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Lewis Hamilton, en peligro de ser empitonado por sus mejores intenciones
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Lewis Hamilton, en peligro de ser empitonado por sus mejores intenciones

Consciente de su posición como modelo social inspirador, Lewis Hamilton amplía cada vez más el radio de su rol fuera de la Fórmula 1, entrando en más terrenos aparte del racismo

Foto: Lewis Hamilton, con su padre en un reciente viaje (Twitter Lewis Hamilton)
Lewis Hamilton, con su padre en un reciente viaje (Twitter Lewis Hamilton)

Lewis Hamilton ha cogido carrerilla en los últimos tiempos "¡Esto es realmente asqueroso, España! En España enseñan a los niños a torturar y matar a los toros a partir de los 14 años. ¡Pedimos al Ministro de Educación español que cierre inmediatamente estos centros!”, publicaba el pasado sábado en Instragram. Ademas de su vehemente participación en el movimiento social ‘Black Lives Matter’, el piloto británico sigue ampliando su radio de acción a otros temas más allá de su particular lucha contra el racismo.

Más que con pistola y bala de oro, el británico comienza ya a disparar con ametralladora. Sin embargo, cabe preguntarse si no acabará encasquillándose como en otros momentos de su trayectoria social. Sobre todo para las empresas y patrocinadores que representa. ¿Puede un piloto de Fórmula 1 ejercer como líder social sin el riesgo de quedar finalmente empitonado por la opinión pública?

Desde la pobreza a la riqueza

Para comprender al británico no viene mal refrescar sus modestos orígenes sociales y los grandes sacrificios familiares para competir. Hamilton conoce el ser ninguneado en las carreras por su color, o aprender karate para defenderse del acoso escolar. Lleva a flor de piel esos orígenes, combinados con el mundo del lujo, dinero y la elite social al calor de sus triunfos. Ha vivido así el amplio arco vital que va desde la pobreza a la riqueza y el éxito.

Especialmente emotivo y sensible de carácter, sus primeros años en Fórmula 1 evidenciaron una visceralidad emocional que le traicionaba constantemente y ha intentado modular con los años. Por ejemplo, procura tomar consciencia frecuentemente de su respiración para mantenerse sereno. Durante un tiempo llevaba una cadena en el bolsillo que sacaba para deshacer sus nudos como ejercicio de concentración y disciplina mental. Su lenguaje corporal actual responde a este proceso.

Su ascensión por la pirámide social han acentuado en Hamilton una especial empatía emocional y sensación de agradecimiento. Hace pocas fechas, un reconocido periodista desvelaba una anécdota personal sobre el piloto. Tras las duras semanas finales de su madre en lucha contra el cáncer, la misma noche de su fallecimiento el periodista recibía una llamada inesperada del británico desde un gran premio. Se suponía que poca gente estaba al tanto de la situación y el deceso.

placeholder El avión privado de Lewis Hamilton
El avión privado de Lewis Hamilton

La época del avión privado

Fruto de ese recorrido vital, Lewis Hamilton ha tomado conciencia de su papel como modelo inspirador. Ya se había pronunciado sobre el racismo en el pasado, o sobre la falta de diversidad en la Fórmula 1. Pero la eclosión del movimiento ‘Blacks Live Matter’ y la energía disponible ante la ausencia de carreras le está llevando a una sobreexposición mediática que le podría forzar a echar el freno de mano. Su cuenta en Twitter parece más la de un militante que la de un piloto de carreras.

Pero quien ahora defiende causas medioambientales con vehemencia, presumía hasta hace poco de un estilo de vida extremadamente cosmopolita. Su avión personal, viajes por todo el mundo a eventos sociales, desfiles de moda, actividades musicales… Hamilton quedó deslumbrado al contacto con Hollywood, sus actores o con las grandes estrellas de la música negra. Luego tuvo que cegar casi totalmente esa vía en las redes sociales. También vendió el avión privado.

En 2017, tuiteó un inocente mensaje cuando su sobrino se vistió de princesa. “Estoy muy triste…mirad esto”, señalando con la cámara y tono desenfadado a su sobrino. Fue abrasado por las críticas. Borró meses y meses de mensajes en Instagram, incluidas las disculpas por el episodio. Un reciente alegato veganista fruto de un momento de desánimo y su febril emocionalidad también terminó con otra retractación por su generalizante tono acusador y la respuesta recibida.

placeholder Hamilton utilizó una imagen de PETA para denunciar la tauromaquia en España
Hamilton utilizó una imagen de PETA para denunciar la tauromaquia en España

La fuerza moral de Hamilton

En estos últimos tiempos, Hamilton ha acelerado a fondo con su cruzada personal contra el racismo. En su bienintencionada y vehemente militancia, incluso recomienda libros y películas sobre el tema por las redes sociales. También atacó a sus compañeros de la Fórmula 1 por no pronunciarse sobre las manifestaciones en Estados Unidos cuando aún no lo había hecho él mismo. Y luego arreó un buen viaje al gobierno británico, con fuertes juicios de valor por su gestión de la pandemia. Ahora le ha tocado el turno a España y las escuelas de toreo, una actividad mínima en el contexto de la sociedad española.

Llegados a este punto, ¿dónde está el límite para Lewis Hamilton? La coherencia de su discurso y el liderazgo social que pretende deberían llevarle a extender la denuncia de todo tipo de actividades en el marco de sus intereses personales. ¿Por qué no cuestionar los hábitos alimenticios de Japón, con su sobrepesca del atún y las ballenas? ¿O al Gobierno y agricultores y ganaderos brasileños por la desforestación para abrir espacios para la cría del ganado? ¿Y con los safaris africanos de turistas fusilando elefantes a pocos metros? Como vegano, también puede poner el foco en el sistema de producción del paté con las ocas en Francia, por poner algunos ejemplos. La lista sería interminable, pero no es lo mismo la lucha genérica contra el racismo que particularizar con distintos países.

Conociendo su vertiente humana, es comprensible empatizar con Lewis Hamilton, ¿pero hasta qué punto posee fuerza moral en sus cada vez más amplias reinvidicaciones fuera del racismo? A fin de cuentas, es la figura más reconocida de la Fórmula 1, a su vez perfecto exponente de la sociedad de consumo en la que vivimos y negocio que le hace en uno de los diez deportistas mejor pagados del mundo. Pero el tema no para aquí ¿Hasta cuando Mercedes, Petronas, el gigante Ineos -recién incoporado a Mercedes- u otros patrocinadores podrán permitirse que su mayor exponente mediático pise cada vez más charcos? De momento, están respetándole. Pero quien le paga esa libertad reivindicadora puede verse obligado pronto a pedirle que guarde la ametralladora en el armario. Ya le ha ocurrido en el pasado.

Lewis Hamilton ha cogido carrerilla en los últimos tiempos "¡Esto es realmente asqueroso, España! En España enseñan a los niños a torturar y matar a los toros a partir de los 14 años. ¡Pedimos al Ministro de Educación español que cierre inmediatamente estos centros!”, publicaba el pasado sábado en Instragram. Ademas de su vehemente participación en el movimiento social ‘Black Lives Matter’, el piloto británico sigue ampliando su radio de acción a otros temas más allá de su particular lucha contra el racismo.

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