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'Election: la noche de las bestias', la brutalidad gratuita toma el poder
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'Election: la noche de las bestias', la brutalidad gratuita toma el poder

James DeMonaco recupera la premisa de la Purga en una tercera entrega que explota el recurso de la sangre por encima del mensaje moral de la película

Foto: Fotograma de 'Election: la noche de las bestias'.
Fotograma de 'Election: la noche de las bestias'.

En 'The Purge: la noche de las bestias' (2013), el director James DeMonaco usó una premisa resultona aunque sin duda incoherente -un futuro en el que todo el crimen es legalizado durante 12 horas al año- como telón de fondo para un ramplón 'thriller' de invasiones domésticas que tan solo rascaba en la superficie de los complejos conflictos de clase y de raza que el distópico concepto prometía. Pero el caso es que la película tuvo un éxito incontestable y eso empujó a DeMonaco a expandir su universo en subsiguientes continuaciones.

Tráiler de 'Election: la noche de las bestias'

Al poner el foco en el efecto que la Purga tendría en las calles, 'Anarchy' (2014) amplió el alcance de la alegoría y desvió el foco hacia aquellos en los márgenes de la sociedad, una vez quedó claro que el propósito de la legalización del crimen no era dar salida a los más primarios instintos de los ciudadanos durante una noche -así se estarían tranquilitos el resto del año- sino más bien mezclar Halloween con el Holocausto: deshacerse del sobrante de la población para permitir que los oligarcas mantuvieran el poder y la riqueza sin tener que mantener el lastre de las clases desfavorecidas.

Si la primera entrega se fijaba en el vecindario y la segunda lo hacía en las calles de la ciudad, esta tercera pone el foco en las esferas políticas

Así pues, el camino tomado por DeMonaco ahora en 'Election' es más o menos lógico. Si la primera entrega se fijaba en el vecindario y la segunda lo hacía en las calles de la ciudad, esta tercera pone el foco en las esferas políticas. En concreto, se centra en la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), que además es candidata a la presidencia de EEUU y que en su programa electoral incluye la eliminación de la Purga. Eso, por supuesto, hace que inmediatamente sea señalada como objetivo prioritario, de cara a la nueva barra libre criminal que está a punto de celebrarse, por parte de un fascista 'establishment' obsesionado con hacer que América sea grande de nuevo, y del que sin duda Donald Trump formaría parte gustoso.

Brutalidad gratuita

Frank Grillo -un actor con aspecto permanente de necesitar un buen baño- entra en escena llegado desde la entrega previa en la piel del sargento Leo Barnes, ahora jefe de seguridad de Roan y, de nuevo, la única persona competente y de confianza que pisa las calles durante la Purga. Esencialmente, 'Election' acompaña a Barnes y a Roan -y a un séquito de gregarios personajes de saldo- mientras huyen a través de las calles de Washington DC y se protegen de colegialas con sierras mecánicas, homicidas turistas rusos disfrazados de Abraham Lincoln y demás afectados por una exposición descontrolada a 'La naranja mecánica' (1971), y en el proceso se ven envueltos en gratuitos episodios de brutalidad e intercambios de diálogos excepcionalmente mal escritos.

En todo momento, y como ya sucedía en 'Anarchy', son más que obvios los préstamos que DeMonaco toma de '1997: rescate en Nueva York' (1981), en términos tanto de historia como de temas, subtexto y banda sonora. Y eso está bien: puestos a copiar, existen pocos directores tan buenos como John Carpenter de quienes hacerlo. Lo que pasa es que, por lo demás, y a pesar de las referencias a movimientos como Occupy Wall Street y Black Lives Matter, a Trump, a los drones y a la Asociación Nacional del Rifle, y de las nada sutiles discusiones sobre política, sexismo y racismo que los personajes entablan, el alcance metafórico de 'Election' es inocuo en el mejor de los casos, e hipócrita en el peor.

A pesar de las discusiones sobre política de los personajes, el alcance metafórico de 'Election' es inocuo en el mejor de los casos e hipócrita en el peor

En primer lugar, porque el esfuerzo por retratar a aquellos detrás de la Purga como una panda de psicópatas que lucen esvásticas y fanáticos religiosos que celebran asesinatos rituales en catedrales y se intercambian miradas de deseo homosexual reprimido mientras hacen el mal despoja al relato de su pegada. Después de todo, quizá lo más interesante de la primera película es que sugería que incluso alguien tan aparentemente inofensivo como tu propio vecino, alguien normal y no un villano de tebeo, podía mandarte al hoyo. Asimismo, a pesar de que reincide en las referencias al modo en que la Purga se ceba en los pobres y las minorías, en realidad no dice nada nuevo ni de ellas ni de la naturaleza inherentemente perversa del ser humano. Porque lo que le interesa a la película primordialmente son los actos mismos de brutalidad.

placeholder Cartel de 'Election'.
Cartel de 'Election'.

Es en ese sentido que las aspiraciones pacifistas y no violentas de la senadora Roan suenan a chiste en una película que proclama que el asesinato es malo aunque al mismo tiempo usa la sangre como reclamo para el público, y que se deleita de forma tan gozosa contemplando los crímenes como aquellos que participan en la Purga, y que echa mano de la cámara lenta y el primer plano para recrearse en las risas ensangrentadas y los rifles de asalto.

Puede que esa celebración de la violencia disfrazada de condena ya existiera en cierta medida en 'Anarchy'. Pero, en aquella película, cuando se nos mostraba el cadáver de un corredor de bolsa colgado de un rascacielos había una significación política. En 'Election', los crímenes no dicen nada sobre las desigualdades sociales o la explotación política; solo responden al esfuerzo por escenificar los horrores más exagerados que DeMonaco fue capaz de idear. Y mientras los encadena, la película no solo no es capaz de generar verdadera tensión sino que tampoco deja duda alguna sobre quién quedará en pie al final: solo aquellos susceptibles de regresar en una nueva entrega de la saga. Después de todo, la lógica de Hollywood no es muy distinta de la de la Purga.

Foto: Fotograma de 'Infierno azul'.
Foto: Fotograma de '¡Bruja, más que bruja!'.

En 'The Purge: la noche de las bestias' (2013), el director James DeMonaco usó una premisa resultona aunque sin duda incoherente -un futuro en el que todo el crimen es legalizado durante 12 horas al año- como telón de fondo para un ramplón 'thriller' de invasiones domésticas que tan solo rascaba en la superficie de los complejos conflictos de clase y de raza que el distópico concepto prometía. Pero el caso es que la película tuvo un éxito incontestable y eso empujó a DeMonaco a expandir su universo en subsiguientes continuaciones.

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