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LOS FOCOS SE CENTRARON EN EL BALÓN DE ORO

El día cinematográfico del fútbol

El fútbol ha copiado la dialéctica festiva del cine en la entrega de sus grandes premios, situación que se demostró durante la gala del Balón de Oro 2013

Foto: Cristiano Ronaldo llora tras hacerse con el segundo Balón de Oro de su carrera.
Cristiano Ronaldo llora tras hacerse con el segundo Balón de Oro de su carrera.

El fútbol ha copiado la dialéctica festiva del cine en la entrega de sus grandes premios. Los futbolistas han aprendido a caminar sobre la alfombra roja como lo hubiera hecho James Dean después de anotar cuarenta goles en una temporada. Están tan acostumbrados a los focos que caminan sobre ellos con la misma determinación que lo hacen sobre el césped.

La alfombra roja del Kongresshaus es la hoguera de las vanidades del fútbol y, seguramente, del deporte en general. Sergio Ramos, acompañado de una paciente y embarazada Pilar Rubio, parecía que iba a recoger un Oscar, pero su tatuaje detrás de la oreja le delata el inalterable rasgo gamberro que un defensor central tiene que tener sí o sí.

Detrás de él, Thiago Silva, el central del PSG, su pareja en el FIFPro, se paraba con cualquiera que quisiera echar un rato de charla con él. Abrazaba a Dani Alves. Se metía en las manos en los bolsillos. Se miraba el reloj. Esperaba amigos. Y, mientras tanto, Ibrahimovic hablaba o intentaba hablar en cualquier lengua que se le preguntara: “Mucho goles siempre è bello”. “Ibra, ¿triste por no poder asistir al Mundial?”. E Ibra que se gira, como un espárrago que no se acaba nunca, como si estuviera disfrazado de mosquetero, de un mosquetero que acaba de hacer un casting para Hollywood, y en esas guiña un ojo y con voz cómica: “Muy, muy triste”. Sonríe y para la Gala.

Y es que la Gala del Balón de Oro tenía, entre otras muchas cosas, la tarea de promocionar el Mundial de Brasil. Las leyendas brasileñas se saben el guin. Ronaldo, 'El Fenómeno', dice que que no la Copa del Mundo es una gran alegría para Brasil. Marta, que se quedo sin su sexto Balón de Oro, hablaba con aire tropical de las bondades de Brasil como territorio prometido. Pelé pasaba por la alfombra roja como una exhalación. Tenía una cita con la historia: recoger su Balón de Oro honorífico, hacer las paces con el paso del tiempo.

Zidane resoplaba cuando veía tantos micrófonos delante de él: el duro trabajo del jugador eterno. Beckenbauer marcaba el territorio y caminaba como quien ya lo ha vivido casi todo, como si supiera que todo en el fondo es una broma. Ballack sonreía como si estuviera ejercitándose.Después los premiados, los más jaleados. Cristiano fotografiándose con su mujer, su hijo y su familia. Diría en el escenario que por fin su hijo podía ver a su padre levantar el trofeo. Messi de nuevo sorprendía con su traje rojo. Ribéry llegaba cuarto de hora tarde con la mosca detrás de la oreja.

La hora de los premios

Y era la hora de los premios. A Heynckes, que cerró su carrera con el reconocimiento de sus compañeros. ''¿Nostalgia del banquillo, Jupp?''. ''No. Tengo plantas que cuidar y un perro que sacar a pasear''. La chilena de Ibrahimovic sería nombrado el gol más hermoso del año. Nadine Angerer, con un look hipster, sería proclamada la Mejor Jugadora del Año, y Silvia Neid la mejor seleccionadora de 2013.

Pero como en las películas, el clímax llegaría al final. Y no solo con el premio a Cristiano Ronaldo, que todo el mundo más o menos se lo olía, sino con su enorme emoción en el estrado. Las lágrimas del portugués simbolizaban la rabia de cuatro años en el podium, de una ambición incontenible, de irse muchos años de Zúrich después de representar el papel de actor secundario.

En la zona mixta se explicaría con más tranquilidad, como si hubiera pasado un siglo desde el anuncio. Cogía el Balón de Oro, que pesa doce kilos, como quien coge una cesta llena de cosecha. Como quien ha estado trabajando mucho para obtener algo. Respondía en portugués, inglés y español. Marcaba objetivos, los pendientes en sus lóbulos resplandecían. No perdía el gesto adusto y reconcentrado, el gesto de alguien que es un adicto a la victoria.

La diplomacia de Messi

Messi estaría muy diplomático en la zona mixta asegurando que Ronaldo merecía la distinción, pero él no lo había votado como capitán de Argentina. Ronaldo tampoco a él. Enemigos íntimos a sol y a sombra.

A estas alturas de la noche, la cinematografía del inicio ya se había roto. Las imponentes mujeres de los futbolistas ya estaban en la sala de fiesta y los futbolistas ya no parecían estrellas del celuloide, sino deportistas agotados debajo de los focos y los micrófonos, diciendo siempre más o menos lo mismo, apuntando al Mundial, con ganas de salir de ese laberinto de periodistas para ir a tomar algo.

El Kongresshaus de Zúrich se iba apagando y cada vez se parecía menos al Dolby Theatre de Los Angeles. El mundo dejaba de tener las costuras de un balón. Las lágrimas de Cristiano, eso sí, permanecían en las portadas como legado. Y los focos se iban apagando lentamente.

El fútbol ha copiado la dialéctica festiva del cine en la entrega de sus grandes premios. Los futbolistas han aprendido a caminar sobre la alfombra roja como lo hubiera hecho James Dean después de anotar cuarenta goles en una temporada. Están tan acostumbrados a los focos que caminan sobre ellos con la misma determinación que lo hacen sobre el césped.

Cristiano Ronaldo Leo Messi
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