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"Tienes que armarte de valor". Así es una vuelta salvaje a Mónaco en un Fórmula 1
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Mika hakkinen cuenta su vuelta de 1998

"Tienes que armarte de valor". Así es una vuelta salvaje a Mónaco en un Fórmula 1

Para un piloto, nada provoca sensaciones parecidas a una vuelta al límite en un F1 con la pole en juego. Se trata de "pilotar como un animal", según Mika Hakkinen, pole en 1998

Foto: Los McLaren de Mika Hakkinen y David Coulthard salieron desde la primera línea de la parrilla en el GP de Mónaco de 1998. (Imago)
Los McLaren de Mika Hakkinen y David Coulthard salieron desde la primera línea de la parrilla en el GP de Mónaco de 1998. (Imago)

Una vuelta al límite al circuito de Mónaco ha de ser una experiencia casi extrasensorial, si recordamos cómo Ayrton Senna vivió y expresó aquella ya legendaria de 1988. En este desafío singular de una pista única, cuerpo y mente han de fundirse a niveles psicofísicos que solo las experiencias al límite exigen. Otros pilotos han vivido momentos similares y las han relatado a su manera.

“Tenía mariposas en el estómago, lo admito, pero es necesiario. Es la señal de la adrenalina, la que te tiene ultraalerta". El finlandés Mikka Hakkinen también vivió su particular aventura personal diez años después de Senna. Antes de leer, ojo al dato: este año se rodará en 1 minuto 10 segundos. Por aquello de las comparaciones.

Foto: El McLaren de Fernando Alonso pasando por boxes. (EFE)

"Y sí, requiere valor de verdad"

No hay otro circuito igual. “Estrecho, sinuoso, tortuoso, bacheado. Debes dejar lejos los raíles, pero a la vez debes maximizar el radio de tus trazadas rodando tan cerca como sea posible de ese acero inflexible”, explica Hakkinen para calentar el tema en un artículo publicado en la web de McLaren en 2015. "En una vuelta rápida debería buscar esos últimos cinco centímetros de la pista, en la entrada, en el pico de la curva, y a la salida. Todo ello requiere un juicio meticuloso, una determinación total y, sí, valor de verdad”. Hakkinen ponía sobre el tapete el desafío. Luego, tocaba responder tanto al piloto como al ser humano dentro del casco. "Tienes que armarte de valor para creer que, sí, puedes ir incluso más rápido en esa curva que habías pasado al límite 80 segundos antes".

Después de varios años de experiencia en esta pista, Hakkinen sintió que la de 1998 era su gran oportunidad. Tenía entre manos el McLaren MP4-13, “una máquina verdaderamente sensacional”, con la que fue campeón aquel año. Pero al lado estaba David Coulthard, otro gran especialista en el trazado monegasco. Uno y otro fueron alternándose en sucesivas vueltas rápidas. El escocés logró un tiempo extraordinario cuando el finlandés ya pensaba que no era posible mejorar su crono: 1m20.137. A Hakkinen solo le quedaba una bala, un último juego de neumáticos nuevos, una última vuelta. “Un ahora o nunca”.

Atacar al límite sin dejar ningún margen

“La atmósfera en el box de McLaren era muy tensa. Me senté en el coche y repasé mentalmente la vuelta antes de salir. Sabía que tenía que atacar a mi límite más absoluto, sin dejar margen en ningún lado. Pero al mismo tiempo no me podía permitir errores”. Tras una vuelta muy lenta donde repasó hasta el último detalle de la pista, al salir de la curva de Anthony Nogues lanzó su coche a la que sabía iba a ser "una de las vueltas más importantes" de toda su carrera. "Y recuerdo que me dije en aquellos momentos: Mika, a muerte, a tope”.

Pero al coraje también debía acompañarle la cabeza. “Tenía un plan. Frené antes de lo que era normal, pero muy fuerte, para lanzar el coche hacia delante y ganar temperatura inmediatamente en los neumáticos delanteros para lograr su máxima operatividad”. Hakkinen odiaba el subviraje que le impedía manejar el deslizamiento del eje trasero y poder así pisar a fondo lo más rápidamente posible. “Funcionó. Mi coche me siguió obedientemente”. Una vez la máquina había sido embridada, era cuestión de lanzarse a todo galope con 800 cv de potencia.

placeholder La de 1998 fue la única victoria de Mika Hakkinen en Mónaco. (Imago)
La de 1998 fue la única victoria de Mika Hakkinen en Mónaco. (Imago)

"Con cuidado, Mika, ten cuidado"

Hakkinen pasó a mayor velocidad que nunca por Massenet hacia Casino Square, una zona ligeramente sinuosa que había que tratar como una recta. "Aunque no muevas el pie del acelerador, si mueves el volante imperceptiblemente, pierdes velocidad”. Le faltaron cinco centímetros "para tocar los raíles" en el Casino, pero salió disparado hacia Mirabeu. Notaba que las referencias de velocidad y espacio eran diferentes a lo vivido hasta ese momento. Era un mundo nuevo para él.

“Al bajar a Mirabeu me dije. 'Con cuidado Mika, ten cuidado'. Ahí es fácil equivocarse. Tienes que frenar en medio de la pista y evitar un bache que desestabiliza tu monoplaza si pasas por encima. Luego, tu rueda derecha flota en la curva, pero aún así tienes que pisar a fondo tan pronto como puedas”. Hacia la curva más lenta de la pista y de todos los circuitos de Fórmula 1, Loews. “Primera velocidad, el volante totalmente girado, parece que estás en ella toda una vida. Lo importante es no ser demasiado impaciente. Si entregas la potencia antes de tiempo, tienes que levantar el pie, y pierdes mucho”.

placeholder Giancarlo Fisichella (i) y Eddie Irvine (d) acompañaron a Mika Hakkinen en el podio de Mónaco en 1998. (Imago)
Giancarlo Fisichella (i) y Eddie Irvine (d) acompañaron a Mika Hakkinen en el podio de Mónaco en 1998. (Imago)

"No hay sensación mayor para un piloto de F1"

Todo iba bien hasta el momento. Hakkinen sentía esa sensación embriagadora de ser consciente de que se rueda en otra dimensión. Pero aún quedaba la parte más complicada de la pista. Portier, el túnel, la oscuridad y el fulgor deslumbrante de la luz unos segundos después. “Decidí que iba a frenar muy tarde en la 'chicane' del puerto. Salió bien. Dejaba los yates a la izquierda cuando pensaba: sí, quizás esto sea una pole".

“Pero rápidamente me volví a concentrar. Me deslicé limpiamente por Tabac. El pico de la curva eran los raíles. Es una cuarta de derechas a 193 km/h. No los toqué. La siguiente era la Piscina, una de las curvas más excitantes de todas, y no solo de Mónaco. Porque la entrada es tremenda bajo cualquier estándar. Primero, es increíblemente rápida: frenas a 241 km/h, hay que coger al coche por el cuello allí para ser rápido. Apuntas a la barrera a la derecha, coges el piano, dejas los raíles a unos pocos centímetros, y aceleras antes de lo que parece prudente o sensible. Si dudas, el coche se desequilibra. Por ello hay que cargar los neumáticos (sobre el asfalto) para que no derrape. Tan pronto como has acelerado, sabes si te has equivocado o no. Y si no te has equivocado, no hay una sensación mayor para un piloto de Fórmula 1, ninguna en absoluto. Y yo acerté".

“Las siguientes curvas pasaron en un suspiro, recuerdo que las pasé todas a fondo. Ataque máximo, como siempre tienes que hacer al final de una vuelta clasificatoria: pilotar como un animal, tán rápido como puedas, sacando del coche todo lo que se pueda sacar, no tiene sentido dejar nada de adherencia en tus neumáticos”. El finlandés cruzó la meta:1.19.798. Logró la 'pole', 0.339 milésimas más rápido que Coulthard. Cuando hoy vivamos los entrenamientos del Gran Premio de Mónaco, quien logre el mejor tiempo estará rodando…diez segundos más rápido que Mika Hakkinen y su brutal vuelta de 1998.

Una vuelta al límite al circuito de Mónaco ha de ser una experiencia casi extrasensorial, si recordamos cómo Ayrton Senna vivió y expresó aquella ya legendaria de 1988. En este desafío singular de una pista única, cuerpo y mente han de fundirse a niveles psicofísicos que solo las experiencias al límite exigen. Otros pilotos han vivido momentos similares y las han relatado a su manera.

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