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Dos penaltis de Messi y la calidad de Iniesta bastan para quitarse el miedo que metió el Milan
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EL SEGUNDO PENALTI DEL ARGENTINO PROTAGONIZÓ LA JUGADA MÁS POLÉMICA DEL ENCUENTRO

Dos penaltis de Messi y la calidad de Iniesta bastan para quitarse el miedo que metió el Milan

Guardiola pidió a la afición que se entregase a la causa y el Camp Nou lo hizo. Guardiola pidió a sus jugadores que jugaran como si

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Dos penaltis de Messi y la calidad de Iniesta bastan para quitarse el miedo que metió el Milan

Guardiola pidió a la afición que se entregase a la causa y el Camp Nou lo hizo. Guardiola pidió a sus jugadores que jugaran como si se tratara de una final y todos los que saltaron al césped lo hicieron. Los italianos no se quedaron atrás. Lo único que valía era la victoria y rendirse no era una opción. Hubo un encuentro vivo e hiperactivo hasta que el Barcelona y Messi quisieron a pesar de la polémica arbitral.

La situación de ambos equipos no invitaba a la relajación. El empate a cero de la ida señalaba la necesidad imperiosa de hacer gol. Cuanto antes mejor. La búsqueda de este objetivo final dejó un partido acelerado pero bonito donde el Barcelona tocó el balón como sabe y el Milan intentó aguantar las embestidas de los azulgranas metido atrás y atreviéndose a salir jugando la pelota pero sólo de vez en cuando porque la batuta del buen juego siempre la llevó un Barcelona que resultó la máquina apisonadora de otras ocasiones. Con Messi especialmente enchufado, los locales fueron los primeros en avisar pero los italianos no se quedaron atrás: dos aproximaciones a la portería de Valdés por parte de Ibrahimovic y Nocerino dejaron constancia de que Allegri había dado órdenes claras de ir a por el partido aunque defendiera con ocho. Y hubo un jugador especialmente empeñado en derribar el muro italiano que se le había resistido hace una semana en San Siro. Messi se marcó una jugada maestra después de presionar en el centro de campo a Ambrosini para robarle el balón y plantarse en el área de Abbiati, en ese momento cedió el balón a Xavi que no supo qué hacer con él. El argentino decidió poner orden en la obra que había creado y Antonini sólo pudo finiquitar la jugada con un penalti claro. El argentino la colocó a la derecha del portero del Milan que se tiró bien pero únicamente rozó el esférico.

El marcador no pudo con los italianos que se mostraron agresivos sabiendo que el empate que tanto les favorecía había desaparecido y lo único que les valía era echar el resto para ir a por el gol. En frente, el Barcelona seguía en su línea, haciendo lo que sabía y presionando bien. La libertad de movimientos imperaba en el centro del campo gracias a un enorme y trabajador Busquets y Mascherano apoyados por el gran trabajo en la defensa donde Alves era el que más peligro llevaba de cara a la portería de Abbiati. Mientras el Barcelona trataba avanzar en el entramado italiano con precisión milimétrica, el Milan fue consciente de que el marcador seguía teniendo más peligro para los de Guardiola que para ellos y en el 32 llegó el tanto italiano. Nocerino recogió un pase entre líneas de Ibrahimovic para cruzar el balón y poner el balón en las redes de Valdés. Los de Allegri pasaron de verse fuera de Europa a meterse en el partido de lleno y creció el peligro de su fútbol al mismo tiempo que los jugadores del Barcelona metían el turbo con cierto nerviosismo porque en ese momento los que estaban fuera de las semifinales de Champions eran ellos.

La alegría italiana y la impaciencia azulgrana no duró mucho porque en el minuto 40 llegó la jugada más polémica del encuentro: Nesta agarró a Busquets dentro del área y Kuipers señaló penalti. Agarrones dentro del área hay muchos, la mayoría no se pitan pero el colegiado es el que tiene la última palabra sobre el terreno de juego y consideró que el agarrón debía ser castigado con la pena máxima. Mismo ejecutor, palo contrario. Messi colocó la pelota en el palo izquierdo mientras Abbiati se tiraba hacia la derecha. Los italianos tenían que volver a empezar y se fueron al descanso metiendo miedo a un Barcelona con el que Guardiola parecía no estar muy contento.

Iniesta sentencia a los italianos

La segunda parte comenzó siguiendo el mismo guión: el Milan intimidando y un posible penalti. La defensa culé salió despistada e Ibrahimovic pudo liarla y fue el sueco el mismo que cayó ante Mascherano pero Bjorn no consideró que fuera penalti.

El Barcelona movía el balón en campo italiano y el Milan era casi letal en las contras. Casi porque no conseguía el tanto del empate. Y cuando más empleados estaban los italianos apareció Iniesta. Messi lanzó desde la frontal y el rechace le cayó al de Fuentealbilla que quiso hacer las cosas bien: bajó el balón, se lo cambió de pie y lo cruzó ante la salida de Abbiati. Los jugadores del Milan reclamaron un fuera de juego que nunca existió mientras intentaban asumir el jarro de agua fría que les acababa de caer. El gol les dejó tocados y Allegri dio paso a Aquilani sentando a Seedorf que se llevó la ovación del Camp Nou. Un gesto que la afición culé repitió cuando Xavi dejó su sitio a Thiago. Cuando se trata de la Champions, no existe el dolor en su maltrecho sóleo.

Guardiola pidió a la afición que se entregase a la causa y el Camp Nou lo hizo. Guardiola pidió a sus jugadores que jugaran como si se tratara de una final y todos los que saltaron al césped lo hicieron. Los italianos no se quedaron atrás. Lo único que valía era la victoria y rendirse no era una opción. Hubo un encuentro vivo e hiperactivo hasta que el Barcelona y Messi quisieron a pesar de la polémica arbitral.

Andrés Iniesta Leo Messi