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La odisea de la mujer madura
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estreno de 'Viaje a Sils Maria'

La odisea de la mujer madura

Olivier Assayas dirige a Juliette Binoche y Kristen Stewart en un drama metacinematográfico

Foto: Fotograma del filme
Fotograma del filme

Juliette Binoche encarna en Viaje a Sils Maria a una actriz que podría ser ella misma. Maria Enders es una intérprete de renombre forjada en la tradición europea que también ha hecho sus pinitos en el cine comercial estadounidense. Aunque se encuentre en un momento álgido de su carrera, Maria ya no es la joven que a sus 18 años deslumbró a público y crítica en el papel de Sigrid en una pieza titulada La serpiente de Majola, donde enamoraba a una mujer de más edad, Helena, hasta conducirla a la destrucción. El autor de la obra, su amigo Wilhelm Melchior, acaba de fallecer y un joven director de prestigio le ofrece retomarla. Pero ahora Maria sería Helena, y no Sigrid. La joven seductora queda atrás para dar paso a la madura seducida.


El director Olivier Assayas sitúa al personaje de Maria en una encrucijada al mismo tiempo vital y profesional. Maria aparece desde el primer minuto acompañada de su asistente Valentine (Kristen Stewart), que le echa una mano en todo tipo de sus asuntos, desde organizarle la agenda a darle la réplica en los ensayos. Maria se siente vulnerable mientras el mundo cambia a su alrededor. Se encuentra en pleno proceso de divorcio y contempla cómo las nuevas actrices se hacen famosas en películas de superhéroes y páginas de Internet, un universo muy alejado del suyo. Su email se llena de ofertas que van desde interpretar a “una madre superiora en un filme de terror español” a protagonizar un reportaje en una revista “femenina” sobre cómo seducir a partir de los 40. La oferta para volver a trabajar en La serpiente de Majola resulta, en cambio, muy atractiva. Pero para Maria interpretar a Helena significa confrontar todos los miedos y prejuicios asociados a la mujer madura: la inseguridad, la vulnerabilidad, la soledad, el sentirse derrotada por circunstancias ajenas a una misma...

En el primer segmento de Viaje a Sils Maria, varios personajes discuten sobre la naturaleza de la relación entre Helena y Sigrid. Maria quiere leer la obra como algo más que la típica historia de chica joven y atractiva que seduce y manipula a una mujer mayor. Junto a Valentine, se retira a la antigua casa de Melchior en Sils Maria para preparar su personaje. Su ayudante la pone al día sobre la joven actriz norteamericana, toda una celebrity, que va a compartir reparto con ella, Jo-Ann Ellis (Chloë Grace Moretz).


Olivier Assayas también evita que su filme funcione como un mero juego de espejos metacinematográfico donde los personajes de Binoche y Stewart (o, más adelante, los de Binoche y Moretz), de la misma edad que los de la ficción dentro de la ficción, reproduzcan su comportamiento. Inevitablemente, en la película resuenan los ecos de filmes como Eva al desnudo, pero al cineasta no le interesa elaborar un mero retrato de actriz veterana que ve cómo le empieza a hacer sombra una joven y ambiciosa debutante. El planteamiento del filme estaría más cerca de las películas de cámara de Ingmar Bergman, un cineasta siempre preocupado por las interrelaciones entre el cine, el teatro y la vida personal. Sobre todo, se aproxima a títulos como Persona o Sonata de otoño, también centrados en la intensa relación que surge entre dos mujeres, una de ellas artista famosa, aunque aquí los personajes no resulten tan (auto)destructivos.

El entorno las erosiona de la misma manera que lo hace la ficción que ensayan

El filme se levanta sobre un sustrato de múltiples referencias que no acaban aquí. El título mismo evoca el pueblo suizo en el que Friedrich Nietzsche encontró la inspiración para algunas de sus obras. Sils Maria sirve de marco para el segmento central, que a su vez retoma la idea del cine de montaña alemán de los años veinte. En la película se cita explícitamente a su principal representante Arnold Fanck, que dirigió el cortometraje El fenómeno de las nubes de Majola, registro documental de la formación de la llamada Serpiente de Majola, un acontecimiento metereológico único y propio del lugar.

Como en los Bergfilms de antaño, aquí las protagonistas también llevan a cabo un proceso de superación interior íntimamente ligado a la naturaleza que las rodea. El entorno las erosiona de la misma manera que lo hace la ficción que ensayan. Y la formación de la serpiente de Majola, la mejor secuencia del filme, funciona como una clara epifanía para Maria.

Como en su obra maestra Irma Vep (1996), Assayas desarrolla en Viaje a Sils Maria un juego metafílmico de múltiples capas para poner en evidencia un cambio de paradigma en el mundo del cine. En aquel título, un realizador vinculado a la modernidad de la Nouvelle Vague se planteaba cómo rodar un remake de un clásico primitivo francés en tiempos de la postmodernidad con una estrella del pujante cine de género asiático. En este caso, es una actriz y no un director quién se cuestiona su lugar en un panorama cinematográfico en plena mutación. El retrato que lleva a cabo Assayas de la actualidad cinematográfica (actrices que protagonizan estúpidos blockbusters de ciencia-ficción y se ven envueltas en escándalos mediáticos en la vida real) resulta un tanto simple. Pero al mismo tiempo refleja muy bien el sentido de desubicación de una profesional ligada a otra forma de entender el arte.

Mucho más rico y complejo es el proceso de aceptar la propia madurez que lleva a cabo Maria. En una secuencia del filme, ella y su ayudante se detienen para bañarse en un lago. Mientras Kristen Stewart, por otro lado muy acertada en su papel, nada con la ropa interior puesta, Juliette Binoche se desnuda íntegramente. Una imagen que resume a la perfección el excelente trabajo que lleva a cabo en la película.

Juliette Binoche encarna en Viaje a Sils Maria a una actriz que podría ser ella misma. Maria Enders es una intérprete de renombre forjada en la tradición europea que también ha hecho sus pinitos en el cine comercial estadounidense. Aunque se encuentre en un momento álgido de su carrera, Maria ya no es la joven que a sus 18 años deslumbró a público y crítica en el papel de Sigrid en una pieza titulada La serpiente de Majola, donde enamoraba a una mujer de más edad, Helena, hasta conducirla a la destrucción. El autor de la obra, su amigo Wilhelm Melchior, acaba de fallecer y un joven director de prestigio le ofrece retomarla. Pero ahora Maria sería Helena, y no Sigrid. La joven seductora queda atrás para dar paso a la madura seducida.

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