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"Vi pegar un padre a su hijo porque le pasé". Carmen Boix, una española en la NASCAR
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RIVALIZÓ siendo niña con carlos sainz

"Vi pegar un padre a su hijo porque le pasé". Carmen Boix, una española en la NASCAR

La llamaron un martes para competir un sábado y se montó en el coche sin conocerlo. Ha hecho un año muy meritorio y esta piloto de 22 años, que fue una gran promesa, ya sueña con EEUU

Foto: Carmen Boix.
Carmen Boix.

Carmen Boix recibió una llamada un martes de agosto: lo había conseguido. Ese sábado tenía carrera, de la NASCAR europea. Tras tres años intentando volver a competir y, por fin, estaba ahí la opción. Después de la primera y lógica alegría llegaban los problemas. Nunca había corrido en turismos, solo con monoplazas. Tenía muy pocos días para montarse en el coche, aprender los controles y tirarse al Circuito de Cheste a hacerlo lo mejor posible. Porque, además, esa podía ser su última oportunidad. Cuando llevas tanto tiempo fuera, sin que nadie te llame, toda opción suena como la última.

"Ojalá hubiese tenido alguna toma de contacto previa, pero nada, yo fui directa, sin entrenar ni nada", recuerda unos meses después a El Confidencial. Y fue novena, notabilísima actuación para alguien que se estrenaba en un mundo nuevo. "Y el domingo iba mejor, pero tuvimos un toque y tuve que acabar como pude", remata ella sobre aquella carrera de Valencia en la que conocía más el circuito que el coche.

Compitiendo con Carlos Sainz

Pero la historia no empieza en ese punto, estar montada en ese coche ese sábado no explica la carrera que tiene a sus espaldas Carmen Boix. Empezó muy niña, en una familia en la que el motor es la mayor pasión, ella, como su padre y sus hermanos, está enamorada de la competición. Fue una gran promesa en los karts, llegó a competir con el hoy piloto de F1 Carlos Sáinz, pero la vida deportiva en el motor es muy complicada. Hay un factor diferencial que lo cambia todo: el dinero. Cada vez es más caro montarse en un coche y el sueño original, ser piloto de Fórmula 1, termina siendo una entelequia ante los presupuestos que hay que sortear a medida que se van pasando ciertas edades. Competir en Fórmula 2, por ejemplo, es inasumible para la mayoría.

Foto: Martin Truex Jr. celebra su título de la NASCAR junto a Sherry Pollex, su pareja. (Reuters)

Ella, que había ganado campeonatos de España, que había pasado por las manos de María de Villota, se vio tres años sin una opción real para hacer lo que más le gusta, conducir. Tampoco le ha sido fácil el ser mujer en un mundo abrumadoramente masculino, aunque con el tiempo ha ido consiguiendo una mayor igualdad. Antes, cuando era niña, tuvo que aguantar actitudes inaceptables.

Lo recuerda casi con pavor. Adelantó a un chico cuando tenía 12 años y, al bajarse del monoplaza, vio como su padre le soltaba un bofetón. No por haber perdido una posición, por haberlo hecho contra una chica. "Lo pasaba muy mal, cuando vi pegarle pensé que era culpa mía y me fui llorando, creo que mi padre le dijo algo", recuerda ahora, casi una década después. Ella, con el tiempo, fue abriéndose un hueco y demostrando que tenía un espacio en el mundo del motor.

Tener más visibilidad

"Ahora, en la NASCAR, me han tratado de maravilla. Siempre hay pilotos a los que se les va la cabeza, pero la organización es de diez y en alguna ocasión hasta han venido jefes de fuera que siempre se han mostrado cercanos e incluso me han ayudado en lo que podían, como en mi primera carrera en un óvalo". Es más, ahora piensa que puede hasta beneficiarle el hecho de ser mujer. "Sí, me da más visibilidad que a otros pilotos y eso puede ayudarme", explica antes de recordar lo obvio, que la igualdad no existe y que su caso es extraño, normalmente la vida da más obstáculos que beneficios a las mujeres.

Recuerda aquí a María de Villota, una de esas pioneras que hizo lo posible para que la mujer tenga el trato que merece en el automovilismo. Coincidieron y se tuvieron un gran cariño, aún tiene un nudo en la garganta cuando habla de ella. "Era una mujer maravillosa, cercana, europea, siempre con ganas de ayudar y una sonrisa en la cara, todo lo que puedo decir de ella es buena, fue realmente triste lo que le sucedió. Yo lo pasé mal cuando me enteré, porque ademas era pequeña y siempre he sido muy sufrida", comenta.

Con años de esfuerzo ha llegado a la NASCAR, una competición que levanta pasiones en Estados Unidos pero suena algo marciana aquí, en Europa. "Un francés compró los derechos hace unos años y es él quien hace el campeonato europeo", explica Carlos Molla, representante de Boix que mantiene una amistad con el padre de la piloto desde hace más de 35 años. La prueba tiene dos ventajas evidentes para una persona con ambición. Por un lado hay una escalera hasta la cima clara, hasta un campeonato de primerísimo nivel en Estados Unidos. Por otro, es más asequible que seguir intentando una carrera hacia la F1.

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"Han hecho un magnífico 'show', es el segundo evento que mas gente mete en Cheste tras las motos. Es una categoría económica a nivel de precios y la rentabilidad es más que sobresaliente. Estamos cuestionándonos hacer un equipo español, dándole vueltas", comenta su mánager. Ella, además, le ha cogido gusto a la cosa y piensa, por supuesto, en terminar en Estados Unidos, que es la meca de todo esto.

Y eso que el año ha sido cualquier cosa menos sencillo. La primera carrera estaba asegurada, pero solo la primera. Se lo tuvo que ganar con el volante y ha pasado por dos escuderías y tres coches diferentes, algo que está muy lejos de ser la situación ideal para cualquier competidor. "La experiencia me ha encantado, quiero repetir y mi objetivo es irme para Estados Unidos, ha sido un año duro, con poco presupuesto, no hemos podido hacer test sin conocer circuitos, no conocía ninguno... ha sido un poco locura", relata sobre su año.

Un viaje a Charlotte

Era una de las dos mujeres de la NASCAR europea. La mejor, de hecho, así lo dicen los resultados y la copa que le entregarán la próxima semana en el Hall of Fame de Charlotte por su victoria sobre la italiana Arianna Casoli, una piloto que, a medida que se vio superada, dejó de saludarla en las carreras. Cosas que pasan en el deporte de alta competición.

El camino hasta la élite no es sencillo, pero al menos existe. El objetivo pasa por quedar el año que viene entre los seis primeros, en un equipo ya competitivo y sin tanta ida y venida como en esta primera temporada. Después, ya se verá. "No tengo del todo claros los pasos a seguir, he hecho contactos en la NASCAR, he hablado con la organización y demás para saber qué debería hacer para quedar lo mejor posible. Los de la NASCAR vigilan todas las que hay y se fijan en el talento, si ganas aquí tienes una prueba allí y hacerlo lo mejor posible", comenta la piloto. Este año, además, se ha retirado Danica Patrick, una leyenda de la velocidad, quedándose el campeonato sin competidoras. Una pequeña ventana.

Foto: Carlos Sainz acabó su primera 'temporada' en Renault con una decepción. (EFE)

Tendrá, eso sí, que mejorar en el óvalo. En Europa casi no existen circuitos así, de hecho el calendario de su NASCAR solo tenía una prueba que recuerda con poco cariño. "Para empezar, era una pista muy pequeña la hacíamos en 30 segundos, tres carriles, que allí son infinitamente más anchos, muy estresante porque, además, es la única carrera que desde dirección te dicen que te apartes, para que no haya accidente, porque en óvalo son más peligrosos. Te obligan a quitarte y yo no lo entendía ¿por qué me tenían que decir que me adelantasen?", lamenta la piloto. Eso le hizo salir de muy mal humor del coche y, ni corta ni perezosa, ir al organizador a pedirle explicaciones. Dejarse pasar, a quién se le ocurre...

Eso sí, el domingo, ya más tranquila, redobló sus esfuerzos, le cogió el truco y fue bastante más rápido. "Siempre ha aprendido a gran velocidad", explica su mánager cuando habla de los problemas en la inusual pista. Ahora busca equipo, uno mejor, en el que pueda hacer test extras. Si tiene que dejar un poco de lado la carrera de 'business' managment -ya es graduada en márketing- pues lo hará, porque aquella niña que lloraba porque un padre excesivo pegaba a su hijo es la misma que ahora ha cogido un gran turismo y lo ha dominado sin casi conocerlo. La que ha tenido que pasar tres años en el dique seco, esperando, no por falta de talento sino por escasez de oportunidades. La que, al llegar a la NASCAR, se ha enamorado de una nueva competición. Y con 22 años todo es posible en el futuro.

Carmen Boix recibió una llamada un martes de agosto: lo había conseguido. Ese sábado tenía carrera, de la NASCAR europea. Tras tres años intentando volver a competir y, por fin, estaba ahí la opción. Después de la primera y lógica alegría llegaban los problemas. Nunca había corrido en turismos, solo con monoplazas. Tenía muy pocos días para montarse en el coche, aprender los controles y tirarse al Circuito de Cheste a hacerlo lo mejor posible. Porque, además, esa podía ser su última oportunidad. Cuando llevas tanto tiempo fuera, sin que nadie te llame, toda opción suena como la última.