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La teoría de Manolo Martínez y un relevo difícil en el "patito feo" del atletismo español
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"Nuestro deporte es amateur", afirma

La teoría de Manolo Martínez y un relevo difícil en el "patito feo" del atletismo español

Nueve años después de su retirada, el mejor lanzador de la historia de nuestro atletismo no ha encontrado sustituto. Polifacético, entrena en el CAR de León a especialistas de peso y disco

Foto: Manolo Martínez, durante un homenaje en los Campeonatos de España en 2011. (EFE)
Manolo Martínez, durante un homenaje en los Campeonatos de España en 2011. (EFE)

Manolo Martínez se pasó 23 años buscando la frontera de los 22 metros en el lanzamiento de peso y nunca la alcanzó, tampoco le hizo falta. Campeón del mundo (2003) y europeo bajo pista cubierta (2002), también bronce olímpico en Atenas, es una de las leyendas deportivas de nuestro país. Internacional en 84 ocasiones y capitán de la Selección de atletismo durante varios cursos, nueve años después de su retirada todavía siguen vigentes sus plusmarcas nacionales. "No he tenido un relevo claro, pero tampoco se dan las condiciones para que un lanzador pueda ser profesional", lamenta. Técnico en el Centro de Alto de Rendimiento de León, su localidad natal, esculpe a algunas de las principales lanzadoras del país, entre ellas Sabina Asenjo, June Kintana o Lorena Echevarría. Un programa encaminado a Tokio que el coronavirus ha paralizado por completo. "Al principio nos podía la incertidumbre y la ansiedad, ahora nos lo tomamos con más calma", dice a El Confidencial por teléfono.

Y es que el aplazamiento de los Juegos le ha dotado de cierta tranquilidad. Habrá margen para preparar en condiciones la gran cita deportiva, toda vez que el confinamiento impide el entrenamiento de calidad. "Lo lógico es que la temporada de verano tampoco se dispute. Aquí tenenemos las instalaciones cerradas y mis atletas fuera, en sus residencias de origen o incluso en Chile y Nueva Zelanda. Estamos haciendo entrenamientos como podemos porque muchas no tienen el material suficiente. No son las circunstancias idóneas", asegura. Manolo no se muestra del todo convencido con los Juegos primaverales, ventana que baraja el COI: "Los prefiero en verano porque sino habría que modificar la temporada atlética. Para que un deportista llegue a un pico de forma óptimo necesitas al menos seis meses de entrenamiento y competición. El Comité debería determinar cuanto antes la fecha final para ir haciéndonos una idea y programar, aunque tal y como están las cosas por el coronavirus, con la gente aislada, parece difícil que para primavera podamos disfrutar de un nivel adecuado para una cita de tal envergadura".

placeholder Carlos Tobalina celebra con Manolo su plata en la Copa de Europa de Lanzamientos en 2017. (EFE)
Carlos Tobalina celebra con Manolo su plata en la Copa de Europa de Lanzamientos en 2017. (EFE)

"Nuestro deporte ya es amateur"

La crisis sanitaria le ha pillado por sorpresa, aunque tampoco le extraña: "En esta aldea global, es hasta lógico que se produzca. España es un país que ha crecido mucho y muy rápido y a la vista está que cuando esto pasa suelen producirse algunas fisuras en la estructura. Los síntomas son los de una guerra mundial, pero contra un enémigo invisible, las consecuencias no dejan lugar a dudas. Parece un mundo distópico, de verdad, una novela de ciencia ficción. Esto ha destapado un enfrentamiento económico brutal entre potencias, que ya se venía viendo, y este es el siglo al que nos enfrentamos". La realidad es cruda y el futuro nadie se atreve a predecirlo, aunque Manolo no cree que la recesión que está por venir vaya a afectar demasiado al mundo del atletismo. "Nuestro deporte ya es amateur. Tienes que ser finalista olímpico para vivir medianamente bien de esto. Peor no vamos a estar y los que alcanzan ese nivel el dinero les llega más desde el extranjero que desde aquí, desgraciadamente. El apoyo gubernamental solo se centra en las necesidades básicas del deportista: instalaciones, alimentación y servicios complementarios. La profesionalización está bajo mínimos, en precario. El campeón nacional de cualquier especialidad no puede vivir de esto a no ser que mantenga una solidez internacional altísima", advierte.

Para el leonés, algunas cosas permenecen inalterables: "Los lanzadores seguimos siendo un poco el patito feo del deporte olímpico", mientras que otras han cambiado desde que pusiera el punto y final a su brillante trayectoria: "Cuando yo empecé había más nivel en peso y disco, ahora más en jabalina y martillo". La falta de cantera, un mal que ve venir: "Ahora mismo estamos viviendo del pasado, de esos buenos profesionales que con muy poco han conseguido grandes cosas". Cuando estaba activo, y antes de la crisis del 2008, el panorama era otro: "Las instituciones apoyaban más, eso es una realidad, luego llegó la recesión y todo bajó. Cuando nos recuperamos algunas ayudas volvieron, pero otras no. Ahora es difícil hasta tener un sueldo digno, antes si sumabas compensaba. Luego, a los espónsors privados solo les interesan los grandes campeones, si no eres un rostro conocido lo tienes difícil. Algunos atletas, al final, prefieren no hipotecar toda su vida en esto. Buscamos gente victoriosa porque somos exigentes, pero a esas personas primero hay que proyectarles. En peso, por ejemplo, se requiere una formación de diez años hasta despuntar. Luego, con suerte, llegas a ser alguien".

placeholder Manolo, durante un lanzamiento de peso en los Mundiales de Berlín del 2009 (EFE)
Manolo, durante un lanzamiento de peso en los Mundiales de Berlín del 2009 (EFE)

Su vena artística

Manolo, al que gusta filosofar, desgrana una teoría tan loca como sugerente que, por su experiencia, ha confeccionado con el paso de los años: "Los atletas del futuro se encuentran en los pueblos de España. Mi intuición es esa. De municipios pequeños salen buenos lanzadores, corredores, saltadores, etc. Creo que es por la pronta iniciación a la motricidad. Esta es una teoría alejada de cualquier comprobación científica, pero creo firmemente en ella. Los niños de municipios pequeños, sobre todo del interior, tienen un desarrollo motor mejor. Viven más la calle, interactúan con todo y se mueven mucho más. Parece mentira, pero es así. En las ciudades están más condicionados por horarios, desplazamientos, la tecnología y el miedo lógico de los padres a dejarles salir a jugar con amigos. Hacen más vida en el hogar".

Con su perra y su pareja, en un piso exterior con terraza y unas "dimensiones aceptables", Manolo sigue en contacto con sus pupilas (un grupo de ocho) a través del móvil y el ordenador. El tiempo libre que le queda, para su vena artística, que no la descuida nunca: dibujar, escribir (está redactando un guion que igual le da para largometraje) o trabajar la poesía con amigos por Facebook. "En vez de hablar, nos lanzamos mensajes mediante versos. Una especie de reto, lo pasamos bien", cuenta. El encierro lo lleva como puede, pero tampoco se queja, volverán los buenos tiempos. Corría el riesgo de que ninguna de sus lanzadoras estuviera en Tokio este mes de julio, pero ahora todas disfrutarán de una nueva oportunidad para obtener billete. Dentro de lo malo... "Nadie quería esto, pero lucharemos por estar entre las mejores". ¿Y el relevo? "No lo sé, yo trabajo para hacerlas crecer. Ganas de que alguien me sustituya tengo, por el bien de mi disciplina y del atletismo nacional".

Manolo Martínez se pasó 23 años buscando la frontera de los 22 metros en el lanzamiento de peso y nunca la alcanzó, tampoco le hizo falta. Campeón del mundo (2003) y europeo bajo pista cubierta (2002), también bronce olímpico en Atenas, es una de las leyendas deportivas de nuestro país. Internacional en 84 ocasiones y capitán de la Selección de atletismo durante varios cursos, nueve años después de su retirada todavía siguen vigentes sus plusmarcas nacionales. "No he tenido un relevo claro, pero tampoco se dan las condiciones para que un lanzador pueda ser profesional", lamenta. Técnico en el Centro de Alto de Rendimiento de León, su localidad natal, esculpe a algunas de las principales lanzadoras del país, entre ellas Sabina Asenjo, June Kintana o Lorena Echevarría. Un programa encaminado a Tokio que el coronavirus ha paralizado por completo. "Al principio nos podía la incertidumbre y la ansiedad, ahora nos lo tomamos con más calma", dice a El Confidencial por teléfono.

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