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Jacques Laffite y Jean Pierre Jabouillle: los riesgos de ser un cuñado en la Fórmula 1
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UNA RELACIÓN complicada

Jacques Laffite y Jean Pierre Jabouillle: los riesgos de ser un cuñado en la Fórmula 1

Fueron dos de los pilotos franceses más carismáticos de la historia y tenían un curioso vínculo familiar, al estar casados con dos hermanas. Un hecho que no siempre les benefició

Foto: Jacques Laffite en el Gran Premio de Australia de 2010 firmando autógrafos
Jacques Laffite en el Gran Premio de Australia de 2010 firmando autógrafos

Jacques Laffite, el mítico piloto de Fórmula 1 francés (tercer mejor palmarés de su país detrás de Alain Prost y René Arnoux), cumplía estos días ochenta años. Aquejado desde 2018 del mal del Parkinson, no pierde nunca la sonrisa y el buen humor que siempre le caracterizó. No en vano era conocido como Happy Jacques. Dentro su apasionante historia como piloto, hubo un hecho muy curioso como era ser cuñado de Jean Pierre Jabouille, otro de los pilotos franceses importantes de su época.

Jean Pierre y Jacques se conocían desde niños cuando se encontraron en una pista de patinaje en su París natal. El primero era el reflexivo y tranquilo, el segundo el temperamental y extrovertido. Eran muy diferentes, pero precisamente por ello se complementaban tanto. Fue Jabouille el que contagió a Laffite de la afición a los coches, de hecho este último empezó a visitar los circuitos haciendo de mecánico de su amigo.

Su ascenso hacia la Fórmula 1 fue paralelo, progresando de forma similar en la típica escalera de aquella época, Fórmula Renault, Fórmula 3 francesa, Fórmula 2 Europea y finalmente, Fórmula 1. El del talento natural era Jacques, pero Jabouille era el analítico y compensaba sus limitaciones, con una prodigiosa habilidad para la puesta a punto y extraer todo el potencial de su coche. Por el camino, ambos se hicieron novios de las hermanas Genevieve y Bernadette Cottin, un hecho que como veremos más adelante impactó sobre sus carreras deportivas.

En aquellos primeros años de la década de los ochenta, no eran de todos modos los únicos cuñados del paddock. Eddie Cheever y Riccardo Patrese tuvieron también una relación de amistad similar desde sus años del karting y se acabaron casando con otras dos hermanas llamadas Rita y Suzie. La relación entre ambos siempre fue muy estrecha, pero el ambiente se enrareció entre ellos los dos años que compartieron equipo en Alfa Romeo.

placeholder Jean Pierre Jabouille fue el gran artífice de la evolución del motor turbo de Renault en pista (Michelin)
Jean Pierre Jabouille fue el gran artífice de la evolución del motor turbo de Renault en pista (Michelin)

Patrese y Cheever también cuñados

Patrese recuerda de aquella época lo complicado que era mantener la concordia familiar, en unas temporadas en que los coches y el equipo fueron un completo desastre. Hubo momentos que no se dirigían la palabra y prohibieron a sus esposas el contacto. El distanciamiento entre dos amigos, que habían sido uña y carne, llegó a un punto tan absurdo que, a pesar de intentar evitarse, coincidieron en un Gran Premio en un ascensor, se insultaron y… empezaron a reír sin parar.

Laffite y Jabouille también habían tenido sus más y sus menos de muy jovencitos, pero en la Fórmula 1 ya convertidos en cuñados siempre estaban muy próximos, pese a competir en escuderías rivales. El primero para Ligier y el segundo para Renault. Las hermanas Cottin eran inseparables y era habitual verlas juntas con sus maridos en el paddock y de vacaciones entre carrera y carrera. A final de 1980 Jabouille, tuvo un desencuentro con el director deportivo de Renault y Didier Pironi dio la espantada en Ligier. Era el momento ideal para que por fin corrieran juntos compartiendo equipo.

Ambos sabían que compartir equipo siempre puede generar roces por sentir que se apoya más a un piloto que a otro. Pero nunca llegaron a comprobarlo, porque un accidente muy fuerte en el Gran Premio de Canadá de 1980 destrozó la rodilla de Jean Pierre Jabouille. Allí se acabó su carrera deportiva. Aunque el parisino comenzó la temporada con Ligier, era evidente que, a pesar de su coraje, no estaba en condiciones de pilotar. Después de las cuatro primeras carreras del campeonato decidió retirarse de la competición.

Jabouille era valorado como piloto, pero lo era mucho más como probador. Pero aunque indudablemente era muy bueno poniendo a punto los coches, una cosa es tener un poderoso bagaje técnico y otra cosa es ser un ingeniero. De ahí vinieron los problemas que acabarían por enterrar la carrera deportiva de su cuñado Jacques en Ligier. Gerard Ducarouge era el director técnico del equipo y aunque hacía coches maravillosos con un presupuesto muy ajustado, siempre estaba a tortas con Guy Ligier, el autócrata dueño de la escudería. Resultado: Ducarouge a la calle y Jabouille nuevo jefe técnico.

Por fin juntos, pero al final, peleados

Guy Ligier, vio en un Jabouille recién retirado la oportunidad perfecta de dar una patada a Ducarouge. Si no lo había hecho antes, era porque no tenía ningún recambio. Ahora pensó tener la solución perfecta con Jabouille. Era alguien que no sólo era muy capaz a nivel técnico, sino también el socio perfecto para extraer todo el potencial de Jacques Laffite, un piloto que era igual de genial que irregular. Nadie mejor que un cuñado y a la vez amigo, para complementar las carencias de su piloto estrella.

La idea tampoco era tan descabellada, porque Jabouille, una vez que tomó el testigo de Ducarouge en la dirección técnica del equipo, tuvo un papel crucial para mantener a Ligier en la lucha por el título mundial en 1981. Pero una cosa es perfeccionar el trabajo realizado por otro y algo bien distinto, crear desde un folio en blanco. Y ahí empezaron los problemas. En 1982 Laffite dejó de estar entre los pilotos de cabeza y Ligier comenzó una decadencia de la que quizá no volvió a recuperarse nunca más.

Para crear el nuevo Ligier JS18, Jabouille se rodeó de algunos ingenieros que él conocía, pero las líneas maestras del coche eran suyas. Aunque era un coche muy innovador con algunas soluciones inspiradas en el revolucionario Lotus 88, el coche fue un desastre. Muchos de los que estuvieron involucrados en el proyecto reconocían que el coche no era malo, pero que para que funcionara necesitaba de mucho dinero en tests y túnel de viento. A Jabouille le faltó el pragmatismo que siempre tuvo Ducarouge.

Foto: Alonso y Hamilton, tras su duelo en el Gran Premio de Australia (Formula 1)

Aquella temporada, enrareció mucho también la relación entre los dos cuñados, que mutuamente se culpaban del desastre. Y es que los dos estaban muy mal acostumbrados. Jabouille venía de un equipo como Renault que contaba con recursos casi ilimitados y Laffite de tres temporadas victoriosas en las que estuvo peleando por el campeonato del mundo. Entre el desnorte técnico de uno y falta de motivación al volante del otro, ambos acabaron fuera del equipo en 1982.

La cosa se envenenó aún más cuando Bernadette dejó a Jacques Laffite y se fugó con Alain Prost. Genevieve se posicionó del lado de su hermana y Jabouille no sólo dejó de ser cuñado de Laffite, sino que dejaron también de ser amigos. Con el tiempo las aguas se calmaron y Jean Pierre y Jacques retomaron su amistad, aunque a quien no perdonó nunca la traición fue a Alain Prost. Y es que lo de ser un cuñado en la Fórmula 1 tiene sus peligros.

Jacques Laffite, el mítico piloto de Fórmula 1 francés (tercer mejor palmarés de su país detrás de Alain Prost y René Arnoux), cumplía estos días ochenta años. Aquejado desde 2018 del mal del Parkinson, no pierde nunca la sonrisa y el buen humor que siempre le caracterizó. No en vano era conocido como Happy Jacques. Dentro su apasionante historia como piloto, hubo un hecho muy curioso como era ser cuñado de Jean Pierre Jabouille, otro de los pilotos franceses importantes de su época.

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