su fulminante aunque lentamente cocinado despido. Siente el técnico madrileño que Florentino Pérez se la sigue dando con queso y, por extensión, a la gran familia merengue incluso después de haberle despachado con viento fresco en 22 segundos para colocar en su lugar a su estimado y admirado Zinedine Zidane.

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