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'Frozen II': Elsa y Anna regresan con una secuela oscura e impactante
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'Frozen II': Elsa y Anna regresan con una secuela oscura e impactante

La primera entrega se convirtió en el filme de animación más taquillero de la historia. 'El rey león' les quitó el trono este 2019 y ahora Anna y Elsa vuelven para recuperar lo que es suyo

Foto: Elsa, Anna, Kristoff y Sven, en un momento de 'Frozen II'. (Disney)
Elsa, Anna, Kristoff y Sven, en un momento de 'Frozen II'. (Disney)

"Sé fuerte. Enfréntate a tus miedos", reza el cartel de 'Frozen II'. Porque si no es del todo cierto que "las niñas ya no quieren ser princesas" —no hay más que ver las cifras de ventas del 'merchandising' de Anna y Elsa—, sí que lo es que quieren ser princesas diferentes. Las niñas de ahora ya no quieren casarse con el primer príncipe que les haga la maniobra Heimlich, y el estudio de cabecera de la infancia ha aprovechado el cambio de paradigma en las perspectivas maritales de las nuevas generaciones para quitarle el alcanfor al modelo princesa Disney: primero fue Tiana, proletaria y afroamericana, y luego llegó Elsa, poderosa y ambigua, imperfecta como cualquiera y como ninguna antes, una versión moderna de 'La Reina de las Nieves', de Andersen. La casa del ratón, que conoce todos los trucos, ha sabido jugar con los dobles sentidos y tirar el anzuelo sin mojarse sobre la sexualidad diversa de sus protagonistas.

Las tribulaciones de una Elsa mágica incapaz de controlar sus poderes, la relación ambivalente de las dos hermanas y el golpe de efecto musical de canciones como 'Let It Go' dieron a 'Frozen' (2013) dos oscars y la convirtieron en la película de animación más taquillera de la historia, hasta la llegada este verano de 'El rey león'. De monarquía va la cosa. Y ahora, Anna y Elsa vuelven para reclamar el trono. La sabana contra la tundra.

Los directores Chris Buck —veterano que empezó en la compañía a principios de los ochenta con 'Tod y Toby'— y Jennifer Lee —guionista de 'Rompe Ralph'— regresan al reino imaginario escandinavo de Arendelle. Allí, Elsa y Anna gobiernan magnánimamente; Olaf, uno de los personajes secundarios más carismáticos de las últimas décadas de Disney, consigue sobrevivir a los calores del verano, y el príncipe Kristoff rumia la posibilidad de pedir en matrimonio a Anna. Sin embargo, sin conflicto no hay película, así que los primeros nubarrones llegan a Arendelle en cuanto a Elsa le empiezan a rondar por la cabeza dudas sobre su pasado y sobre el origen de sus poderes congeladores.

placeholder Anna y Olaf tienen que ayudar a Elsa a descubrir un secreto sobre su pasado. (Disney)
Anna y Olaf tienen que ayudar a Elsa a descubrir un secreto sobre su pasado. (Disney)

Si la primera entrega impelía a superar los traumas, olvidar el pasado, dejar paso al perdón, 'Frozen II' propone vencer el miedo a conocerse a uno mismo. Aunque la búsqueda sea dolorosa. El misterio sobre los poderes mágicos de la protagonista ya quedaba apuntado en 'Frozen'. Y ahora, los guionistas sacan a la princesa de su zona de confort para descubrir la verdad, aunque la verdad no sea de su agrado: al final, la naturaleza llama. Elsa decide abandonar la comodidad de su reino y adentrarse en lo desconocido en busca del saber. Y en su aventura la acompañan Anna, Olaf y el caballo Sven.

Los guionistas sacan a la princesa de su zona de confort para descubrir la verdad

La existencia de las hermanas está marcada por la orfandad: sus padres murieron en un naufragio, pero cada vez están más presentes —a través de 'flashbacks'— cuanto más mayores se hacen. Sobre todo, cuando Anna y Elsa descubren que su abuelo tuvo más que palabras con una tribu nativa del norte de Arendelle. El grupo se adentra en parajes mágicos y misteriosos —e incluso peligrosos— como parte del proceso de hacerse adultos.

placeholder Las dos hermanas, de pequeñas, junto a su padre, el rey Agnarr. (Disney)
Las dos hermanas, de pequeñas, junto a su padre, el rey Agnarr. (Disney)

Los creadores de 'Frozen' son conscientes de que el público que disfrutó con su película es seis años mayor, por lo que ha apostado por un filme más maduro, una historia de autodescubrimiento y transformación más oscura, pero sin perder el filón cómico de Olaf o de la pareja Anna-Kristoff, que aunque parece seguir el modelo estándar de los cuentos de hadas, al final resulta más reivindicativo de lo esperable 'a priori'. El tira y afloja entre la tradición y la modernidad, lo acomodaticio y la aventura es constante en el filme.

placeholder Cartel de 'Frozen II'.
Cartel de 'Frozen II'.
Foto: Scarlett Johansson y Adam Driver protagonizan la última película de Noah Baumbach. (Netflix)

'Frozen II' tiene los ingredientes perfectos para convertirse en la sucesora de la anterior entrega en la taquilla: canciones pegadizas, una continuidad sin ofrecer exactamente lo mismo al espectador y una factura de la animación virtuosa y llena de textura y color. Pero, además, ofrece una lectura más adulta y menos complaciente —el tercer acto contiene revelaciones impactantes— para el público infantil. Eso sí, nadie va a salir traumatizado. Es difícil, una vez eliminado el factor sorpresa, que una secuela consiga provocar una emoción a la altura de la idea original, pero al menos nos encontramos ante una digna heredera al trono del nuevo y más moderno emporio Disney.

Foto: Mario Casas se reencuentra con Paco Cabezas en 'Adiós'. (Sony)

"Sé fuerte. Enfréntate a tus miedos", reza el cartel de 'Frozen II'. Porque si no es del todo cierto que "las niñas ya no quieren ser princesas" —no hay más que ver las cifras de ventas del 'merchandising' de Anna y Elsa—, sí que lo es que quieren ser princesas diferentes. Las niñas de ahora ya no quieren casarse con el primer príncipe que les haga la maniobra Heimlich, y el estudio de cabecera de la infancia ha aprovechado el cambio de paradigma en las perspectivas maritales de las nuevas generaciones para quitarle el alcanfor al modelo princesa Disney: primero fue Tiana, proletaria y afroamericana, y luego llegó Elsa, poderosa y ambigua, imperfecta como cualquiera y como ninguna antes, una versión moderna de 'La Reina de las Nieves', de Andersen. La casa del ratón, que conoce todos los trucos, ha sabido jugar con los dobles sentidos y tirar el anzuelo sin mojarse sobre la sexualidad diversa de sus protagonistas.

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