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Evenepoel doma el orgullo de Landa y gana la Vuelta a Burgos en las Lagunas de Neila
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Tercera victoria consecutiva de Iván Sosa

Evenepoel doma el orgullo de Landa y gana la Vuelta a Burgos en las Lagunas de Neila

La valiente estrategia del equipo Bahrein depara un bonito final de etapa a 1.800 metros de altura. El joven líder belga resistió tres hachazos de Mikel Landa y apenas perdió unos segundos en meta

Foto: Remco Evenepoel, en el podio final de la Vuelta a Burgos.
Remco Evenepoel, en el podio final de la Vuelta a Burgos.

Nada puede reprocharse a Mikel Landa y a su equipo, el Bahrein McLaren, acerca de su comportamiento en la última jornada, etapa 'reina', de la Vuelta a Burgos que concluyó este sábado en las Lagunas de Neila. La formación arábiga sometió a un ritmo altísimo al pelotón en los últimos 15 kilómetros y permitió a su líder, Landa, el ataque ambicioso que llevaba esperando desde la mañana: a falta de cuatro kilómetros, en el tramo más duro del puerto final. Landa se escapó, pero no logró la etapa, ni tampoco derribar a Remco Evenepoel, vencedor de la ronda castellano-leonesa; dio espectáculo, eso sí, y demostró ser el segundo más fuerte de la carrera: una buena noticia a cuatro semanas de que comience el Tour de Francia.

Toda la planificación de la dura jornada estival, los 140 kilómetros previos a la última ascensión del día, había sido un examen al joven belga de 20 años, Evenpoel, la nueva joya del ciclismo internacional. El ritmo del grupo en el acercamiento a las Lagunas de Neila era el preludio idóneo para que hubiese movimiento en las rampas de un puerto durísimo, con varios kilómetros al 11% de pendiente. Se trataba de buscar el flanco débil a Evenepoel, dominador de la carrera, "un corredor muy valiente y muy completo que es capaz de marcar diferencias en cualquier terreno", como reconocería tras la etapa un sereno y optimista Landa, subcampeón de la Vuelta a Burgos.

Calor y ritmo fuerte

La etapa discurrió con la habitual escapada (en este caso de seis corredores), que aunque llegó a contar con seis minutos de ventaja fue neutralizada oportunamente por el pelotón a veinte kilómetros de meta. Con la doble meta de la etapa y la general en la cabeza, Bahrein elevó entonces la velocidad de la carrera, justo cuando la carretera se empinaba verdaderamente y el calor se acercaba a los 35 grados. El efecto fue inmediato: con el pelotón a fila de uno, el grupo fue reduciéndose progresivamente hasta un volumen de unos veinte corredores, en el que faltaban ilustres como Alejandro Valverde.

Cuando quedaban cuatro kilómetros a meta, los más duros del día, Landa probó fortuna. Salvo Seth Kush, nadie logró seguirle; pero el vasco nunca logró más de diez o doce segundos de diferencia frente a un grupo selecto de perseguidores (Chaves, Carapaz, Yates, Almeida, Bennett o Sosa, ganador aquí las dos últimas ediciones) que adelgazaría aún más con los sucesivos ataques del vasco, reacio a entregar la cuchara en una meta que ya había cruzado también primero (en la edición de 2011).

placeholder Mikel Landa, en la tercera etapa de la Vuelta a Burgos (Efe).
Mikel Landa, en la tercera etapa de la Vuelta a Burgos (Efe).

Hasta tres hachazos pegó Landa al grupo y al líder, menos pletórico que otras ocasiones, afortunado de contar con la ayuda del equipo Michelton Scott en un tramo decisivo, y que incluso cometió el pecado de juventud de atacar e ir a por la etapa justo cuando su compañero neoprofesional Joao Almeida alcanzaba al terceto definitivo de cabeza (el propio Evenepoel, Landa y Sosa) tras una remontada ejemplar en el último kilómetro.

"Como estos jóvenes cojan experiencia va a ser imposible ganar algo en los próximos años" (Mikel Landa)

El ataque de Evenepoel no fructificó (de hecho, lo pagaría: cedería unos segundos con Landa en la línea de meta). Al final fue, como tantas otras veces, el ciclista sin peso en la clasificación general, Iván Ramiro Sosa, el que se aprovechó de las vigilancias recíprocas y lanzó un ataque decisivo a medio kilómetro de meta. Había ganado esta misma etapa en las dos últimas ediciones y jugó con maestría sus cartas para dejar a Landa con la miel en los labios a 1.872 metros de altura. "Al final se me ha escapado", dijo el alavés antes de subirse al podio. "Pero he tenido muy buenas sensaciones, llevaba mucho tiempo encerrado y la competición siempre da miedo, tengo mucha confianza para lo que viene".

Lo que viene, indudablemente, es que Remco Evenepoel está llamado a ser protagonista del cliclismo mundial durante la próxima década. Esta temporada ha disputado tres carreras por etapas y ha ganado las tres: antes de Burgos, en la vida sin pandemia, conquistó la Vuelta a San Juan (Argentina) y la Vuelta al Algarve. El coronavirus le obligó, como todo el mundo, a bajarse de la bicicleta. Cinco meses después, el belga sigue asombrando. Este año no corre el Tour. "Va a haber que darse prisa", bromeó Landa, "porque como estos jóvenes cojan experiencia va a ser imposible ganar algo en los próximos años".

Nada puede reprocharse a Mikel Landa y a su equipo, el Bahrein McLaren, acerca de su comportamiento en la última jornada, etapa 'reina', de la Vuelta a Burgos que concluyó este sábado en las Lagunas de Neila. La formación arábiga sometió a un ritmo altísimo al pelotón en los últimos 15 kilómetros y permitió a su líder, Landa, el ataque ambicioso que llevaba esperando desde la mañana: a falta de cuatro kilómetros, en el tramo más duro del puerto final. Landa se escapó, pero no logró la etapa, ni tampoco derribar a Remco Evenepoel, vencedor de la ronda castellano-leonesa; dio espectáculo, eso sí, y demostró ser el segundo más fuerte de la carrera: una buena noticia a cuatro semanas de que comience el Tour de Francia.

Remco Evenepoel
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