El mejor regate de Neymar: ganarse el respeto de Messi y compartir su liderazgo

Cuando llegó al Barcelona sabía de sobra que el aterrizaje no iba a ser tranquilo. Era consciente de que Leo Messi no era muy partidario de su fichaje y que el período de adaptación podía ser complicado. Su liderazgo deportivo siempre ha sido incuestionable, como de sobra es conocido que lo de tener a su lado un crack que le haga sombra no le agrada demasiado. Y Neymar es una estrella mundial como está demostrando en su segunda temporada. Sus números son incontestables y para firmarlos ha tenido que asumir que Leo es el que manda, pero sabiendo cómo ganar su espacio paulatinamente. Un espacio estelar…

Cuando se conocieron, sin ser malas o tirantes, las relaciones entre Messi y Neymar eran más bien distantes. No es que hubiera tensión entre ellos, pero es obvio que durante los primeros meses conectaron lo justo. El brasileño, en territorio desconocido, abría bien los ojos y estudiaba todo lo que sucedía a su alrededor, cualquier detalle. Leo, entonces ya con problemas con Hacienda, veía a la directiva azulgrana con malos ojos y la llegada de Neymar no le hizo mucha gracia que digamos. Ney se daba cuenta de todo, pero de su boca jamás salió -nunca ha sucedido- cualquier palabra de desaprobación o crítica.

El atacante brasileño no es un jugador más. Ni lo fue ni, mucho menos, lo es ahora. Es a día de hoy la indiscutible estrella del fútbol brasileño, que no es cualquier cosa, y con el paso del tiempo ha ido ganando su sitio en el vestuario del Barcelona. Y se lo ha ido ganando gracias a que su relación con Leo Messi se ha ido enderezando, siendo mucho más cercana en estos momentos que durante los primeros meses de convivencia. Ahora es mucho más estrecha y, por encima de todo, lo es de respeto mutuo. Igual que Neymar entendió que Messi era el ‘jefe’, éste ha aceptado que el brillo de su compañero con un balón en los pies es imposible de tapar.

A lo largo de este segundo ejercicio, el acercamiento entre los dos jugadores ha sido evidente, tanto dentro como fuera del terreno de juego. Sin ser íntimos, Messi y Neymar han conseguido que la convivencia entre dos estrellas, siempre difícil en cualquier ámbito, sea buena. El brasileño ha ido ‘metiendo el codo’ reclamando su protagonismo hasta conseguir ser un futbolista determinante en el Barcelona. El argentino, mientras, continúa siendo el faro del equipo, pero reconociendo que para el éxito del equipo su compañero es fundamental. Ney es básico para el equipo, como también lo es para complementar a Leo a la perfección. Y viceversa. Brillan los dos -Luis Suárez no se engancha a esa dinámica- y gracias a ello el equipo transita con fuerza a estas alturas de la temporada.

Siempre que ha tenido que hablar en un medio de comunicación, sus declaraciones no han sido sonoras. Nunca ha manifestado nada que haya provocado polémica alguna y, por encima de todo, cuando le ha tocado hablar de su compañero siempre le ha colocado por encima de él. Neymar, desde los tiempos en los que jugaba en Brasil, sólo ha tenido palabras de elogio hacia Messi y nunca ha variado su guión. Esta pasada Navidad, sin ir más lejos, manifestó en Globoesporte que “Messi y Cristiano son dos cracks y están por encima de cualquier jugador en la actualidad”. Humildad cuando le ha tocado hablar, pero levantando la voz, cada vez más, en el campo para dejarle claro a Leo que Neymar no es un futbolista más…

Los números de Neymar, con casi media temporada por delante en la que se disputarán todos los títulos, ponen de manifiesto que la inversión (investigada) realizada por el Barcelona mereció la pena. La pasada temporada, en la que el club azulgrana no sumó ninguno de los trofeos principales, se quedó en 15 goles; en la presente, ya suma esa cantidad en el Campeonato de Liga (en la pasada sólo marcó 9), 3 en Liga de Campeones y 4 en la Copa del Rey, dos de ellos, decisivos, marcados en el Vicente Calderón la pasada semana. Le dejó su espacio a Leo Messi, pero se fue ganando poco a poco el suyo para acabar siendo objetivo de los focos casi en igual medida que el argentino.