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'Infierno azul': sangre, mordiscos y bustos serpenteantes
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'Infierno azul': sangre, mordiscos y bustos serpenteantes

El director barcelonés afincado en Hollywood Jaume Collet-Serra dirige una aventura ilógica y surrealista protagonizada por la actriz de 'Gossip Girl' y un tiburón con muy mala leche

Foto: Fotograma de 'Infierno azul'.
Fotograma de 'Infierno azul'.

Trump como presidente de Estados Unidos. El aeropuerto de Castellón. El gazpacho con mayonesa de Carrefour. Los sándwiches vegetales con atún. Los guantes de lana con los dedos recortados. El vecino que elige al alcalde y el alcalde que quiere que sean los vecinos el alcalde. Las monedas de un céntimo. La arquitectura capilar de Fabiola de Bélgica. Los abrefáciles de las bolsitas de ketchup. Los Morancos como dúo cómico. Y, sobre todo, la última película de Jaume Collet-Serra. Conceptos cuya existencia radica en una perpetua escapada de toda lógica y sentido común, sin mirar atrás.

Tráiler de 'Infierno azul'

El cineasta barcelonés afincado en Hollywood ha puesto en pausa su 'bromance' con Liam Neeson -con el que ha colaborado en sus últimas tres películas- para llevarse a Blake Lively -a ratos no tan 'lively'- a las cristalinas aguas de un paraíso tropical. Para este nuevo 'thriller' acuático, protagonizado por un escualo hambriento de carne y sediento de mal, Collet-Serra ha admitido en varias entrevistas no haber revisionado 'Tiburón' (1975) para quitarse de encima referencias obvias y tentaciones de fusilar planos.

Collet-Serra ha puesto en pausa su 'bromance' con Liam Neeson para llevarse a Blake Lively -a ratos no tan 'lively'- a las cristalinas aguas de un paraíso tropical

Pero quizá no hubiera estado de más, para asimilar que un plano largo bien rodado puede causar más inquietud que un montaje picado, que muchas veces es mejor sugerir que enseñar y que, ya puestos a enseñar, un 'animatronic' siempre funciona mejor que un monstruo construido a base de efectos CGI (imágenes generadas por ordenador) que no consiguen un nivel de calidad presumible para una película de 17 millones de dólares de presupuesto.

Si bien es verdad que Collet-Serra consigue atrapar la belleza de las playas mexicanas -en realidad, australianas-, con espectaculares planos submarinos a cámara superlenta, y que también acierta al aligerar la tensión del suspense con una vis cómica tan inesperada como fluida y efectiva, los logros empequeñecen al lado de un guion minado de decisiones y giros totalmente absurdos que acaban resultando involuntariamente hilarantes. El guionista Anthony Jawinski intenta conseguir la cuadratura del círculo dentro de una historia que parte de una buena premisa pero que enseguida entra en una espiral de sinsentidos que desbarra en un trompo final apoteósico. Aunque también es verdad que 'Infierno azul' no es la inefable 'Sharknado' (2013).

Además, en este 'thriller' acuático, aparte de sangre, mordiscos y bustos serpenteantes, también subyace un mensaje de superación personal. La película de Collet-Serra no trata solamente de la supervivencia a nivel físico -llegar a la orilla de una pieza-, sino también de sobrevivir a los reveses de la vida, de luchar, de templar la cabeza y seguir adelante. Nancy (Lively) es una estudiante de medicina que, tras la muerte de su madre a causa de un cáncer, abandona Texas en busca de aventura y, sobre todo, de sí misma. Y, parafraseando a Depeche Mode -sin el componente erótico-, solo puedes encontrarte a ti mismo si antes consigues perderte.

El lugar: una paradisiaca playa mexicana que guarda, aparte de un gran valor sentimental para Nancy, una sorpresa con aletas y entre cinco y 15 filas de dientes. Desde el comienzo, y a pesar del risueño diálogo con Carlos (un Óscar Jaenada con acento azteca), lleno de equívocos culturales, la joven va demostrando que del espíritu libre y desenfadado al impulso autodestructivo hay una fina línea de decisiones equivocadas encadenadas: abandonar a tu amiga en un hotel, viajar sola a una playa perdida de un país desconocido, sin transporte de vuelta, desprenderte del móvil y quedarte incomunicada, hacer surf cuando va a caer la noche y no salir por patas nada más ver a una enorme ballena muerta a bocados en la cabeza.

El primer patinazo

Y es en la presentación del tiburón protagonista cuando 'Infierno azul' patina por primera vez. Han pasado cuatro décadas desde el 'Tiburón' de Spielberg, 40 años que han servido para que pocas cosas puedan sorprender al imaginario colectivo de las amenazas marinas: más grandes, más listas, más puñeteras. Por eso resulta extraño que un escualo gigante capaz de acabar con un gran cetáceo a mordiscos, que parte los cuerpos serranos como si fuesen mantequilla, cuando ataque a la protagonista, simplemente le haga un pequeño estropicio en la pantorrilla. Y es que si no, claro, la película acabaría ahí.

En la película se concatenan puntos de giro de lo más descabellado, desde la sutura de una herida a base de pendientes -que ni McGyver- hasta una resolución final aleatoria

Y, a partir de esta secuencia, cuando el personaje de Blake Lively consigue llegar a una roca para ponerse a salvo del tiburón, se concatenan una serie de puntos de giro de lo más descabellado, desde la sutura de una herida a base de pendientes -que ni McGyver- hasta la resolución final, que original -y aleatoria- es un rato. Y mientras tanto, casi como si de una película de los hermanos Coen se tratase, a la protagonista le empiezan a llover más contratiempos que las plagas de Egipto, un abuso que provoca más sensación de inverosimilitud en el espectador que de la urgencia buscada.

placeholder Cartel de 'Infierno azul'
Cartel de 'Infierno azul'

Sin embargo, entre los aciertos del director está la integración de elementos basados en las nuevas tecnologías -como pantallas de móvil, grabaciones de GoPro-, que se superponen al hilo narrativo clásico, al estilo de 'Open Windows' (2014), de Nacho Vigalondo. También los diálogos y las situaciones divertidas -el dúo cómico de la surfista y la gaviota es entreñable- y el tratamiento del suspense hacen de esta película un producto, al menos, entretenido, que sin embargo decide pasarse por el arco del triunfo las convenciones del sentido común hasta acabar convirtiéndose en algo más cercano a la serie B, a pesar de cuadruplicar el presupuesto de una película española de primer nivel. Aunque viendo el tráiler de 'Sky Sharks' (2017) -zombis nazis pilotando tiburones voladores-, parece que lo de la lógica en las películas de tiburones está últimamente demodé. Y si no que se lo pregunten a Tara Reid, la reina de los 'Sharknado'.

Foto: Fotograma de 'Election: la noche de las bestias'.
Foto: Fotograma de '¡Bruja, más que bruja!'.

Trump como presidente de Estados Unidos. El aeropuerto de Castellón. El gazpacho con mayonesa de Carrefour. Los sándwiches vegetales con atún. Los guantes de lana con los dedos recortados. El vecino que elige al alcalde y el alcalde que quiere que sean los vecinos el alcalde. Las monedas de un céntimo. La arquitectura capilar de Fabiola de Bélgica. Los abrefáciles de las bolsitas de ketchup. Los Morancos como dúo cómico. Y, sobre todo, la última película de Jaume Collet-Serra. Conceptos cuya existencia radica en una perpetua escapada de toda lógica y sentido común, sin mirar atrás.

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