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El Giro se decide al final, final: Covi gana en Fedaia, Hindley va a ganar en Verona
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Décima novena etapa

El Giro se decide al final, final: Covi gana en Fedaia, Hindley va a ganar en Verona

Mikel Landa continúa tercero y Juanpe López es noveno en la clasificación general. Hindley es el líder y todo apunta a que será el ganador de esta edición del campeonato italiano

Foto: Carapaz, Hindley y Landa, en la décimo novena etapa del Giro de Italia. (EFE/Maurizio Brambatti)
Carapaz, Hindley y Landa, en la décimo novena etapa del Giro de Italia. (EFE/Maurizio Brambatti)

La Marmolada.

Es que hay sitios que acojonan con solo escucharlos. Marmolada. Mar-mo-la-da, luz de mi vida, fuego de mis etcéteras. Que vale, es el Passo Fedaia, pero seguro que me entienden. El estilo importa. Tú no puedes escribir gestas en el Monte Milikito, porque eso no se sostiene. En cambio... Marmolada. Joder.

Si alguien quiere hacer alguna cosa distinta en este Giro solo quedaba lo de hoy, porque quien me diga que anda esperando a la crono ya es para retirar licencia. Terreno tiene, eso desde luego. Digamos que no es un tappone dolomítico del copón, pero sí es un tappone dolomítico. Y sale de Belluno, además, por lo que no es descartable encontrar por la ruta tártaros, osos sicilianos (guiño a Nibali), al viento Bóreas y hasta a Héctor y Aquiles pegando mandobles a ritmo de bicis y leyendas. Pero qué bueno es Dino, colegas, no dejen nunca de leerlo...

¿Sí? ¿Ya han decidido cuál de ellos repasar esta noche? Vale, continuamos.

placeholder Richard Caparaz, tras acabar la etapa. (EFE/Maurizio Brambatti)
Richard Caparaz, tras acabar la etapa. (EFE/Maurizio Brambatti)

La elegancia de Bugno

Que Dolomitas, digo. Las montañas más bonitas de Europa, cuentan algunos. Yo no lo sé, porque no estuve en cada montaña de Europa (a mí el Dobra me parece una cosa casi insuperable, ¿eh?), pero bellas lo son un rato, con esos naranjas acariciados por el sol, esas agujas, esas paredes que parecen trampantojos del tiempo. Qué delicia. Y eso, ración buena. No una locura, pero correcta. De primeras subimos San Pellegrino, que no es de lo más mítico, pero escuece a montones. Desde Agordo tiras para arriba, y hay unos cuantos túneles con sus rampas para asustarte. Los puedes tomar por un ramal paralelo, que no tiene coches y está lleno de botellas vacías y condones usados, y sigue habiendo túneles, y son túneles sin luz artificial, y bastante largos, y se escucha a las ratas correteando por el suelo (así, tap, tap, tap), y tú pasas por allí caminando con la bici del ramal y las calas tecleando historias (las calas también hacen tap, tap, tap), y piensas en qué decir si metes el pie en un agujero, o te caes, o te pasa algo, qué le cuentas al tío de la ambulancia, vestido indecorosamente, en mitad de ese sitio tan raro. En fin, no pasó nada. Hasta arriba son más de 20 kilómetros, con sus rampas sostenidas por la zona de Falcade (el clásico pueblo con setecientas catorce tiendas de esquí y dos mil cuatrocientos restaurantes donde comer strudel... ay, el strudel) y su parte criminal a partir del cruce al Passo Valles. Es todo muy bonito, con vistas chulísimas a las Pale di San Martino (aunque las buenas, buenas, son las de Rolle), y cabañucas que aparecen de vez en cuando aquí y allá como si fueran recuerdos de Heidi. Bueno, a partir del cruce los ciclistas se acuerdan de otras cosas (ingenieros de caminos y familiares directos), porque aquello torna en pesadilla, con cinco kilómetros a más del nueve y rampas loquísimas cerca del 20 en curvas. Vamos, que cero carcajadas. Luego bajas y subes Pordoi, que para los pros es un puerto de 12 kilómetros, pero en realidad llevas desnivel desde antes, y esos doce pues son facilones, no les voy a vender lo contrario, pero coronas muy alto, y sumas metros, y hay curvitas, y vete tú a saber si... Digamos que el esquema de la etapa es simpático, divertido, viajero y soñador, como su amigo el simpático, divertido, viajero y soñador, que le dicen todas esas cosas por no llamarle feo... La etapa, dijimos. Puerto duro, puerto fácil, puerto duro. Me cambias el orden del final y para mí sale ganando, pero qué sabré yo...

Y la traca final. Entras por Sottoguda, con esas paredes tan altas, con la cascadita, con el río rumoreándote jadeos. Luego... Malga Ciapela. Cada dos o tres años insistía Pavel Tonkov en atacar allí, y cada dos o tres años acababa subiendo a 35 pedaladas por minuto. También enterraron en esa zona a Gianni Bugno, lo que pasa es que Gianni Bugno muerto, a punto de abandonar la bici y con la mirada perdida era más elegante que usted en una boda, así que impacta menos. El puerto más duro de este Giro (seguramente), uno de los más traicioneros en estos asuntos (seguramente). También de los más bellos, pero estaban los corredores como para mirar paisajes...

Últimas balas, pues, últimas batallas. Oportunidad postrera para ganar este puesto, perder aquella posición y no volvernos a casa con temblores de que, hostia, quizá pudimos haber hecho algo más. Mejor no pensemos en las dos primeras semanas, ¿vale?, o en el Valle de Aosta, o en el Etna, o Blockhaus, o, o, o...

Eso, Dolomitas y a loco.

placeholder Mikel Landa saluda al público. (EFE/Maurizio Brambatti)
Mikel Landa saluda al público. (EFE/Maurizio Brambatti)

La moral de los aficionados

Es lo que tienen los aficionados a este bendito asunto, que poseen moral a prueba de bombas (además de belleza y carisma incontrovertible). Supongo que en otros deportes sea parecido el tema (no sé, enganchar diez empates a cero) pero yo hablo de lo que hablo. Y con placer. De otra forma dejaba todo esto después de Kolovrat, juéguenselo ustedes, que algún influenser de tuiter ponga emoticonos. Pero, oye... siempre acabas creyendo. Qué tendrán las montañas, que potencian la fe...

Escapada. Sorpresón, ¿eh? Escapada de salida. Jijí, jajá. Entran los sospechosos habituales, los que juegan en el bar de Rick. Mathieu Van der Poel (haciendo series asesinas por Cencenighe), Arensman (que se ha reinventado bastante bien después de hundirse), Ciccone (check), Vansevenant (check), Kämna (check), Alessandro Covi (joven, polivalente, con futuro), Leemreize (que tiene una bonita historia de amor con Mathieu) o Antonio Pedrero (enseñando un poco el maillot, que andaba anónimo), entre otros. Del pelotón tira el equipo de Landa, porque, cuentan, a Carapaz vino a verle la familia (la familia desgasta muchísimo, aunque no haya cuñaos) y Hindley lleva unos días con problemas intestinales (vamos, cagaleras), así que vaya usted a saber. Yo ya no me fío, pero vaya usted a saber...

San Pellegrino es una cosa bien chula, con su poco de pueblos, y sus pinares, y el arroyo acompañándote un tiempo, y luego pillas el cruce a Valles, y empiezan rampas alucinantes, rampas de las de hacer mucho daño. Ah, hace fresco, a ratos llueve, a ratos sale el sol, subimos por encima de los 2000 metros... Todo suma.

Sucede que el pelotón no recorta a los de la escapada, y eso es señal de poca exigencia. El terreno acompaña (que quede claro... en San Pellegrino el terreno acompaña), porque los últimos kilómetros van casi al diez, y hay rampones para quedarte clavado, y ves carteles que desmoralizan, y la gente anima como si estuviera sobre escaleras... Pero el pelotón no recorta. Tira Sutterlin, y sus tatuajes enormes (y bastante horteras, pero eso ya es opinión personal), y Sutterlin igual no es el tío que pueda romperte gregarios en plan Roberto Conti. En fin, yo pensaba que igual aquí montaban algo, nadie me acusará por no ser optimista. San Pellegrino... Quedan solo Pordoi y Fedaia.

Al Giro le quedan solo Pordoi y Fedaia.

placeholder Jai Hindley, cuando concluyó la décimo novena etapa del Giro. (Reuters/Jennifer Lorenzini)
Jai Hindley, cuando concluyó la décimo novena etapa del Giro. (Reuters/Jennifer Lorenzini)

Los habituales ataques del Giro

Passo Pordoi. Ecos de Coppi, de Bartali, Fuente comiéndose curvas como si fuesen cachitos de vida, Fignon atacando, Chiappucci atacando, Simoni atacando. Passo Pordoi, año 2022... y no atacan. Vale que no es lo más duro, vale que esas rampas, hoy, no sirven para montar zafarranchos mortales, vale que igual arriesgar tres semanas es poco digno de profesionales, vale que tal, vale que pascual. Si yo les entiendo, señores sesudos, si yo les entiendo, y comprendo su argumentación, y tengo menos verborreica que ustedes, y solo soy un honrado payasuco... si yo les entiendo.

Pero no me jodan.

Que no me jodan, digo. Que son 12 kilómetros de puerto, que miren cuántas curvas bonitas, que algo más se podría haber hecho. Que no me jodan, porque corona la escapada con más ventaja de la que empezó. Bueno, Alessandro Covi, que tira para adelante y lo tiene bastante bien. Luego, unos cuantos. Luego, el pelotón. A seis minutos. El pelotón, que van ahí ciento y la madre. El pelotón. Al ritmo de Wout Poels, que anda el mi pobre con cara de no poder desde Arabba. Directores que parecen Roland Berland echando meadillas por Cotos. En fin.

¿Pordoi fumado? Check.

Queda Marmolada.

Al Giro solo le queda Marmolada.

placeholder Juan Pedro López es actualmente noveno en la general. (EFE/Maurizio Bambratti)
Juan Pedro López es actualmente noveno en la general. (EFE/Maurizio Bambratti)

La Marmolada con su desfiladero precioso, con su Malga Ciapela, con su recta asesina, con sus herraduras finales, justo antes del lago. La Marmolada con todo eso, sí...

Pero al Giro solo le queda la Marmolada.

(Bueno, y la crono de Verona, con menos kilómetros que San Pellegrino).

Para lo que hemos quedado, amigos. Si quieren se lo edulcoro, pero para lo que hemos quedado...

Ah, por detrás viene el grupo de los sprínters, culo gordos y escritores a siete horas y media de distancia. Salvarán holgadamente el cierre de control, porque el cierre de control son los padres...

Seis a meta... y nada, colegas, y nada. Ataca Guillaume Martin, eso sí, que no asusta a nadie, pero tiene vergüenza ajena y dos libros traducidos al castellano (los hay que arrastran mas nombre y cero de esas tres cosas, ¿eh?). Luego entra Sivakov, y se quedan clavaos un montón de tíos, porque hay un montón de tíos que no pueden con las zapatillas, pero como nadie lo intentó antes pues... Sivakov, digo, y rápidamente van solos Carapaz, Hindley, Landa, Hirt y Carthy. Carapaz que arranca, Hindley que coge rueda, que entra, pone ritmo, Kämna ayuda unos metros, y es decisivo. Landa definitivamente no puede, así que igual lo de su equipo toda la etapa ha sido como sacar el safety car, que tenemos coche averiao.

Cosa de dos. Emoción a raudales. Mira, mira, los vellos como escarpias. Los de las piernas no, que las depilamos. Que intenso, que acojonante. Carapaz sufre, Carapaz achina los ojos, Carapaz pierde un metro, dos, luego tres... el líder se queda y esto es un muro. Tres kilómetros, a ver cómo gestiona Hindley lo de tener viento en la cara, que no lleva costumbre. Y Richard es una roca mentalmente, ojo, a saber.

Pero no.

Hindley está ganando el Giro de Italia.

Las tendencias se asientan. El de delante, crecido. El que quedó, hundiéndose. Hindley vuela (al menos a ese nivel que puede volar Hindley). Carapaz pena, y lo adelanta Carthy, y no puede despegarse de Kämna, y lo pilla Mikel, y le está saliendo todo al revés, macho, todo al revés. Al final hasta Lennard se pira, porque la cabeza hizo crack.

Victoria de etapa para Alessandro Covi, que supo gestionar distancias. Detrás, gente de la fuga. Detrás, Hindley, que no hace ningún gesto de alegría, porque es muy respetuoso y tiene menos carisma que el brócoli en un buffet libre. Después llegan Landa (recuperando) y Carthy (muriéndose, como siempre). Carapaz... minuto y medio. Todo perdido. Segundo en la general (Landa le queda a 30 segundos, pero tampoco es Julián Gorospe contra el crono), pero todo perdido. Veremos cómo lo afecta esto de cara al futuro, porque es de esas cosas que uno recuerda...

Se decidió el Giro, colegas. En tres kilómetros de Fedaia.

Vuelvan a leerlo.

Ay.

La Marmolada.

Enric Mas
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