'The Party': la cena de los idiotas del Brexit
Sally Potter encapsula la crisis ideológica del Reino Unido del Brexit en una irónica comedia de costumbres en torno a una cena de celebración
Tragicomedia feroz que apenas sobrepasa la hora de duración, Sally Potter escribió y rodó 'The Party' durante un periodo en que dos procesos electorales, las elecciones de 2015 y el referéndum del Brexit, hundieron el estado de ánimo político de muchos británicos. Su película se empapó por tanto de la resaca del debate en torno a la crisis del Partido Laborista y del 'shock' que supuso para una parte de la población la victoria del sí en la consulta sobre la salida del país de la Unión Europea.
La directora concentra este colapso ideológico en una de esas comedias de costumbres donde un encuentro 'a priori' amistoso entre viejos conocidos acaba en un festín de secretos desvelados, viejos rencores expuestos a la luz y despellejes políticos. En 'The Party', el destripe emocional de los personajes va parejo a la puesta en crisis de sus posicionamientos ideológicos, sobre todo en el caso de los protagonistas de mediana edad, alineados en diferentes expresiones de la tradición izquierdista. Una fórmula clásica —la vimos hace un par de años aplicada a la generación de cubanos que creció con la Revolución en 'Regreso a Ítaca', de Laurent Cantet, y también la pone en práctica, sin el sustrato político, Álex de la Iglesia en su todavía en cartel 'Perfectos desconocidos'— que Sally Potter explota con eficacia y sobre todo con un agudo sentido del humor.
La fiesta del título la convoca Janet (Kristin Scott Thomas), una política de izquierdas con una extensa carrera que ve por fin su trayectoria recompensada por su partido cuando la nombran ministra de Sanidad en la sombra. Para celebrarlo, invita a su mejor amiga, April (Patricia Clarkson), una mujer de lengua afilada que acude junto a su novio Gottfried (Bruno Ganz), encarnación del 'coach' defensor de las mal llamadas terapias alternativas. También asisten Martha (Cherry Jones), profesora universitaria especializada en Estudios de la Mujer, acompañada de su joven pareja Jinny (Emily Mortimer), una cocinera que ha concursado en 'Masterchef' y se ha quedado embarazada tras una fecundación 'in vitro'. Tom (Cillian Murphy) es el último en llegar y excusa la tardanza de su esposa y mano derecha de Janet, Marianne, que debería aparecer en cualquier momento.
Potter orquesta una ácida sátira sobre una generación de progres acomodados de mediana edad que descubre con pasmo cómo el mundo real ya no baila a su son. Al inicio del filme vemos al esposo de Janet, Bill (Timothy Spall), escuchando con cierto aturdimiento 'I'm a Man', de Bob Didley, cuya letra de reafirmación masculina reverbera en el sentimiento de fracaso de un hombre que ha vivido a la sombra de la carrera política de su mujer. A medida que llegan los invitados, Potter pone en juego toda una serie de contradicciones. El viejo filósofo materialista enfermo se interesa ahora por la cháchara de un falso terapeuta; la socialdemócrata debe asumir que su marido acude a la sanidad privada; el joven ambicioso esnifa raya tras raya para ganar seguridad, y la pareja de mujeres encarna el choque entre dos formas de entender el feminismo distanciadas por la edad. Martha reacciona con estupor ante la posibilidad de convertirse en 'colectivo' cuando su joven pareja le anuncia que van a ser madres. Y además con cierta condescendencia hacia Jinny, que por su lado esgrime un feminismo más cerca del dogma emocional que del pensamiento político.
April es la encargada de rematar todas las situaciones con alguna frase de contundente agudeza. “Eres una lesbiana de primera, pero una pensadora de segunda”, le espeta a Martha, mientras que a propósito de su compañero afirma “rasca a un aromaterapeuta y te saldrá un fascista”. La situación en general la resume con un “no sabía nada de esto, y eso que siempre espero lo peor de todo el mundo por una mera cuestión de realismo”. En 'The Party', Potter nos devuelve a la mejor Patricia Clarkson después de que la hayamos visto recientemente en dos papeles tan estereotipados de malvada como los de 'La librería', de Isabel Coixet (la protagonista, Emily Mortimer, también aparece en este filme), y 'El corredor del laberinto: la cura mortal', de Wes Ball.
En un momento de la película, Tom lee fragmentos de mensajes amorosos entre dos amantes que suenan a frases hechas repetidas cientos de veces, pero Bill las acota citando el nombre del autor clásico que supuestamente las escribió. Todo ello mientras Gottfried suelta sus sentencias pseudoespirituales... Como en una farsa clásica, la directora sitúa a un mismo nivel lo profano y lo divino, 'Masterchef' y los estudios académicos de género, la ministra de Sanidad en la oposición y el sanador charlatán, el pensamiento clásico y los SMS. Este tipo de filmes corre el peligro de reducir a sus protagonistas al mero tópico chistoso. Potter, por el contrario, presenta a unos seres humanos disfrazados de arquetipos que se desembarazan de sus máscaras a lo largo del metraje. La guinda a esta pequeña pieza de cámara satírica es un fuera de campo que cruza sabiamente 'Eva al desnudo' con 'Esperando a Godot'.
Tragicomedia feroz que apenas sobrepasa la hora de duración, Sally Potter escribió y rodó 'The Party' durante un periodo en que dos procesos electorales, las elecciones de 2015 y el referéndum del Brexit, hundieron el estado de ánimo político de muchos británicos. Su película se empapó por tanto de la resaca del debate en torno a la crisis del Partido Laborista y del 'shock' que supuso para una parte de la población la victoria del sí en la consulta sobre la salida del país de la Unión Europea.