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Y todo reventó en los Alpes: Vingegaard golpea el Tour; Pogacar es humano y acaba ciego
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IMPRESIONANTE UNDÉCIMA ETAPA

Y todo reventó en los Alpes: Vingegaard golpea el Tour; Pogacar es humano y acaba ciego

El danés se pone líder de la prueba francesa y se aleja a más de dos minutos de Pogacar. El esloveno no consiguió arrancar en el momento clave y se dejó demasiado tiempo en la cima

Foto: Vingegaard celebra su victoria y el liderato. (Reuters/Christian Hartmann)
Vingegaard celebra su victoria y el liderato. (Reuters/Christian Hartmann)

Estamos en 1986 y usted es más joven (si aun no ha nacido, sepa que le odio), y Butragueño mete cuatro goles a Dinamarca, y Maradona dos a Inglaterra (pero qué dos), y han estrenado Top Gun (mira, como este año), y Highlander (que es una quintaesencia ochentera), y los Maiden sacan el Somewhere in Time (está muy bien, pero tiene tics comercialoides), y Metallica el Master of Puppets (que está bien, aunque yo prefiero a Steve Harris). La Vuelta la ganó Álvaro Pino por delante de Robert Millar, porque el Millar de aquellas perdía carreras por España como si no costase esfuerzo. El Giro fue italianidad absoluta, con Visentini campeonando (menudo pelazo gastaba, qué pintas de no querer morirse sobre la bici), Saronni segundo y Moser tercero. Lo haces a posta y no sale mejor (que igual hasta lo hizo Torriani a posta, vaya usted a saber).

Estamos en 1986, en julio, en el Tour, y hay final por Granon. Primera vez en su cima, la más alta por entonces de todas las 'Grandes Boucles' (Stelvio llega más y allí, incluso, terminó una 'Corsa Rosa', porque Torriani, ese Torriani, también hacía cosas que molaban todo). Etapa durísima, con Vars e Izoard antes de la subida esa de Briançon. Y, bueno... historia. Porque salió movidito el verano, oigan. Que sí, que todo amarrao, que no va a romper su palabra Bernard Hinault, que esto es de Lemond, que La Vie Claire maneja grandes vueltas como Ronnie o´Sullivan el taco. Solo que no. Que Bernard dice que sí, pero no, pero ya veremos, pero, jo, es que ya que estoy aquí... déjame probar, porfi, porfi. Pero con acento bretón y rostro de mala leche. Ah, y aspecto de estar siempre, siempre, masticando hojas de acebo. Ese es mi Bernard. Y sentencia el Tour en Pau (donde gana Perico), para perder el Tour en Superbagnères. Allí, camino de Luchon, Le Blaireau se enzarzó en una pelea contra Eddy Merckx. No importaban el americano, ni el suizo, no importaban Tapie, L´Équipe, ni siquiera el mismo Tour. No, bajando a La Mongie, Hinault reta directamente a Merckx, porque ganar sin ser Merckx era, quizá, ganar menos. Si trinco más amarillos que nadie, debe ser con más estilo que nadie. Así que... a por el belga.

Foto: Magnus Cort Nielsen celebra su victoria. (EFE/EPA/Yoan Valat)

Error. Nadie puede con Merckx. Ni siquiera Thévenet, porque a aquel Merckx lo derrotó el mismo Merckx. Aunque esa sea otra historia.

Y bueno, que llegábamos al Granon, y Bernard va de amarillo, pero tiene la rodilla hecha un cisco, con tendinitis de caballo (demasiados años arrastrando desarrollos imposibles) y un rostro donde hay fiereza, sí, siempre hay fiereza, pero es una fiereza dolorida. Así que el yanqui tira para arriba acompañado de aquel extraño elemento que era Urs Zimmermann. Se pondrá el 'jaune', subirá a dormir con su bici a la habitación de cada hotel por miedo a sabotajes, comerá cosas distintas al resto por si lo envenenan. Ya ven, épocas tranquilas.

Ah, aquella etapa la ganó increíblemente Eduardo Chozas. Escapada desde Guarnizo, aproximadamente, minutos y minutos sobre el resto. La tele francesa no le hizo ni caso, y yo he querido homenajearlo reproduciendo aquel ambiente. ¿A que les extrañaban las cero menciones a quien entró alzando bracitos? Pues ese era el sentimiento en 1986...

Se volvía a Granon, esperen... treinta y seis años después. Que es deprimente leerlo, tío, que hay la misma distancia de esta tarde al primer Granon que del primer Granon a la victoria de Ferdinand Kübler. En fin, qué viejos somos. Se volvía al Granon, digo, con una etapa atractiva en extremo. ¿Reina? Pues miren, no sé. Le faltaba Madeleine, que caía ahí cercuca, y algunos kilómetros más, pero es poner detalles a la tarta. Primero subían los Lacets de Montvernier, que es como tirar para Collado de Cieza desde Corrales, pero deja fotos chulísimas, por eso de las diecisiete herraduras. En fin, una concesión a la imagen, que estamos en época muy de imagen. Pero luego... ay... Galibier. Galibier norte, Galibier por Télégraphe. El mismo de Georget, el de Trueba, Bartali, Coppi o Gaul. También el de Ocaña (con Tarangu) en 1973 y el de Pantani en 1998. Valloire, Plan Lachat. Ese Galibier. ¿El puerto más duro de los Alpes? Al menos sostiene lucha. Y tiene más historia que cualquier otro. Que todos juntos. Su Majestad.

Y después Granon, que es un muro bueno de diez kilómetros, que es final perfecto, que es puntilla. Calor, montañas y julio. Que empiece el espectáculo.

placeholder FOTO: Reuters/Christian Hartmann.
FOTO: Reuters/Christian Hartmann.

Con fuga. Tampoco es algo que vaya a sorprendernos, ¿no? Fuga. Interesante, ojo. Gente buena. Izaguirre, Barguil, Cattaneo, Geschke, Schachmann, Latour. También Van der Poel, que no puede ni con el casco pero lo intenta siempre, porque para eso es Van der Poel, solo que después terminó abandonando, porque quería dejar su sello, pero es que no anduvo nada, Van der Poel, en esta 'Grande Boucle'. Que vuelva recuperado, porque siempre es un show. Y, ojo, en la fuga marchan dos Jumbo. Laporte (se descuelga empezando Télégraphe) y Wout van Aert, con una cara fenomenal. Y, oye, tú no metes a dos tipos así por delante si no quieres juguetear a ciclismo. O, al menos, no sería lo lógico. Que yo ya no sé qué es lógico y qué no, pero apuntaba alto el día, por aquello del equipo escasete de Pogacar y el equipo exuberante que manejan Vingegaard y Roglic. A ver.

Solo que... no sabría decirles... están subiendo Télégraphe (que es como subir Galibier, porque va todo junto) y la fuga sigue pillando ventaja, y ya van casi diez minutos, y tira el equipo de Pogacar, que funciona perfecto lo de perder tiempo, para el equipo de Pogacar. Cero exigencia, demasiado lejos los de delante como para hacer estrategias a lo Guimard. Suena raro. O igual es que es muy pronto. Solo que no. Porque les faltan setenta a meta y ataca Benoot. Y, a su rueda, Roglic. Y salen Adam Yates, y Pogacar, y todos esos, pero es que agitar es importante, y, de repente, se pone interesante el asunto. Un momentito, porque luego... anticlimático. Marcheta alta, con su grupo de treinta, pero sin ruptura a golpe limpio... Un rayo, uno solo. Aun no llega tormenta. Llegó.

Porque luego repiten jugada. Justo en la cima de Télégraphe, con Roglic tirándose para abajo. El tramo entre Télégraphe y Galibier no es ni bajada pura, y son un puñado de metros, y, otra vez, parece todo rarísimo, pero enganchan a Laporte, y se pone la cosa seria. Tanto que acaban cinco. Tres Jumbo (el francés y los dos que cuentan), Thomas, el líder. Laporte se queda prontito, Roglic comienza a tirar saliendo de Valloire. Quedan sesenta a meta. Joder, qué pintaza. Ataca Vingegaard, y faltan siete mil kilómetros a meta, y me trago todo lo que he dicho estas jornadas sobre la cobardía de Jumbo, mea culpa, menudo etapón, tío. Pogacar sale fácil, pero es que después tira Roglic, y se pone la cosa complicada, y Tadej piensa que no hay forma de controlar todo el tema, así que acelera él mismo, para marcar territorio, y siguen a puñetazos los tres, y Thomas retorna, y se queda, y qué bonito todo. Un minuto a los de atrás. Un minuto al resto, a los que no son los mejores...

Digamos, en pocas palabras, que se ha puesto la cosa para matar o morir. Como fue toda la vida este bendito deporte, vaya. (¿He pedido ya perdón a Jumbo?)

placeholder FOTO: EFE/EPA/Guillaume Horcajuelo.
FOTO: EFE/EPA/Guillaume Horcajuelo.

Y entra Marc Soler. Esa extraña aparición que es Marc Soler. Ese tipo que corre algunos días y otros va leyendo el Twitter. Llega hasta los mejores, el líder tiene un compañero. Se calman ánimos, empalman los otros ('los otros'). Tregua.

Que no dura. Jumbo lleva doscientos catorce tíos en el grupo de cabeza y empiezan a tirar todos (ciclistas, encargados del catering, el jefe de prensa, un mecánico con las piernas sin depilar), pero luego se queda Roglic, y Pogacar huele sangre, porque Pogacar es muy listo: 'A lo mejor, si elimino a este, me quito problemas durante semana y media'. Así que empieza a pedalear con (casi) todo, y va desgajando ciclistas como si fuesen drupas de acebo, hasta quedarse solo con Vingegaard, que aguanta dejando a veces medio metruco, y Pogacar sigue a lo suyo, porque tiene las cosas clarísimas, y, oye, mira tú a ver si no está haciendo demasiadas exhibiciones, a ver si no va a pagarlo. Prohibido leer el final, prohibidos los spoiler. Echa dos o tres meadillas y... parón. Vuelven a juntarse. Los dos de cabeza, Roglic, Thomas, también anda por ahí Romain Bardet. Parecen los cinco mejores para arriba. Cada vez que aprieta Pogacar, se va solo con el danés. Ambas cosas tienen su importancia, supongo...

(Como que esté Wout van Aert por ahí pululando. Ojo. Elemento diferencial. Wout van Aert y su maillot de navaja multiusos. Lo paran más tarde, que trabaje para Roglic. Jumbo prefiere acumular piezas en vez de atacar con todo. Es difícil tomar decisiones, supongo. Es difícil).

El Galibier lo corona Barguil, pero es que, a estas alturas, Barguil nos importa lo justo. Detrás... distancias. Treinta segundos a uno, el minutito a otro, tiran de Gaudu los compis, Enric Mas que pasa descolgado a tres universos... Se reagrupan bajando, Warren mantiene, Ineos prueba a abrir diferencias con el esloveno saltador. Qué largo es Lautaret bajando. Qué largo y qué recto... Nada, reagrupan todos (bueno, todos no, falta Mas). Que no les engañen, toda esta cañita se acaba notando en Granon. Que llevan dos horucas a ataque limpio, macho... Veamos.

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FOTO: Reuters/Christian Hartmann.

Arranca puerto, se aparta Wout, trabaja Roglic. Parece un poco extraño, ¿no? Que lo pongas ahí de primeras después de hacer un stop para que entrase. Se descuelga al poco y todavía es más incomprensible no haber usado a Van Aert para Vingegaard. Sobre todo, porque el tío metió a Roglic con los buenos... pero también a Majka, que es gregario de Pogacar y aguanta en el grupo más que Primoz. Se entiende que el nombre de Roglic pesa, pero...

Ataca Nairo, que tiene un compañero por delante. En fin, que ataca Nairo. Detrás... pues parece que no quedan fuerzas, ¿eh?, qué duro es este deporte. Hasta que... cinco kilómetros, arranca Vingegaard... y Pogacar no sale, a Pogacar lo descuelga Majka, Pogacar peta todos los esfuerzos del Galibier. Vingegaard se va, Bardet se va, Pogacar queda medio muerto con Thomas, lo que no es buena señal; pide relevo a Thomas, lo que no es buena señal; se le marcha Thomas, lo que no es buena señal. Pinta a cambio de líder. Pinta a cosas más importantes...

Porque va vacío. Completamente vacío. Extremadamente vacío. En una etapa ochentera se vio pájara ochentera. El maillot amarillo abierto, los segundos que caen casi a ojos vista, moviendo hombros a ambos lados como si fuera Gorospe en Serranillos

Vingegaard lleva cara de ir muriéndose, pero es que está en la etapa más importante de su vida. Y le sale bien. Le sale genial. Premio para Jumbo, que ha corrido con valentía (con sus decisiones rarucas, para qué negarlo). Bien está lo que bien acaba.

Porque Tadej entra en crisis absoluta. Se le va Yates, se la va Gaudu, dije que iba vestido de Bernard Hinault y, joder, se ha vestido de Bernard Hinault en Granon 86. Qué cosas. Sube clavadísimo, sube sin nada dentro.

placeholder FOTO: EFE/EPA/Yoan Valat.
FOTO: EFE/EPA/Yoan Valat.

Gana Vingegaard, que encarrila el Tour pero tiene menos flow que Eduardo Chozas, eso lo tenemos claro. Entra Quintana, entra Bardet, entra Thomas (que mira con cariñitos al podium), entra Gaudu, entra Adam Yates, le faltan doscientos metros a Pogacar, que viene roto. Tres minutines, redondeando. Dos y medio de ventaja para el danés en la general. Tercero, tiene a Romain Bardet un poco por delante. Desastre absoluto. Absoluto.

Por cierto... los ciclistas entran de uno en uno, con diferencias bien gordas entre ellos. Dureza, altitud, intención. Hay potenciómetros, está todo medido, existen los equipos invencibles... pero con dureza, con altitud, con intención puedes retomar imágenes del pasado.

Toca reflexión para Tadej. Toca pensarse si Vingegaard es mejor que él cuesta arriba o si lo de Granon fue cosa de sus locuras en Galibier, de sus arrancadas, de sus exhibiciones. Si es lo primero... 'game over'. Si resulta lo segundo... nos queda un Tour chulísimo.

Menuda etapa este miércoles, colegas. Qué bonito es esto.

Estamos en 1986 y usted es más joven (si aun no ha nacido, sepa que le odio), y Butragueño mete cuatro goles a Dinamarca, y Maradona dos a Inglaterra (pero qué dos), y han estrenado Top Gun (mira, como este año), y Highlander (que es una quintaesencia ochentera), y los Maiden sacan el Somewhere in Time (está muy bien, pero tiene tics comercialoides), y Metallica el Master of Puppets (que está bien, aunque yo prefiero a Steve Harris). La Vuelta la ganó Álvaro Pino por delante de Robert Millar, porque el Millar de aquellas perdía carreras por España como si no costase esfuerzo. El Giro fue italianidad absoluta, con Visentini campeonando (menudo pelazo gastaba, qué pintas de no querer morirse sobre la bici), Saronni segundo y Moser tercero. Lo haces a posta y no sale mejor (que igual hasta lo hizo Torriani a posta, vaya usted a saber).

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