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Piden excluir al 'apartheid' iraní del deporte mundial tras la ejecución del luchador Afkari
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Premios Nobel y exiliados piden apoyo

Piden excluir al 'apartheid' iraní del deporte mundial tras la ejecución del luchador Afkari

Navid Afkari, de 27 años, campeón nacional de lucha libre, fue torturado y ejecutado en septiembre por un crimen del que no hay pruebas. El exilio iraní clama por un castigo al régimen de los ayatolás

Foto: Protestas en Berlín contra la ejecución de Navid Afkari. (EFE)
Protestas en Berlín contra la ejecución de Navid Afkari. (EFE)

El pasado 12 de septiembre, en Shiraz (al sur de Irán), el luchador Navid Afkari fue ejecutado por su presunta participación en la muerte de un guardia de seguridad durante una manifestación por la libertad celebrada en septiembre de 2018. El régimen iraní afirmó que el luchador (campeón nacional) había sido ahorcado, pero la BBC persa informó posteriormente de que su familia, a la que sólo se les había permitido verle el rostro, dijo que tenía la nariz rota (lo que hace sospechar que fue torturado hasta la muerte). El desdichado Afkari, de 27 años, contó a sus familiares antes de morir que mientras estuvo en prisión había sido colgado del techo de una cámara de tortura, donde lo golpeaban regularmente con una barra de hierro y una porra, además de asfixiarlo de vez en cuando “hasta el borde de la muerte” con una bolsa grande de plástico duro.

Según su propia declaración, la de su familia y las de varias organizaciones de derechos humanos (entre ellas Amnistía Internacional, AI), al luchador le obligaron a confesar en el juicio bajo torturas. Su abogado denunció repetidamente que no existían pruebas. AI calificó el proceso de “parodia de justicia”. Fue inútil: después del juicio, el luchador fue sentenciado a la pena capital.

placeholder Protesta en Holanda contra la ejecución de Navid Afkari. (Efe)
Protesta en Holanda contra la ejecución de Navid Afkari. (Efe)

Los ayatolás despreciaron las numerosas solicitudes de clemencia (provenientes de instituciones deportivas, ONG y particulares): la condena fue confirmada por el Tribunal Supremo, que le acusó de “insultar al Líder Supremo” y “hacer la guerra contra Dios”. Sus hermanos, Vahid y Habib, que también habían participado en las citadas protestas, fueron condenados a 54 y 27 años de prisión, respectivamente.

La comunidad deportiva no escapa a los abusos de poder de la cerrada teocracia iraní. Pero la muerte del luchador no ha caído en el olvido: diversos representantes de la sociedad iraní en el exilio han pedido a la comunidad internacional que prohiba al país participar en competiciones deportivas internacionales. Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz, ha sido la última en reclamar al mundo occidental (y en especial al Comité Olímpico Internacional, COI) que apoye esta defensa de los derechos humanos. La exjueza, perseguida en su país por su labor en este campo (y que reside ahora en Londres), ha reclamado que el COI castigue a Irán del mismo modo que apartó a Sudáfrica en la era del ‘apartheid’: prohibiéndole participar en cualquier campeonato, inicialmente por un año.

“La mezcla de política y deporte por parte del régimen ha llevado a algunos de nuestros mejores atletas a abandonar Irán y a competir bajo la bandera de otra nación”, manifiesta Ebadi en un vídeo que forma parte de la campaña #United4Navid (Unidos por Navid): “Si el Gobierno no retira su agenda política y religiosa del deporte, la suspensión debe ser permanente”.

"Hay que boicotearlos"

Masih Alinejad, una conocida activista contra el velo obligatorio, publicó en redes sociales un impactante vídeo para denunciar “el régimen de ‘apartheid’ que discrimina a las mujeres y las minorías étnicas y religiosas” en su país. “En 1964, el Comité Olímpico Internacional prohibió la participación de Sudáfrica en los Juegos Olímpicos debido al ‘apartheid’. ¿Qué pasa con el ‘apartheid’ de la República Islámica en Irán? [...] Nuestros dirigentes no entienden el lenguaje de la diplomacia, hay que boicotearlos. De no ser así, van a seguir matando a quienes protesten, y vuestro silencio ayudará a los asesinos”.

Diversas asociaciones internacionales de deportistas y atletas iraníes obligados a vivir fuera de su país se han sumado a la campaña este último mes: entre ellos destacan el judoca Ehsan Rajavi, la alpinista Fatemeh Aghajarni, Sardar Pashaei (excampeón y seleccionador nacional de lucha) o Tonia Valioghli, parte del antiguo equipo nacional de natación mientras las mujeres fueron autorizadas a nadar en público. “No normalicen el asesinato y la discriminación”, insisten: “No olviden a Navid”.

placeholder Imagen de Nafkari facilitada por las autoridades iraníes. (Efe)
Imagen de Nafkari facilitada por las autoridades iraníes. (Efe)

“Hay que tener presente que la FIFA dio un ultimátum a Irán el año pasado para que pusiera fin a su prohibición de que las mujeres entraran en los estadios. Irán, en un primer momento, pretendió cumplir, permitiendo el acceso a un número limitado de mujeres a los partidos. Luego, volvió a la prohibición sin que la FIFA hiciera un seguimiento de su ultimátum”, afirma Alinejad en unas declaraciones publicadas por el diario El País: “No debemos permitir que la República Islámica vuelva a engañar al mundo de esta forma. El mundo debería mostrarse firme al respecto”.

Los precedentes son diversos. Sudáfrica estuvo ausente de los Juegos Olímpicos durante décadas. A Afganistán se le prohibió participar en los Juegos de Sídney 2000 por su sistemática discriminación contra la mujer. En los últimos años, Kuwait ha sido excluido de cualquier actividad olímpica en diversas ocasiones simplemente por la injerencia del Gobierno en las actividades de su Comité Olímpico.

El pasado 12 de septiembre, en Shiraz (al sur de Irán), el luchador Navid Afkari fue ejecutado por su presunta participación en la muerte de un guardia de seguridad durante una manifestación por la libertad celebrada en septiembre de 2018. El régimen iraní afirmó que el luchador (campeón nacional) había sido ahorcado, pero la BBC persa informó posteriormente de que su familia, a la que sólo se les había permitido verle el rostro, dijo que tenía la nariz rota (lo que hace sospechar que fue torturado hasta la muerte). El desdichado Afkari, de 27 años, contó a sus familiares antes de morir que mientras estuvo en prisión había sido colgado del techo de una cámara de tortura, donde lo golpeaban regularmente con una barra de hierro y una porra, además de asfixiarlo de vez en cuando “hasta el borde de la muerte” con una bolsa grande de plástico duro.

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