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'Dispararon al pianista': Fernando Trueba contra la dictadura de la desmemoria
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'Dispararon al pianista': Fernando Trueba contra la dictadura de la desmemoria

Nadie la ha pedido ni nadie la esperaba. El último largometraje documental musical de animación (ahí es nada el cóctel de géneros) de Fernando Trueba y Javier Mariscal solo responde a una obsesión quijotesca

Foto: Fernando Trueba rescata del olvido la figura del pianista brasileño Tenório Júnior en 'Dispararon al pianista'. (BTEAM)
Fernando Trueba rescata del olvido la figura del pianista brasileño Tenório Júnior en 'Dispararon al pianista'. (BTEAM)

Si hay un gen dominante en la familia Trueba es el de una especie de romanticismo quijotesco, una querencia por las causas perdidas, los saberes inútiles —inútiles en su acepción más elogiosa— y las empresas que no responden a los valores del mercado. Nadie, salvo el propio Fernando Trueba y los allegados de Tenório Júnior que queden vivos, habría pedido una película sobre este último, un pianista brasileño prácticamente desconocido que apenas grabó un disco en solitario y acompañó en un puñado de giras y estudios de grabación a algunos grandes de la bossa nova de los 60 y 70, como Vinícius de Moraes. Pero aquí está Dispararon al pianista. Y aquí está en forma de un documental musical de animación, que es probablemente la combinación más alérgica a las tendencias del cine de masas de hoy. Documental: 1.000 espectadores menos. Musical: otros 1.000 espectadores menos. De animación: divídelo entre 10.

Pero no es solo esa singularidad y ese empeño por reivindicar la libertad y la belleza en el arte que sale del impulso, de la necesidad, lo que hace de Dispararon al pianista una gran película. También lo es por la capacidad de hermanar al espectador con la figura de su protagonista, Tenório Júnior, independientemente de considerarse uno (o una) melómano o no, de distinguir un trombón de una trompeta o no, de poder nombrar siquiera a un referente de la bossa nova o no. Incluso de saber qué es exactamente la bossa nova. Porque es a partir de la delicadísima y muy selecta banda sonora que elige Trueba desde donde él y el diseñador e ilustrador Javier Mariscal empiezan a construir la historia de Tenório Júnior. Y es la historia de Tenório Júnior desde donde ambos reconstruyen una época siniestra y convulsa en la historia de Latinoamérica: los años 70, cuando las dictaduras militares tomaron por la sangre el continente. Trueba y Mariscal vuelven a trabajar en una película juntos 12 años después de Chico & Rita (2011), nominada al Oscar a Mejor película de animación, en esta película que se estrena este 6 de octubre solo en salas.

En Dispararon al pianista el espectador emprende un camino de arqueología musical y biográfica alrededor de la figura de Tenório Júnior de la mano del personaje protagonista, un crítico musical al que un día, por casualidad, le llega un disco del que sobresale el sonido de un piano, el de Tenório. Intrigado por su forma de tocar, el crítico —un pesudo alter ego de Trueba al que pone voz Jeff Goldblum— comienza una investigación en la que descubre que el pianista desapareció la noche del 18 de marzo en Buenos Aires, en medio de una gira con Vinícius de Moraes. Cuatro días antes del golpe de Estado de Videla, en un momento en el que los secuestros y los asesinatos de opositores empezaban a ser sistemáticos y sistémicos.

placeholder Jeff Goldblum pone voz al protagonista de 'Dispararon al pianista'. (BTEAM)
Jeff Goldblum pone voz al protagonista de 'Dispararon al pianista'. (BTEAM)

A través de las grabaciones —algunas de la época, algunas posteriores a manos de grandes nombres, como por ejemplo Bebo Valdés—, Trueba traza un recorrido musical y emocional por la eclosión de las vanguardias de la música latina en los años 60 y 70. Cómo en garitos de Río de Janeiro, tugurios que en muchos casos funcionaron como prostíbulos, nació la bossa nova, ese mestizaje entre la samba y el jazz. Una época de disrupción y experimentación y libertad que choca frontalmente con un panorama político regresivo en todo el cono sur, contagiado a base de golpes de Estado. Es un ejercicio del cineasta madrileño contra la desmemoria. Y una elegía a un músico prodigioso del que, por fin, ahora se acuerdan.

Trueba utiliza a su personaje para vehicular la investigación que acometió él mismo entre 2005 y 2007, de la que extrajo alrededor de 150 entrevistas con músicos, críticos y familiares que habían conocido a Tenório. A partir de ahí construye su retrato, el de un bohemio entregado a su música, a través de las voces de quienes lo trataron. Las voces grabadas de muchos que ya no viven funcionan como una especie de agujero espacio-temporal al pasado. Y la animación de Mariscal permite reconstruir la intimidad de Tenório a base de escenas imaginadas. La animación más artesanal —aunque quizá se hubiese agradecido algo más de medios— pone cara a las voces y entorno a las canciones. Y más color a una música ya de por sí colorida, a veces azul, otras veces festiva.

placeholder Otro momento de 'Dispararon al pianista'. (BTEAM)
Otro momento de 'Dispararon al pianista'. (BTEAM)

La mirada de Trueba no es del todo reverencial. Admira su talento, pero no omite aspectos más controvertidos de la biografía de Tenório. Cuando desapareció Tenório, en Brasil le esperaba su mujer con sus cuatro hijos pequeños. Y en el hotel de Buenos Aires su novia. Fue cuando bajó a comprarle un bocadillo o unas pastillas para el dolor de cabeza —las versiones difieren— cuando, al parecer, la policía secreta se lo llevó, no se sabe si al confundirlo con otra persona o simplemente por su aspecto. Dispararon al pianista contextualiza la historia íntima de Tenório dentro de la historia universal, y llama la atención la ligereza de un grupo de músicos embebidos en su propio mundo, ajenos a la convulsión política de la época. No andan tan lejos de la troupe de actores de Belle Époque (1992) o La niña de tus ojos (1998); si hay un tema recurrente en la filmografía de Trueba es el del arte a pesar de la política.

Pero, más allá de la hemeroteca —Mariscal también reconstruye archivos televisivos— y de la labor documental, Dispararon al pianista transmite la pasión y, en cierto modo, el enamoramiento del cineasta por su objeto de estudio. Un objeto de estudio especular, en el que el cineasta también se ve, a su manera, representado. Una oda a los talentos inútiles —útiles para el espíritu—; elogio y elegía a las causas perdidas.

Si hay un gen dominante en la familia Trueba es el de una especie de romanticismo quijotesco, una querencia por las causas perdidas, los saberes inútiles —inútiles en su acepción más elogiosa— y las empresas que no responden a los valores del mercado. Nadie, salvo el propio Fernando Trueba y los allegados de Tenório Júnior que queden vivos, habría pedido una película sobre este último, un pianista brasileño prácticamente desconocido que apenas grabó un disco en solitario y acompañó en un puñado de giras y estudios de grabación a algunos grandes de la bossa nova de los 60 y 70, como Vinícius de Moraes. Pero aquí está Dispararon al pianista. Y aquí está en forma de un documental musical de animación, que es probablemente la combinación más alérgica a las tendencias del cine de masas de hoy. Documental: 1.000 espectadores menos. Musical: otros 1.000 espectadores menos. De animación: divídelo entre 10.

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