La resurrección de Hamilton y Mercedes: ¿es genuina o un simple 'efecto Mansell'?
Por primera vez en la temporada pudo verse a Mercedes con ritmo y opciones al triunfo. La progresión es evidente pero surgen dudas sobre si la competitividad es real o circunstancial
La ‘Mansellmanía’ era un clásico de todos los veranos hace tres décadas. Daba igual con el coche se presentará el piloto británico Nigel Mansell en Silverstone, que él mismo y sus enfervorizados seguidores enloquecían literalmente de euforia en la cita inglesa del mundial. Era como ver a otro piloto. No es que Mansell fuera en el promedio del campeonato un piloto del montón ni mucho menos, pero era pisar la ‘catedral’ del automovilismo ‘British’ y Mansell se transformaba en un piloto de otra galaxia. No podía toserle absolutamente nadie.
Quizá no tan exagerado, pero algo similar ha venido ocurriendo en Silverstone con Lewis Hamilton. El siete veces campeón del mundo, delante de su afición, siempre se crecía un poquito más. Para quien diga que los pilotos no sienten desde su habitáculo el calor del público, tendría que haber visto la entrega de la afición inglesa con su ídolo camino del tercer lugar del pódium. Es imposible ir dentro del coche y no darse cuenta del despliegue brutal de sus compatriotas, así como del estruendo de los graderíos.
Una motivación especial
Por mucho que los pilotos siempre crean encontrar su límite en cualquier circuito, existen ciertos momentos de estados de gracia, fruto de la motivación propia o por el empuje del público, donde aparecen por arte de magia tres o cuatro décimas de competitividad añadida a un coche. Ese es el dilema que surge cuando vimos el domingo a Lewis Hamilton y su Mercedes como potenciales ganadores de un Gran Premio. ¿Estábamos ante la confirmación de que Mercedes ha vuelto o, por el contrario, fue la inspiración extra de Hamilton la que elevó a su coche más allá del lugar que le corresponde?
Probablemente, haya un poco de las dos cosas, pero también es cierto que habría que añadir un tercer factor que es la naturaleza del circuito de Silverstone. La pista británica, al igual que Barcelona, es uno de los puntos de referencia de los equipos a la hora de definir la competitividad ideal de un coche. El problema es que ambos circuitos tienen trazados que discurren por asfaltos lisos como una alfombra y la aerodinámica que allí funciona magníficamente bien, se vuelve caprichosa en cuanto llegamos a las pistas bacheadas.
En el pasado, el factor de los baches siempre era algo a tener en cuenta a la hora de correlacionar los datos del túnel de viento y la simulación por ordenador con la pista. De hecho, hay una herramienta llamada 'shaker' que es una plataforma de siete puntos que replica todas y cada una de las imperfecciones y bordillos de los circuitos. El problema es que este año, con la aparición del ‘efecto rebote’ fruto de la nueva reglamentación aerodinámica, los ingenieros cuentan con un problema añadido a la hora de hacer sus cálculos. Ni con todas las maravillosas herramientas a su disposición pueden evitar el método de 'prueba/error' de toda la vida, para tratar de que el coche haga en la pista lo que promete en el ordenador.
A very intense race at the #BritishGP yesterday!😱 @LewisHamilton takes another well deserved podium, unfortunately for @GeorgeRussell63 the race was over after a crash on lap 1. Thanks for your huge support all weekend, Team!❤️👏#WeLivePerformance #MercedesAMGF1 pic.twitter.com/Y1GqERwFZ2
— Mercedes-AMG Motorsport (@amgmotorsport) July 4, 2022
Alergia a los baches
Por lo explicado anteriormente, los Mercedes fueron muy rápidos en Barcelona y lo fueron también en Silverstone. Sin baches y con un circuito que prima la aerodinámica refinada sobre otros factores como la motricidad o la maniobrabilidad, los Mercedes ya desde los entrenamientos libres del viernes avisaban que venían muy fuertes. Con el paquete de mejoras que traían para esta carrera, parecían candidatos serios a mezclarse por primera vez en la lucha por el triunfo con los Red Bull y los Ferrari, los titanes de esta temporada 2022.
De todos modos, pese a que la competitividad pudo comprobarse que es genuina, también hubo detalles que indicaban que aún necesitan mejorar en algunos apartados para ser un contendiente real para las victorias. Uno de ellos es la capacidad de generar calor al neumático, donde se vio en el reinicio de la prueba a nueve vueltas del final, que frente a Ferrari y RedBull en los primeros compases, Hamilton no podía seguir su ritmo. Una vez que se alcanzaba el punto óptimo de temperatura, el ritmo era igual de bueno o mejor, pero no lo suficiente para enjuagar ese tiempo perdido en las primeras vueltas. Pudo verse, igualmente, que el ritmo de degradación de los neumáticos duros era menor que sus rivales, pero de nuevo no resultaba una ayuda estratégica por el terreno perdido en los inicios.
Mattia Binotto, el jefe de Ferrari se congratulaba de que Mercedes esté de vuelta y aunque parezca una declaración de ‘bienqueda’ cara a la galería, en cierto modo podría resultar propicio a los intereses de su equipo si un tercero se suma a la pelea por los triunfos y roba puntos a Red Bull. Obviamente, también se los pueden robar a ellos, pero quizá cuente Binotto, que la especial fijación que tenga Hamilton sea mucho mayor con Max Verstappen que con Charles Leclerc o Carlos Sainz.
Más rápidos y sin ‘efectos secundarios’
Mercedes traía para Silverstone un alerón delantero nuevo, modificaciones en el alerón trasero y sobre todo la parte menos visible, pero más crítica esta temporada como es el suelo del coche. A diferencia de lo ocurrido con Alpine, aunque las evoluciones en los dos equipos funcionaron, en el caso de los coches plateados no supuso problemas añadidos al efecto secundario de los rebotes que tanto les ha golpeado esta temporada. Es más, no sólo no ha rebrotado el problema con las mejoras, sino que en los momentos finales de carrera con los depósitos vacíos, que es cuando más evidente se hace este fenómeno, tampoco se vio brincar apenas al coche.
Tarde o temprano, el equipo que ha dominado como una apisonadora la Fórmula 1 estos años pasados tenía que volver. Lo mismo sospechábamos que iba a ocurrir con Hamilton, que muy dubitativo o poco dado a tomar riesgos cuando el coche no está a su gusto, se vio en Silverstone al igual que ocurrió en Barcelona, al Hamilton de las grandes ocasiones. Quizá efectivamente hubiera un punto de ‘efecto Mansell’ en su soberbia actuación en el Gran Premio de casa, pero da la impresión que coche y piloto han llegado a la cabeza de carrera para quedarse.
La ‘Mansellmanía’ era un clásico de todos los veranos hace tres décadas. Daba igual con el coche se presentará el piloto británico Nigel Mansell en Silverstone, que él mismo y sus enfervorizados seguidores enloquecían literalmente de euforia en la cita inglesa del mundial. Era como ver a otro piloto. No es que Mansell fuera en el promedio del campeonato un piloto del montón ni mucho menos, pero era pisar la ‘catedral’ del automovilismo ‘British’ y Mansell se transformaba en un piloto de otra galaxia. No podía toserle absolutamente nadie.
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