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Los trentinos son unos bromistas, Pello es un sprinter y el Tour de los Alpes pinta bien
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Segunda etapa de la carrera

Los trentinos son unos bromistas, Pello es un sprinter y el Tour de los Alpes pinta bien

Pello Bilbao consigue una doble victoria al sprint para colocarse como primero en la general. El español cosecha una ventaja de 6 segundos delante de Bardet y de 12 sobre Attila Valter

Foto: El Tour de los Alpes empieza a sonar muy bien para Pello. (Pentaphoto/Tour de los Alpes)
El Tour de los Alpes empieza a sonar muy bien para Pello. (Pentaphoto/Tour de los Alpes)

Si es que son unos cachondos.

Los del Trentino, oiga. Unos cachondos. Que ya me dirán ustedes si no a qué viene lo de esta etapa. La catalogación de los puertos. La no catalogación de los puertos, más bien. Miren, miren. De salida el Passo di Rolle. Que buena historia tiene, el Passo di Rolle. Incluido en la primera etapa dolomítica de siempre por el Giro, este Passo di Rolle. Ganó Bartali, quizá les interesa, era el año 1937. Salita de salida hoy. Y nah, un chiste. Veintidós kilómetros al seis por ciento. Galibier sur, por comparar. Y estos lo ponen... de Segunda. Ay.

Foto: El corredor francés celebra la victoria. (AG2RCitroenTeam)

Y lo peor no es eso. Digamos que tú miras el perfil de la etapa y, en fin... tres picachos. Rolle, Mendola, Palade. Solo puntúan los dos primeros, imagino que el último será un repechín. Como hago reporterismo inmersivo digo de conocer los Passos. Ya que esto aquí pues intentemos hacer las cosas bien.

Empecé por el principio, que es hacerlo por los finales. Vamos, que Mendola y Gampenpass. O Palade y Mendelpass, porque aquí las cosas tienen dos nombres, y uno suena así, como a dulce romance transalpino, mientras que al otro se le escapan consonantes germánicas y tienes que ponerte de mala hostia para pronunciarlo correctamente. Eso sí, bonitos son un rato.

placeholder Imagen de una pasada edición. (EFE/EPA Sebastien Noggier)
Imagen de una pasada edición. (EFE/EPA Sebastien Noggier)

Mendola, por ejemplo (léase Méndola, que es lo correcto y suena mejor), tiene todo para ponerle el adjetivo cuqui de “pintoresco”. Allí subía un tren hasta hace nada, porque antes los trenes iban a los sitios más peculiares, no como ahora, que todos salen “de aquí, de Madrid”, y no comunican pueblos pequeñajos ni de casualidad. Y eso, que tren. El ascenso no es para morirse de duro (salvo yo, que me muero en cualquier lado) y tiene su punto, porque atraviesas muchos pueblos, a veces huele dulzón de serrería y hasta puedes ver marmotas cerca de la carretera (yo vi una y mola menos que en la peli de Bill Murray, también les digo). Y hay ardillas grandes como conejos que atacan a los desventurados corredores con pinta de presa fácil. Que me asalte una ardilla va directo a mi lista de anécdotas tontas, sí. En fin. Y eso, nadie me adelanto subiendo y hasta pasé a un cicloturista muy delgadito poco antes de la cima. Sucede que allí, arriba del todo, donde hay bares, y restaurantes, y tiendas de recuerdos, y una escultura de duendes alpinos, vi que nadie me había adelantado porque todos salieron antes que yo. Que no madrugas, Pereda, que no madrugas. La humillación fue completa cuando el joven a quien demarré (joven por decir algo) reptó miserablemente los últimos metros, se bajó de la bici y caminó cojeando hasta una silla. Pero cojeando mucho. Cojeando cantidad. Vamos, que mi gesta incluía a un escritor gordo y un viejo tullido. Qué maravilla. En fin, Passo Mendola.

Vale... a medio descenso del Mendola empieza Palade. Perfecto, para allá que nos vamos. Pero si ni siquiera puntúa, amigo, esto no puede ser na. Craso error. Craso de narices. Crasísimo. En números... trece kilómetros al cuatro por ciento. ¿Les suena Navalmoral, el sitio aquel del rubio con perilla? Pues eso, solo que no consta ni de Tercera. Unos cachondos, ya les digo. En fin. Por lo menos es agradable de subir, porque la carretera es buena, hay un montón de puentes que cruzan sobre quebradas y a la izquierda vas dejando uno de esos valles alpinos realmente chulos donde dan ganas de quedarse (tienen ustedes que mirar primero lo del adsl, por si acaso). Pena de las motos que pasan rozándote mientras intentan batir el récord del GP de Jerez, porque hay moteros así en todos los sitios. Curiosamente subiendo Mendola vi un cartel enorme que conminaba a este peculiar grupo poblacional para que le diese menos gas al asunto exhibiendo un bebé en brazos del susodicho émulo de Sete Gibernau. Que como idea está muy clara, pero si eres tonto del culo (yo soy tonto del culo), piensas en lo difícil que es agarrar al mozuco con ese mono, y lo incómodo que debe ser quitarse todo ese mono, y que si el niño empieza a llorar y hay que cambiarlo pues andas jodido. En fin, mis cosas. Ah, las macchinas también son molto pericolosas, porque en Italia los coches mandan, y adelantan bicis en curvas de herradura, cuando no hay arcenes, en mitad de erupciones volcánicas y aunque venga de frente Max Rockatansky puesto hasta el culo de anfetas. Así que eso... a ratos estresa. Pero puedes meter plato grande algunos cientos de metros, lo que sirve para decirle luego a tus amigos que es un puerto “de subir con el plato mucho tiempo”, aquí hemos venido por la exhibición.

La cima de Palade es un lugar... raro. Hay un cartel donde vi escoñarse a cierta alemana sin sentido del ridículo (ni del equilibrio), hay un museo dentro del antiguo búnker (es zona de absorber demasiada historia, pueden creerme), hay, también, un bar donde puedes tomar espresso, porque otra cosa sería de horteras. El interior resulta peculiar, con fotos antiguas de ciclismo, fotos antiguas de automovilismo, fotos antiguas de nevadas y fotos de la Miss Passo Palade del año 2014, que era una moza muy maja y muy lozana. Y que no puntúen esto, madre mía...

Y luego Rolle. Que solo hasta San Martino di Castrozza es un pepino bueno, y de allí para arriba un espectáculo de primer orden, con el Cimon della Palla vigilando como los maestros demasiado estrictos. Cosa de fabula, no se lo pierdan. Pues ahí lo tienen, misma categoría que la Cresta del Gallo. En fin, me lo tomo como una broma, un guiño, un “ya verás qué risas”. Mejor así...

Foto: Dylan van Baarle celebra la victoria. (Reuters/Pascal Rossignol)

Ah, Gino Bartali aparece como el primero en conquistar la cima tanto de Mendola como de Rolle. Por unos segundos (unos segundos breves, pero deliciosos) su nombre era prólogo y el mío epílogo. Que no voy a compararme en importancia, pero joder, dejen que disfrute el ratito...

La carrera. Pues Bouchard que llegó ayer con todos los chivatos del coche parpadeando, un pitido destrozándole los tímpanos y dos o tres hijuelas del testamento redactadas. Aunque ganador, oigan. No tiene pinta que vaya a seguir de verde hasta Lienz, pero que le quiten lo bailado. Para hoy... pues casi cualquier cosa que puedan esperarse. Escapada de lejos, juguetear con el equipo, incluso que algún medio-sprinter-medio-passista aguante y se ventile el asunto. Alternativas, vaya. Al lío. Una previa... les contaba ayer lo mucho que esprinta Bilbao con el cuerpuco ese que tiene. Para que vean que no solo escribo chorradas. También le hice un feo comparando su carisma con el de Mikel, pero no creo que me lo recuerde muchos años.

Y eso, que salida y Passo Rolle. Ya les digo, cosa seria. Así que la escapada también es seria. Muy seria. Seria de cojones. López, Sivakov, Cian Uijtdebroecks, Storer o Jonathan Caicedo, entre otros. A mil por hora que va el asunto, no se lo pierdan, porque esto es nido de avispas, y delante suben muy fuerte, y en el pelotón tienen más dudas que un adolescente antes de la Selectividad. Por momentos parece mate, porque se van hasta los dos minutos y medio, y es todo subir, bajar, subir, bajar, subir, bajar y meta. Más o menos, con sus falsos llanos en subida o bajada. Vamos, que igual está todo en cabeza, lo mismito que ayer. Y ya saben cómo acabó ayer...

Entre pitos y flautas subiendo Palade se quedan solos Sivakov y Storer, que no es el superhéroe del pasado septiembre pero va entrando en tono. Miguel Ángel ha pegado una petada bastante llamativa, y todos tenemos abierto el instagram de sus familiares, por si acaso. Y, oigan, que Sivakov baja... en fin, cómo decirlo... baja... es que es la hostia cómo bajan algunos de los supuestos “contendientes” a cosas grandes, macho. Que yo no sé lo que ocurre desde hace un tiempo, pero resulta drama. Póngale música de Mozart, ruedines o un oso pardo detrás, pero esto hay que corregirlo.

Foto: La bicicleta eléctrica deportiva sigue su crecimiento imparable, con un amplio marco de evolución tecnológica por delante. (Mondraker)

Uno que no tiene ese problema es Pello Bilbao, porque Euskadi exporta chuletones, juego directo en fútbol y bajadores de primera categoría. Así que Pello aprovecha esa cualidad (porque bajar bien es una cualidad, no lo olviden, y te da victorias) y provoca dos cosas: que contacte el grupo de los mejores con los poco hábiles descendedores de cabeza; y que se descuelgue Geoffrey Bouchard. Así que todo está por decidirse, etapa y liderato. Hay un grupo de dieciséis tíos, con algunos esperables (Bilbao, Landa, Buitrago, Bardet o Porte), algunos resucitados (Chaves), otros que pongo porque me gusta el nombre (Attila Valter) y hasta Joe Donbrowski, que venía como enviado especial de la revista “Hoteles de vacaciones” pero al final decidió subirse a la bici.

Ellos se juegan la etapa. Y allí... Bilbao. Muy fácil. Por delante de Bardet y Attila. No pudieron con Pello ni el otro ni el (h)uno. Etapa y liderato. Prometedor sprint de Landa haciendo noveno, justo por delante de Porte (Landa al sprint entre Marino Lejarreta y Pedro Delgado, aproximadamente). Visto el recorrido... pues, la verdad, esto se adapta perfectamente a las características de Pello, con todas esas bajadas antes de meta y todos esos puertos no excesivamente monstruosos. Así que le pinta bien el Tour de los Alpes.

Veremos.

Si es que son unos cachondos.

Pedro Delgado
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