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Cabrear a Carlos Sainz en el Dakar es un arma de doble filo... y Al-Attiyah lo ha conseguido
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AL ATTIYAH DECIDIDO A PROVOCAR

Cabrear a Carlos Sainz en el Dakar es un arma de doble filo... y Al-Attiyah lo ha conseguido

Nasser Al-Attiyah ha comenzado desde el primer día encadenando provocación tras provocación contra Carlos Sainz. Más que fanfarronadas podría ser guerra psicológica

Foto: Nasser Al Attiyah junto a Carlos Sainz, en la pasada Baja Aragón
Nasser Al Attiyah junto a Carlos Sainz, en la pasada Baja Aragón

Si algo ha perjudicado a Carlos Sainz en sus participaciones en el Rally Dakar y le ha restado dos o tres victorias más a su palmarés, ha sido correr más con mentalidad del mundial de rallyes que con mentalidad Dakariana al estilo Peterhansel. Nunca es fácil, (que se lo digan a Sebastian Loeb) frenar tu impulso natural e ir en ocasiones más despacio de lo que te pide el cuerpo. Pero es obligado en una carrera que se caracteriza siempre por sus traicioneras trampas. Nasser Al-Attiyah es muy consciente de ello.

En velocidad pura, los especialistas en la conducción en el desierto, como Al Rahji, o el propio Al-Attiyah, están algo por detrás de los pilotos que vienen del mundial de rallyes. Por esta razón, estos últimos asumen más riesgos para marcar diferencias en cuanto se sale de las dunas. Hablamos de diferencias muy pequeñas en todo caso, por lo que es necesario también entrar en el terreno de los riesgos si se quiere obtener ventaja. Y es ahí donde Nasser Al-Attiyah quiere que entre Carlos Sainz. Es al rival al que más teme y lo quiere fuera de carrera lo antes posible.

Sainz es un piloto que a lo largo de toda su carrera ha demostrado tener muy pocas fisuras. Frente a la exuberancia de compañeros de equipo como Colin McRae o Juha Kankkunen, estaba su sobriedad pilotando. Ningún exceso que no fuera a aportar alguna décima al crono. Los rallyes se ganaban estando siempre en la parte alta de todos los tramos, no pegándose una machada en uno y perdiendo mucho tiempo en otro fruto de los excesos. Y no es que no fuera capaz de ir tan al límite como sus rivales, pero para que ocurriera tenía que venir remontando de una avería… o pilotar muy cabreado.

Nasser Al-Attiyah conoce perfectamente a Carlos Sainz. Lo ha estudiado de arriba abajo y sabe que uno de sus escasos flancos débiles es que pierda su habitual frialdad. Sólo de ese modo, al desproveerle de prudencia, puede hacer que caiga en alguna trampa. Pero atención, porque esto es también un arma de doble filo. Un Carlos Sainz picado, con ganas de callar bocas, es también sumamente peligroso. No hay que olvidar, además, que por muchas trampas que tenga la prueba, el Dakar cada vez exige correr más al estilo del mundial de rallyes y menos al estilo Raid de nadar y guardar la ropa. Las motos son el claro ejemplo.

El recuerdo de 2020

Una muestra de lo peligroso que puede resultar cabrear a Sainz lo vimos en la edición 2020, donde pilotó un poderío (y riesgo) impresionante. Seguro que no lo querrá reconocer, pero aquella rabia que mostraba al conducir, casi seguro que tenía que ver con un acicate que le tenía algo molesto: Fernando Alonso. No es que al bicampeón mundial de Rallyes le molestara que el asturiano se adentrara en su terreno. Pero quizá, tampoco le hiciera ninguna gracia que toda la atención girara hacia Alonso y de alguna forma se le ninguneara a él.

No vean nada raro (ni malo) en ello. Sainz, Alonso y cualquier piloto ganador llevan bastante regular que se disipe la atención que ellos creen merecer. Llámenlo ego, llámenlo necesidad de reconocimiento, pero nunca hay que olvidar que un piloto de carreras, como en cualquier deportista de alta competición, late un ansia de demostrar que él es el mejor. Aquella relativa indiferencia mediática y de buena parte los seguidores en 2020, enrabietó de tal manera a Sainz, que pilotó con una furia y velocidad que realmente impresionaba ver. Y arrasó, recuerden.

Aunque Nasser Al-Attiyah ha comenzado el Dakar con más problemas de los previstos, que nadie le subestime tampoco. Conoce el terreno como la palma de su mano y a la que su coche responda y no de problemas mecánicos, es el rival a batir por Sainz. Al piloto Qatarí, le trae bastante sin cuidado lo que opinen de él en redes sociales y en su país, porque no va a encontrar nada más que parabienes entre sus compatriotas. Por eso no tiene problema alguno en pecar de lenguaraz. Ese es un lujo, sin embargo, que los europeos no se pueden permitir. Están sometidos a un escrutinio continuo y tienen que medir muy bien cada palabra que dicen.

Desestabilizar al rival

Por eso, hay que poner en contexto todas las boutades de Al-Attiyah desde que ha comenzado la prueba. Que si los Audi en tres días se van para casa, que si las mentiras con los pinchazos, que si se van a enterar los rivales cuando decida sacar el hacha. Nada es casual con Nasser y con esas declaraciones busca deliberadamente desestabilizar al rival. Y a fe que a veces lo consigue, porque tampoco fue casual la exhibición de hace dos días de Sainz ganando la etapa. Detrás del Audi había un madrileño con ganas de cerrar bocas.

Pero Carlos de momento no ha caído en la trampa. Al-Attiyah ya demostró, por ejemplo, en una competición cuerpo a cuerpo en la Extreme-E, que no se anda con chiquitas a la hora de pelear duro. Tampoco hay que olvidar que cuando corres en casa, (un qatarí en Arabia Saudí es algo muy parecido a jugar como local), alguna ayudita del público a tu favor o en contra de tu rival siempre puede caer. La organización lo sabe, pero es muy difícil demostrarlo y más aún perseguirlo. El español va a lo suyo y está cumpliendo a la perfección el plan de sobrevivir a la tradicional criba inicial de la prueba.

De momento, los Audi RS Q e-tron están funcionando bien. Tal y como reconoce el piloto madrileño, la carrera "es una caja de sorpresas y hay que estar preparados para lo peor cada día". De momento no ha picado el anzuelo de Al-Attiyah y la tercera etapa fue un buen ejemplo de correr pensando en lo mucho que queda aún de carrera. Igual que ocurrió el año pasado, una trampa de la organización te puede dejar fuera de juego. Pero quizá también este año, David Castera y su equipo se anden con más ojo, para evitar una situación que despertó demasiadas suspicacias de favoritismo hacia los pilotos locales.

El abanico de posibles vencedores de la prueba se ha ampliado. Esto ya no es un duelo a dos entre Audi y Toyota, sino que los coches de Prodrive también van a estar en la pelea. Queda mucha carrera aún y las fanfarronadas de Al-Attiyah no han tenido efecto, porque han cabreado a Sainz lo justo y necesario. Pero esto no ha hecho más que empezar…

Si algo ha perjudicado a Carlos Sainz en sus participaciones en el Rally Dakar y le ha restado dos o tres victorias más a su palmarés, ha sido correr más con mentalidad del mundial de rallyes que con mentalidad Dakariana al estilo Peterhansel. Nunca es fácil, (que se lo digan a Sebastian Loeb) frenar tu impulso natural e ir en ocasiones más despacio de lo que te pide el cuerpo. Pero es obligado en una carrera que se caracteriza siempre por sus traicioneras trampas. Nasser Al-Attiyah es muy consciente de ello.

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