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Nueve años y más de 3.000 días: la increíble manera en la que McLaren volvió a ganar
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EL COMIENZO DE UNA NUEVA ERA

Nueve años y más de 3.000 días: la increíble manera en la que McLaren volvió a ganar

La segunda racha más larga de la F1 sin ganar, la primera entre los equipos históricos, McLaren vuelve a ganar de la mano de Zak Brown y Andreas Seidl. Como estaba previsto

Foto: El éxito de McLaren en Monza culmina la primera fase de su exitoso proceso de reestructuración
El éxito de McLaren en Monza culmina la primera fase de su exitoso proceso de reestructuración

A veces un gran premio eclosiona en una historia de fantasía con finales de ensueño, redactados por un destino singular y caprichoso. Como el pasado GP de Italia. Ni McLaren ni Daniel Ricciardo hubieran diseñado en la almohada el desenlace de la carrera italiana, que proporcionó uno de los más divertidos y agradecidos podios de los últimos tiempos.

Porque romper casi una década sin victorias para uno de los históricos de la Fórmula 1 no es un hito cualquiera. Lograrlo con un doblete frente a Mercedes y Red Bull en estos tiempos ya es refinar el éxito. El equipo con más triunfos tras Ferrari también ha protagonizado el segundo mayor período sin ganar en la disciplina. En concreto, 3.213 días, la racha más larga en la historia de McLaren.

Cerrar tal travesía del desierto por parte del piloto que se arrastraba con su monoplaza en 2021 aportaba un emotivo toque final. Todo este envoltorio culmina así el éxito de Zak Brown con el proceso de reconversión que emprendió para sacar a McLaren del marasmo.

"Está decepcionado, y nosotros"

Resultaba descorazonador ver a uno de los pilotos más joviales de la parrilla en el parque cerrado de Hugaroring, agarrado al halo y sin salir de su monoplaza, tal era su desolación. Había sido embestido en la primera curva del Gp de Hungría. Otro desastre en 2021. Daniel Ricciardo llegó como gran estrella a McLaren, pero no lograba adaptarse a las particularidades del MCL35M. En los entrenamientos de Mónaco, el británico le había clavado un segundo. En los compases finales del GP de Mónaco, Lando Norris daba las gracias a su compañero por dejarse. Norris subió al podio.

Combinado con su estilo de frenada, Ricciardo no cogía al punto a la singular entrada en curva de su nuevo monoplaza. A pesar de su apoyo durante los primeros meses, hasta el propio Andreas Seidl empezó a dar señales de alarma. "No creo que pensara que sería tan difícil cambiar de equipo. Ricciardo está decepcionado y nosotros también, pensamos que se adaptaría más rápido. Pero sigo convencido de que, en algún momento, todo encajará". En la lucha por el tercer puesto con Ferrari, Leclerc y Sainz puntuan regularmente a pesar de un monoplaza inferior en muchos trazados. Ricciardo era el eslabón débil. Al llegar a la pausa veraniega, el australiano contaba con 50 puntos por los 113 de su compañero, que le superaba en absolutamente todas las estadísticas por un amplio margen.

"No sabemos lo que ha hecho"

¿Qué ha cambiado para semejante metaformósis? El doblete de McLaren confirmaba que el MCL35M era un guante para Monza, tanto por tracción como por velocidad punta. Por su parte, el australiano había cogido aire en la pausa veraniega. Incluso llegó a reconocer que había acudido a los simuladores caseros, algo que antes rechazaba como un juego, para sondear respuestas a sus problemas. “No sabemos lo que ha hecho durante esas dos semanas (de pausa), y tampoco queremos saberlo", bromeaba tras la carrera el propio Andreas Seidl. "Es bueno hacer una pausa, coger distancia después de un período tan intenso para él, en el que ha puesto mucha energía sin que los resultados llegaran. Quizás necesitaba esa pausa para alejarse, reflexionar y volver y aplicar todo lo que ha trabajado durante la mitad de temporada”. Tras un intenso trabajo racional, de análisis y asimilación consciente, el subconsciente hizo su trabajo encajando las piezas. Las próximas carreras lo confirmarán.

Ricciardo reflexionaba tras su victoria desde una perspectiva más personal que profesional sobre lo vivido estos meses, quizás los más desconcertantes de su carrera en la Fórmula 1. “He tenido momentos de frustración, de dejarme caer, pero me propuse que no duraran. Y también he querido intentarlo, ganar algo de todo ello y aprender. Hubo días donde no he amado lo que hago, pero los he tenido cada año. Pero este probablemente hayan sido más”, confesaba tras la prueba, “No me arrepiento de ellos, son los que te hacen apreciar los días buenos, pero también te hacen entender algunas cuestiones internas dentro de ti, y cuánto lo deseas y significa para ti. Esto es lo más importante de este fin de semana. Había un gran deseo para luchar por el podio. Cuando llegué a ese momento y a ese nivel, entré hasta la empuñadura”.

La gracia de Lando Norris

Pero tan destacable como la resurrección de una figura tan carismática fue la gracia con la que Lando Norris asumió la victoria de su compañero en la mejor oportunidad para McLaren en una década. Todo el año rozando el poste, pero la pelota entró para el otro piloto. Lleva cinco podios con el equipo, pero el primero de Ricciardo supuso la victoria. Su comportamiento y palabras dignificaban su decepción. "Es increíble. Lo principal para mí es nuestro resultado como equipo. Ya sea segundo, tercero o primero, creo que lo mejor es lograr este doblete para el equipo, asegurar el máximo de puntos, es una sensación genial formar parte de esto”. Deasde que entró por la meta hasta que terminaron las celebraciones públicas, Norris estuvo de 'chapeau'.

Pero el triunfo de McLaren tiene dos padres y un largo recorrido. Por un lazo, Zak Brown, responsable de la transformación del equipo británico desde su llegada. Primero, desmontando la anterior estructura y creando otra con liderazgo simplificado y sólido en todas las áreas. Reconstruyendo también la cartera comercial y tomando decisiones difíciles como la despedida de Honda, de Renault, y la llegada de Mercedes. Pero sobre todo, dando un pelotazo.

Pragmático e inteligente, Brown entregó todo el poder deportivo a uno de los mejores gestores de la Fórmula 1, Andreas Seidl, cuyos métodos y filosofía han llevado a McLaren en tres años hasta su posición actual. Al acabar el GP de Italia, Seidl avisaba que los pies debían seguir pisando el suelo. Porque la semana anterior, en Zandvoort, “nos habían destruido”. McLaren ha vuelto a ganar. En unos años, luchará por el título. Hagan apuestas.

A veces un gran premio eclosiona en una historia de fantasía con finales de ensueño, redactados por un destino singular y caprichoso. Como el pasado GP de Italia. Ni McLaren ni Daniel Ricciardo hubieran diseñado en la almohada el desenlace de la carrera italiana, que proporcionó uno de los más divertidos y agradecidos podios de los últimos tiempos.

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