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Ohtani, la rareza del japonés que desafía 140 años de historia en el béisbol
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no busca dinero, pero tiene grandes exigencias

Ohtani, la rareza del japonés que desafía 140 años de historia en el béisbol

Tiene 23 años y solo fichará por un equipo que le asegure ser tanto lanzador como bateador, una rareza en la liga a la que tuvo que renunciar hasta Babe Ruth, uno de los mejores jugadores de siempre

Foto: Shohei Ohtani, como bateador. (EFE)
Shohei Ohtani, como bateador. (EFE)

Shohei Ohtani quiere hacer algo a lo que ni siquiera Babe Ruth se atrevió. Hace más de 140 años que se juega al béisbol en Estados Unidos, que existen las dos ligas que hoy en día forman la MLB, y en todo este tiempo prácticamente nadie ha intentado lo que ahora quiere hacer Ohtani. Y, los que lo probaron, más tarde o más temprano tuvieron que renunciar, vieron que el éxito era imposible. ¿Qué quiere el joven japonés? Ser, simultáneamente bateador y lanzador. Y sobrevivir al intento.

Ruth, que es uno de los hombres más célebres de la historia del deporte estadounidense, lo intentó. Cuando jugaba en los Boston Red Sox era, fundamentalmente, un buen lanzador, de los mejores de la liga. También bateaba bien, por lo que empezó a desempeñar esa función con más frecuencia, hasta casi compaginar ambas realidades. Se fue a los Yankees, donde construyó su leyenda, la del equipo más ganador (los Red Sox pasaron casi un siglo sin ser campeones desde su salida, una de las maldiciones más conocidas del deporte americano) y la del mejor bateador de todos los tiempos. Dejó de lanzar, simplemente no era posible.

Ohtani tiene 23 años, juega en Japón y no hay franquicia de la MLB que no quiera tenerle en su equipo. Es el mejor pitcher de cuantos disputan la liga nipona, también uno de los mejores bateadores. Y no quiere, por nada del mundo, dejar de ser ni una cosa ni la otra. Las franquicias creen que su mejor opción es ser un lanzador de prestigio, pero él no aceptará a nadie que no le prometa que disputará todos los partidos con el bate y lanzar como abridor cuando le toque. En realidad, lo que intenta Ohtani es algo parecido a jugar a la vez a dos deportes completamente distintos.

Foto: Aaron Judge, bateando para los Yankees. (EFE)

No hay liga que tenga más partidos que la MLB. Cada equipo disputa, sin contar play-off, 162 encuentros entre abril y septiembre, un calendario loquísimo que les lleva a jugar cinco o seis veces cada semana. Los jugadores de campo siempre están presentes, no cambian salvo necesidades imperiosas de guión. Lo normal es que los buenos disputen todos los días de esos meses de béisbol. Pueden porque el físico no exige. Todo lo contrario se puede decir de un pitcher titular. El lanzador tiene que descansar entre cinco y seis días hasta volver a subirse al montículo. El día siguiente de un partido suele tener el brazo casi atrofiado, pues le piden que en una sola tarde lancen la pelota más de 100 veces a altísimas velocidades.

Los problemas que generaría Ohtani

Si nadie intenta sobrellevar ambas cargas a la vez es, primero, por la especialización. Es difícil estar entre los mejores en una disciplina, más aún en dos. También por el cansancio. Ohtani lo hará, porque solo así aceptará una oferta de un equipo, pero nadie sabe bien cómo lo llevará. Ni cuál será su carga de trabajo, ni que días podrá competir y cuales no. "Va a haber problemas que ni siquiera imaginamos", dice en un artículo de ESPN un dirigente de la liga.

"Me encantaría tener esos problemas", dice otro. Ohtani se va a Estados Unidos y lo hace sin pensar demasiado en el dinero. No cobrará más de 3.5 millones de dólares, el máximo permitido a los fichajes internacionales de menos de 25 años. Podría haber esperado dos temporadas más y entrar con un contrato que los expertos cuantifican en más de 200 millones de dólares. Pero él quiere medirse ya con los mejores, y para eso tiene que cruzar el Océano Pacífico. Los reportes dicen que es un lanzador potente, que sube con frecuencia de la mítica barrera de las 100 millas por hora (más de 160 km/h) y posee también lanzamientos secundarios de nivel. Con el bate, es un jugador potente del que se calculan que puede subir de los 40 jonrones anuales.

Ahora deshoja la margarita para saber qué franquicia es la adecuada. Primer problema, la MLB en realidad es una asociación de dos ligas, la Americana y la Nacional, que se juntan de vez en cuando pero tienen normas sensiblemente diferentes. Y una de ellas afecta directamente a Ohtani. El pitcher, en la liga Nacional, batea, en la Americana no y su puesto lo coge un bateador designado, que es un tipo especialmente previsto solo para salir al campo a batear y no tiene la más mínima presión defensiva.

placeholder Shohei Ohtani, como lanzador. (Reuters)
Shohei Ohtani, como lanzador. (Reuters)

¿Los Yankees como destino?

Esto es clave para Ohtani, pues en los días en los que no lance puede quitarse de los problemas de tener que jugar en defensa y dedicarse solo a batear tres, cuatro o cinco veces en cada partido. Y eso privilegia, en principio, a los equipos de la liga Americana. También la exigencia es mayor, eso sí, porque del bateador designado se espera una productividad alta, al fin y al cabo es un jugador que solo se dedica a ello, no tiene que justificar su juego con la defensa. Y por eso suelen ser enormes bateadores con buenísimos números. Es más fácil reemplazar en producción ofensiva a, por ejemplo, un tercera base o un campo corto. Para funcionar bien, Ohtani tiene que justificar su bate a esas alturas.

El japonés, además, no se corta en pedir. Sus representantes mandaron la pasada semana una carta a las oficinas centrales de la MLB para que la distribuyese a todos los equipos de la liga. Era un papel con sus exigencias. Pedía en él que le respondiesen en inglés y en japonés los motivos por los que quieren que vaya a su equipo. Ohtani exigía en ella que le relatasen cómo son los servicios médicos, las instalaciones, la cantera. También pregunta cómo tienen pensado utilizarle, cuál será su día a día e, incluso, cómo de nutrida es la comunidad japonesa de la ciudad.

Foto: Los Cubs ganan un partido de esta temporada en el Wrigley Field (Reuters)

Es difícil descubrir cuáles son las intenciones de Ohtani. Los dos equipos que más dinero pueden ofrecerle son los Texas Rangers y los New York Yankees, esos 3,5 millones de dólares. Pero no es el dinero lo que le mueve. Los analistas estadounidenses creen, de todos modos, que los neoyorquinos son los favoritos. ¿Por qué? Pues porque son los Yankees, evidentemente. Representan a la mayor ciudad del país, son el equipo más laureado, el más conocido mundialmente y eso le puede dar una serie de patrocinios que en otros lugares serían imposibles. Además, el puesto de bateador designado está infrautilizado en el equipo.

Hideki Matsui, que jugó varias temporadas en el equipo neoyorquino, está haciendo de embajador para la franquicia. Pero casi cualquier equipo está en las mismas, exprimiendo a los japoneses que algún día formaron parte de sus plantillas, asegurándole que en sus ciudades podrá tomar un shushi mejor que en la de al lado. Todo vale en este caso, porque Ohtani es un talento único, tanto que ni siquiera Babe Ruth se atrevió a lo que él aspira.

Shohei Ohtani quiere hacer algo a lo que ni siquiera Babe Ruth se atrevió. Hace más de 140 años que se juega al béisbol en Estados Unidos, que existen las dos ligas que hoy en día forman la MLB, y en todo este tiempo prácticamente nadie ha intentado lo que ahora quiere hacer Ohtani. Y, los que lo probaron, más tarde o más temprano tuvieron que renunciar, vieron que el éxito era imposible. ¿Qué quiere el joven japonés? Ser, simultáneamente bateador y lanzador. Y sobrevivir al intento.

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