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Ferrari ante el gran dilema del año: ser o no ser -doblados- ante los 'tifosi'
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LOS TIFOSI ESTARÁN PRESENTES EN LAS GRADAS

Ferrari ante el gran dilema del año: ser o no ser -doblados- ante los 'tifosi'

Sobre el papel, Monza es la pista más cruel para desnudar las carencias de potencia del monoplaza italiano. Pero Ferrari podría aprovechar y compensar a su favor con otros factores

Foto: Ferrari llega a Monza, una de las peores pistas para desnudar alguna de sus carencias, pero con posibles factores de compensación
Ferrari llega a Monza, una de las peores pistas para desnudar alguna de sus carencias, pero con posibles factores de compensación

Salir a la pista de Monza a bordo de un Ferrari es una experiencia solo apta para elegidos y privilegiados. Sentir la energía de los tifosi en un GP de Italia coloca a un piloto de Fórmula 1 en otra dimensión. Máxime en el caso de Carlos Sainz, quien se presenta por primera vez ante los tifosi vestido de rojo, uno de los días más singulares de su carrera, como reconocía en Spa.

Pero el español y Ferrari podrían enfrentarse a una de las carreras más difíciles de la temporada precisamente en ‘su’ circuito, flotando aún el desastre de la edición de 2020, el momento más deprimente de la pasada temporada que terminó con el sexto puesto en la clasificación, la peor del equipo italiano en cuarenta años. La carrera del próximo fin de semana ofrece además la gran ocasión para resarcirse de los dos últimos golpes, aunque Monza es complicado para ello.

Sainz debuta con Ferrari en Monza tras dos carreras desconcertantes para el equipo, y el piloto con sus propias tareas pendientes. Pero el circuito italiano se presenta como una suerte de enemigo en casa a pesar del retorno de los tifosi a las gradas -a mitad de su capacidad-, históricamente poco clementes ante el fracaso de los suyos.

Transtorno de personalidad

Monza se desmarca del resto del campeonato. Exige una configuración aerodinámica única para ir de puntillas y descargados de ala a la búsqueda de las más altas velocidades. Máxima potencia posible y mínimo drag, el cóctel perfecto. Pero que debe combinarse con el sabor de las variantes, Prima, Roggia, Ascari, que demandan un comportamiento radicalmente opuesto: estabilidad en sus intensas frenadas, buen grip mecánico con suspensiones tragonas para los pianos, y agilidad en los rapidísimos cambios de dirección. Que el SF21 encaje semejante combinación representa toda una incógnita. Porque languidece en un terreno mientras ha brillado en el otro esta temporada.

El monoplaza italiano ha ofrecido un acusado trastorno de personalidad durante 2021 según qué temperaturas y tipos de compuestos -sobre todo los duros-. Ferrari parecía haber controlado esa esquizofrenia dentro del margen que permite un monoplaza prácticamente congelado desde el pasado año. “Modificamos nuestra puesta a punto en las siguientes carreras (desde el trauma de Paul Ricard)”, explicaba Mattia Binotto en la pausa veraniega para hacer balance de la primera parte del campeonato, “intentamos modificar el equilibrio, digamos de subviraje a sobreviraje, deslizar menos con los neumáticos delanteros y gestionarlos mejor, y los pasos que hemos dado han ido en la buena dirección”, en referencia a ese tratamiento de urgencia de pilotos e ingenieros en el simulador.

Las dos últimas tortas

En la práctica, Ferrari perdía algo de ‘punch’ los sábados para ganar consistencia el domingo. Se paró el golpe desde el Red Bull Ring y se sacaron algunos ganchos inesperados en Silverstone. En Hungaroring se mantuvo la tendencia. Hasta un Spa de alta velocidad que comparte rasgos con Monza. Allí, el SF21 naufragó en todo tipo de condiciones cuando Ferrari intentó descargar al máximo su monoplaza para compensar esa carencia. Ni en seco, ni en agua, ni de morro ni de cola.

En Zandvoort, de características muy diferentes, Ferrari parecía romper esa línea técnica de la que hablaba Binotto. Apostando a la casilla del sábado, Ferrari falló el domingo por primar el rendimiento a una vuelta que compensara la dificultad de adelantar en carrera. Sainz se desplomó brutalmente. Con los dos monoplazas doblados. Volvían a pasearse por Maranello los fantasmas de Paul Ricard. Sainz, con una particular sensibilidad técnica, no entendía nada. Ahora Ferrari llega a Monza con dos buenas pedradas encima en las dos últimas carreras. Malos augurios para presentarse ante los tifosi.

Porque Monza se antoja aún más para letal que Spa para la unidad de potencia italiana. Si un trazado desnuda esas carencias es precisamente el ‘Templo de la Velocidad’. Se repetirá en Monza el mismo esquema de descarga que en Spa para compensar la menor potencia. Cómo responda el SF21 está por ver. Porque el trazado italiano quizás ofrezca también salvavidas en forma de las chicanes del trazado. Juegan a favor los antecedentes de Mónaco y Bakú, donde Ferrari logró dos poles gracias a la capacidad de tracción y agilidad en el cambio de dirección del SF21. ¿Le dará Monza a Ferrari con la mano izquierda aquello que le quitará con la derecha para evitar la ‘pajara’ de los dos últimos grandes premios?

Prueba de carácter

Sainz, Leclerc y los técnicos trabajan esta semana sobre diferentes combinaciones de reglajes y condiciones ambientales para encontrar ese equilibrio. Un trabajo virtual más necesario que en ninguna otra pista porque solo habrá una hora de entrenamientos libres el viernes, para pasar a continuación a los entrenamientos clasificatorios de la carrera sprint, segunda vez que se repite el formato en 2021. Por tanto, serán no una, sino dos carreras delante de los tifosi. Por su parte, parece tener ya las respuestas a la sorprendente decepción de Spa, que explicará hoy. También, plantar cara a su compañero delante de los tifosi, especialmente en el rendimiento a una vuelta. Será una prueba de carácter este debut rodeado por la presión, pero también muy estimulante ante el calor que Monza entrega a los suyos.

Paradójicamente, el equipo italiano aterriza en la Catedral tercero en el campeonato gracias al inesperado batacazo de McLaren en Zandvoort. La progresión respecto a la pasada temporada es evidente. “Si miramos los tiempos, el rendimiento puro del coche, si tomamos la media de toda la temporada en entrenamientos, estábamos a 1.4 de la pole, y hoy estamos a 0.7 segundos”, explicaba también Binotto en agosto. Todavía es una distancia, no es desdeñable, somos conscientes, pero creo que hemos reducido la diferencia con el resto”. Cierto, pero Monza debería ser el escenario para confirmarlo. No será fácil. El pasado año, Leclerc clasificaba a 1.3 segundos de Mercedes. Acabó estrellado en la Parabólica. Vettel abandonaba a las primeras de cambio. En 2020, una humillación ha de evitarse a toda costa: ser doblados ante los tifosi que vuelven tras dos años de ausencia. Eso sí, la temporada ha enseñado que de la esquizofrenia del SF21 cabe esperar cualquier cosa.

Salir a la pista de Monza a bordo de un Ferrari es una experiencia solo apta para elegidos y privilegiados. Sentir la energía de los tifosi en un GP de Italia coloca a un piloto de Fórmula 1 en otra dimensión. Máxime en el caso de Carlos Sainz, quien se presenta por primera vez ante los tifosi vestido de rojo, uno de los días más singulares de su carrera, como reconocía en Spa.

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