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Las razones por las que Ricciardo perdió la mirada del tigre. ¿Será para siempre?
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UN DECLIVE DESCONCERTANTE

Las razones por las que Ricciardo perdió la mirada del tigre. ¿Será para siempre?

Probablemente, estemos ante el caso más espectacular de depreciación de un piloto en décadas. De ser objeto de deseo de todos los equipos a la generalizada indiferencia

Foto: Daniel Ricciardo, en una imagen reciente. (Reuters/Geert Vanden Wijngaert)
Daniel Ricciardo, en una imagen reciente. (Reuters/Geert Vanden Wijngaert)

Es un enigma sin duda difícil de averiguar. ¿Cómo es posible que un piloto que batió a Sebastian Vettel, cuando era vigente campeón del mundo cuatro veces consecutivas, o que jugó de tú a tú con Max Verstappen, de repente se convierta en un piloto mediocre? La desconcertante caída en desgracia de Daniel Ricciardo indica que en la Fórmula 1 dos más dos no siempre son cuatro. Sin embargo, también lo fácil que es pasar del cielo al infierno si en este deporte no das la talla carrera a carrera. Nada más clarificador que la lapidaria frase de Zak Brown, el jefe de McLaren, cuando dio por finiquitada su relación con el piloto australiano: "Con Daniel hemos aprendido que jamás volveremos a firmar un contrato dando las cosas por sentadas".

En semejante descenso a los infiernos, no puede haber una causa única. Es imposible que a un piloto extraordinario se le olvide conducir. No obstante, en una conversación a micrófono abierto el otro día, Ricciardo le comentó a Checo Pérez que probablemente iba a tomarse un año sábatico y que luego volvería a buscar un proyecto que le convenciera. Esa confesión es el mejor ejemplo de lo alejado que el australiano está de la realidad. Y explica quizá mejor que ninguna otra causa la razón por la que ya no es el piloto de antaño. Es la confesión de un piloto acomodado, de un deportista que ha perdido el hambre y que se ha dormido en los laureles de la fama. Es en definitiva, como tan bien se describía en la película 'Rocky III', la representación de alguien que ha perdido la mirada del tigre.

Si Ricciardo quiere recuperar su lugar en la Fórmula 1, no puede permitirse un año sabático. Este es un lujo que solo está al alcance de alguien que está en la cumbre de su talento, no un piloto que tiene su cotización por los suelos. Danniel tendría que haber fichado por cualquier equipo de Fórmula 1, gratis si es necesario cuando haya de por medio un proyecto atractivo. Solo así podría demostrar al mundo que el problema estaba en McLaren o en su inadaptación al coche que por dos temporadas tuvo que pilotar.

No hay más oportunidades

Vean por ejemplo como Alex Albon, con el peor coche de la parrilla en Williams, está reconstruyendo una reputación que quedó muy dañada cuando salió de Red Bull por la puerta de atrás. Para Ricciardo ser un 'star-name' le ha servido durante dos años, pero es tan carismático y demostró en el pasado ser tan buen piloto, que todos pensábamos, que en algún momento volvería la magia. Pero no ha ocurrido. Por eso es tan suicida tentar al paddock a que se olvide de ti. Si se marcha un año, probablemente jamás habrá otra oportunidad.

Es evidente que a nivel mental Ricciardo ha sufrido mucho. Probablemente, necesite de veras esa desconexión temporal del deporte para recargar las pilas y volver con más fuerza. El problema es que la alta competición es muy cruel y rara vez espera a alguien. A todos se les llena la boca hoy día en el paddock al hablar de la salud mental, pero raro será ver a un 'team manager' decir: "Voy a esperar un año a que Ricciardo se recupere mentalmente y aquí están abiertas las puertas para cuando regrese". Porque además entre ellos cunde la sospecha de que Daniel ha antepuesto demasiado en su carrera el dinero a la ambición deportiva.

Proféticas resultan ahora las palabras de Cyril Abiteboul cuando dijo que Ricciardo "se arrepentiría toda su vida de su decisión de abandonar Renault". El que era por aquel entonces director del equipo de Fernando Alonso tardó poco en recuperarse del disgusto cuando vio la oportunidad de fichar al asturiano, por menos dinero incluso del que pagaba al australiano. Hay que recordar que en un ataque de cuernos, cuando Abiteboul se enteró de que Red Bull abandonaba Renault para irse con Honda, su respuesta fue robarles a Ricciardo con una oferta de 25 millones de euros anuales. Y lo cierto es que, aunque el sueldo fuera claramente desproporcionado, el australiano rindió muy bien en el equipo francés, dejando un mal sabor de boca cuando decidió marcharse.

Prioridad de lo monetario sobre lo deportivo

A Renault le tocaba a finales de 2020 apretarse mucho el cinturón si quería seguir en Fórmula 1 y con ello tenía que decir adiós a los salarios astronómicos como el de Ricciardo. No hubo opción para negociar porque el australiano se marchó a McLaren por algo menos de dinero del que ganaba en Renault, pero todavía con unos nada despreciables 15 millones de euros anuales, mucho más del doble del salario que cobra el otro piloto del equipo, Lando Norris. Parece claro que Zak Brown ha tenido que pagarle todo o gran parte del salario que le correspondía por la temporada 2023 que aún restaba en su contrato. Sin embargo, el pago de esa cifra será a condición de que no compita en otro equipo.

Mclaren difícilmente podía escapar de rositas de un contrato que le obligaba a pagarle el tercer año pactado. Pero, después de haberle ofrecido empleo en otras actividades deportivas de McLaren como la Indycar y haber sido rechazadas por "querer seguir en Fórmula 1", tienen todo el derecho como hace cualquier otra empresa que en el finiquito de un gran directivo su compensación esté supeditada a no trabajar durante un tiempo para la competencia. Esa probablemente sea la clave de la historia del año sabático. Ningún equipo va a pagar los diez o 15 millones de euros que Ricciardo tendría que devolver a McLaren más algo de salario personal durante la temporada. Pocos dudan, por ejemplo, de que Alpine habría rescatado para su equipo a Ricciardo si hubiera llegado gratis, pero ni en sueños iba a contribuir a que McLaren ingresara a su costa un euro más después del fiasco de Oscar Piastri.

placeholder En dos temporadas Ricciardo, nunca encontró su mejor versión en McLaren ( EFE/EPA Remko de Waal)
En dos temporadas Ricciardo, nunca encontró su mejor versión en McLaren ( EFE/EPA Remko de Waal)

Son muchos los que creen que Ricciardo dejó de ser el gran piloto que fue el día que prescindió de su manager de toda la vida Glenn Beavis y firmó con la agencia CAA (Creative Artists Agency), una de las empresas de representación más grandes del mundo con un poder enorme en Hollywood. Pocos entendieron, por ejemplo, el paso que dio el australiano al comprarse un casoplón de 18 millones de dólares en Beverly Hills. Y que cada vez pasara más tiempo allí, en lugar de Europa en la sede de McLaren. Se le veía más distraído con aventuras empresariales y el mundo del 'show-business'. Justo la receta contraria a ponerse el mono de trabajo y buscar sin descanso día y noche, donde están las décimas perdidas respecto a Lando Norris.

Aparte de las diferencias siderales en la clasificación por puntos en el Mundial de pilotos, entre los dos de Mclaren, Norris era el año pasado 0.215 décimas de segundo por vuelta más rápido que Ricciardo, mientras que este año la diferencia en lugar de reducirse ha aumentado a 0.314 décimas. En dos años hay tiempo suficiente para que con trabajo encuentres el modo de adaptar tu pilotaje a un coche difícil para tu estilo, igual que hay tiempo para recuperarse físicamente del coronavirus o mentalmente de la morriña de estar más de 365 días sin ver a tu familia australiana. Si con dos temporadas la cosa no da síntomas de mejorar, sino de empeorar cada vez más, la razón más plausible es haber perdido la mirada del tigre. Ojalá que no sea para siempre.

Es un enigma sin duda difícil de averiguar. ¿Cómo es posible que un piloto que batió a Sebastian Vettel, cuando era vigente campeón del mundo cuatro veces consecutivas, o que jugó de tú a tú con Max Verstappen, de repente se convierta en un piloto mediocre? La desconcertante caída en desgracia de Daniel Ricciardo indica que en la Fórmula 1 dos más dos no siempre son cuatro. Sin embargo, también lo fácil que es pasar del cielo al infierno si en este deporte no das la talla carrera a carrera. Nada más clarificador que la lapidaria frase de Zak Brown, el jefe de McLaren, cuando dio por finiquitada su relación con el piloto australiano: "Con Daniel hemos aprendido que jamás volveremos a firmar un contrato dando las cosas por sentadas".

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