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Tráfico de personas, desertores... Obama y los problemas de la diplomacia del béisbol
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los tampa bay rays jugarán hoy en la habana

Tráfico de personas, desertores... Obama y los problemas de la diplomacia del béisbol

Los jugadores cubanos han tenido importantes dificultades para llegar a ser profesionales en EEUU. Los nuevos acuerdos no han conseguido desbloquear del todo la situación.

Foto: Obama atiende a un congreso de béisbol (Reuters).
Obama atiende a un congreso de béisbol (Reuters).

El día de Navidad de 1997, Orlando Hernández se embarcó en la ciudad de Caibarién junto a su hermanastro Liván. La guardia costera les interceptó y llevó a las Bahamas, donde fueron recluidos en un centro de detención para ilegales. Solo tras semanas de lobby y la actuación de Janet Reno, fiscal general, fue posible que no les devolvieran a la isla, donde Orlando -conocido como El Duque- ya había sido detenido previamente por tener contacto con agentes deportivos. Ambos construyeron meritorias carreras en las ligas mayores de béisbol, fueron campeones varias veces y lograron amasar enormes fortunas. Nunca pudieron volver a ver a los familiares que habían dejado en Cuba.

"Fue la decisión más dura de mi vida, para todo aquel que piense que dejar atrás a tu familia y tu país sin saber si algún día podrás volver es fácil, que lo intente", dice Danys Baez a 'ESPN'. Él dejó Cuba un 1999, aprovechando que estaba en Canadá con el equipo nacional. Y su marcha fue traumática, pero mucho menos que la de aquellos que tuvieron que cruzar el mar para encontrar un nuevo refugio que les permitiese firmar contratos con clubes profesionales. Los jugadores en Cuba son propiedad del estado, que por el momento no les permite salir con normalidad del país.

La cicatriz que se extiende por el Golfo de México es muy profunda, son años de lucha, una guerra fría, un bloqueo y toneladas de incomprensión y propaganda. Estados Unidos y Cuba, tan distintos y tan cercanos, comparten una pasión: el béisbol. Si en los años de Nixon se llevó a cabo la diplomacia del ping-pong -una gira de jugadores estadounidenses ayudó al deshielo con China- Obama quiere utilizar la pelota, como se llama al deporte en Cuba, para afianzar los pasos que se han dado para el acercamiento de ambos países.

Un partido especial

Esta noche, los Tampa Bays Rays disputarán un partido en el Estadio Latinoamericano de La Habana, con capacidad para 55.000 espectadores y que se espera lleno a reventar. En un sitio de honor se encontrará el propio presidente de los Estados Unidos, que ha visitado la isla en un viaje histórico. Está previsto que el propio Obama se acerque a los comentaristas de la 'ESPN' en algún momento del partido. Entre ellos también hay desertores que llevan décadas sin ver a sus familiares.

Eso mismo le ocurrirá a Dayron Varona, que es el único jugador de los Rays que escapó de la isla. Teóricamente no le correspondería estar en el encuentro, pues no es parte de la primera plantilla del equipo, pero el entrenador le ha llamado para esta ocasión histórica. Las estrellas del conjunto, además, han solicitado que sea titular. "Desertar fue una decisión muy dura, mucha gente me pregunta si lo volvería a hacer y la respuesta es no, fue producto de un momento de desesperación", contaba esta semana Varona.

Se sabe afortunado, solo ha pasado tres años sin pisar el suelo de su país natal. En la mayoría de los casos ese tiempo se convierte en décadas, si es que en algún momento tienen la oportunidad de volver a ver la tierra de sus raíces. Varona también tuvo que entrar en un barco ilegal, acompañado de su madre, para llegar a jugar en Estados Unidos. En el partido esta noche le gustaría jugar con Cuba, pero lo hará con su equipo.

Podría pensarse que con los nuevos tiempos y el reestablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países se ha desbloqueado tan sensible cuestión, pero no es cierto. Los hermanos Yulieski y Lourdes Gurriel se fueron del país en febrero de este año, cuando las relaciones entre ambos países ya habían empezado a mejorar, pero el problema es que aún no existe una vía para que salir del país y enrolarse en un equipo profesional sea legal. Eran las dos grandes estrellas del equipo nacional cubano y, además, hijos de otro histórico pelotero que se mantuvo siempre en el país.

"No puedo decir que estemos cerca de un acuerdo, y nos pone en una posición muy difícil, no podemos controlar lo que pasa", manifiesta Rob Manfred, comisionado de la MLB, la principal liga estadounidense de béisbol. En las últimas semanas Obama ha anunciado que la ley permitirá a los ciudadanos cubanos ser pagados por trabajar en los Estados Unidos, pero hay dudas concretas en el caso del béisbol, donde los jugadores pertenecen a las Series Nacionales, la competición oficial cubana.

Tráfico de personas

Urge una revisión de estos años en los que las deserciones conformaron un espacio gris, aceptado por la fuerza de la situación, pero con aristas peliagudas que hacen de muchos casos grandes dramas. Hay, al menos, una denuncia en los tribunales estadounidenses que puede abrir el melón de lo que fueron en realidad casos de tráfico de seres humanos e intervención de mafias que encontraban lucro gracias a lo penoso de la situación.

Leonys Martín desertó en agosto de 2010. Se montó con su familia en un yate, fue conducido a una furgoneta y de ahí a una casa donde, creía, había logrado su ansiada libertad. Allí se encontraban Eliezer Lazo y Joel Martínez Hernández, que supuestamente le apuntaron con una pistola. "Vales demasiado, no te vamos a dejar ir", le espetaron. Le dejaron salir para que negociase un contrato con algún equipo importante -ahora juega en los Mariners de Seattle- mientras mantenían cautiva a su familia.

Los jugadores han intentado siempre no entrar directamente en Estados Unidos, porque eso les obligaría a pasar por el 'draft', que obliga a los jugadores a contratos de menos calado. Llegando desde fuera se convierten en agentes libres, y ahí no tienen ataduras para negociar sus contratos. La bruma es espesa en estas ocasiones, como en el caso de Yasiel Puig, jugador de los Dodgers de Los Ángeles que cobró 42 millones de dólares sin haber jugado un solo partido en Estados Unidos. Aún no está claro cómo llegó al país, y eso que es uno de los más conocidos cubanos que viven en Estados Unidos. Antes de conseguir desertar lo intentó en diversas ocasiones, sin éxito.

En todo este embrollo se suceden los interesados, los intermediarios con pocos escrúpulos cuando no los delincuentes. "Es un shock lo simple que es todo, creerías que es algo que esconden, algo clandestino, pero normalmente se ve gente que dice que ese chico es propiedad suya y que quieren su parte, es como ir a Ebay o Amazon a comprar", cuenta un agente sobre el tráfico de personas tan común en estos casos.

Hay cuestiones importantes por resolver entre dos vecinos que se han dado la espalda durante décadas. La política separó a dos países con estrechas relaciones y el historial de agravios generado desde 1959 es una lista casi eterna de embrollos que, poco a poco, tienen que ir solucionándose. El deporte no es la prioridad -aunque sí debe serlo el tráfico de personas, que no solo afecta a peloteros-, pero puede ser parte de la solución por el lazo que supone el béisbol. Obama no irá a un concierto o a un museo, sino a ver la pasión de un país por un deporte. Una pasión compartida. Un puente invisible entre Miami y La Habana.

El día de Navidad de 1997, Orlando Hernández se embarcó en la ciudad de Caibarién junto a su hermanastro Liván. La guardia costera les interceptó y llevó a las Bahamas, donde fueron recluidos en un centro de detención para ilegales. Solo tras semanas de lobby y la actuación de Janet Reno, fiscal general, fue posible que no les devolvieran a la isla, donde Orlando -conocido como El Duque- ya había sido detenido previamente por tener contacto con agentes deportivos. Ambos construyeron meritorias carreras en las ligas mayores de béisbol, fueron campeones varias veces y lograron amasar enormes fortunas. Nunca pudieron volver a ver a los familiares que habían dejado en Cuba.

Barack Obama Raúl Castro
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