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Unas monjas sevillanas cambian los dulces por el baloncesto durante la cuarentena
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UNA SALIDA DEPORTIVA AL CONFINAMIENTO

Unas monjas sevillanas cambian los dulces por el baloncesto durante la cuarentena

El coronavirus ha hecho que dejen de fabricar dulces para centrarse en confeccionar mascarillas de protección

Foto: Las monjas tienen dos canastas instaladas en el patio del convento (Foto: Twitter)
Las monjas tienen dos canastas instaladas en el patio del convento (Foto: Twitter)

La mayoría de las personas que se encuentran confinadas por culpa del coronavirus tienen unas ganas enormes de salir a la calle: algunos descuentan los días que faltan para poder ir con sus hijos al parque; otros sueñan con el día que reabran los bares para poder reunirse de nuevo con sus amigos; y muchos son los que quieren volver a hacer deporte al aire libre.

Pero en un convento de Sevilla unas monjas han dado una lección sobre cómo llevar la cuarentena obligatoria por el Covid-19. Las religiosas que viven en el convento de San Leonardo de la capital hispalense están acostumbradas al confinamiento, por lo que esta situación no es nueva para ellas, pero han revelado cuál es su secreto.

Porque además de rezar y de realizar las tareas cotidianas en el convento, las monjas de clausura también encuentran tiempo para jugar al baloncesto. Las hermanas salen al patio en sus ratos libres y se dedican a jugar al baloncesto, un deporte que las apasiona y que las permite hacer ejercicio para mantenerse en forma.

Dulces por mascarillas

Tal y como publica Andalucía Información, la mayoría de las religiosas son de origen africano, ya que muchas de ellas proceden de Kenia y Tanzania. Entre todas instalaron dos canastas en el patio del convento y juegan al baloncesto con alegría: ellas no necesitan salir de sus instalaciones para seguir con su rutina diaria.

Las monjas han dejado de confeccionr dulces, una de sus fuentes de financiación, para fabricar mascarillas con las que ayudar a los demás

Lo que sí han hecho ha sido cambiar sus tareas habituales: una de las fuentes de financiación de las monjas son los dulces que ellas mismas fabrican en el convento. Sin embargo, el hecho de que no haya turismo en la ciudad provoca que no puedan dar salida a sus productos, por lo que han decidido cambiar de estrategia para, al mismo tiempo, ayudar a los demás.

Así, las hermanas han dejado de confeccionar dulces para pasar a fabricar mascarillas. Son capaces de coser hasta 500 mascarillas diarias que, una vez envueltas en bolsas asépticas, son entregadas a los lugares donde más se necesitan: residencias de ancianos, comedores sociales, fuerzas de seguridad, etc. Una forma de añadir su pequeño granito de arena ante la pandemia.

La mayoría de las personas que se encuentran confinadas por culpa del coronavirus tienen unas ganas enormes de salir a la calle: algunos descuentan los días que faltan para poder ir con sus hijos al parque; otros sueñan con el día que reabran los bares para poder reunirse de nuevo con sus amigos; y muchos son los que quieren volver a hacer deporte al aire libre.

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