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Abel Ferrara: "El hotel Chelsea es un sitio bastante duro para vivir"
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Abel Ferrara: "El hotel Chelsea es un sitio bastante duro para vivir"

El director neoyorquino Abel Ferrara, que anoche recibió en Sitges el galardón La máquina del tiempo, ha presentado su último trabajo, el documental, Chelsea on the

Foto: Abel Ferrara: "El hotel Chelsea es un sitio bastante duro para vivir"
Abel Ferrara: "El hotel Chelsea es un sitio bastante duro para vivir"

El director neoyorquino Abel Ferrara, que anoche recibió en Sitges el galardón La máquina del tiempo, ha presentado su último trabajo, el documental, Chelsea on the Rocks, con el que bucea por el interior del hotel Chelsea de Nueva York, un icono de la América cultural. A pesar de que el lugar sea considerado el epicentro creativo de la Gran Manzana y de que en él hayan residido personajes como Bob Dylan, Stanley Kubrick, Arthur Miller o que el mismísimo Arthur C. Clarke escribiera en sus estancias 2001, una odisea en el espacio, Ferrara ha aseverado que el edificio "es un sitio bastante duro para vivir" y ha confesado que se alegró cuando terminó el rodaje.

Presentado en la sección Seven Chances del Festival Internacional de Cine de Sitges, Ferrara ha comentado en un encuentro con público y periodistas que se instaló durante tres meses del año pasado en el bohemio establecimiento y fue grabando con su cámara las opiniones de los diferentes residentes, en un momento de cambio de dirección. En este sentido, ha reconocido que una de las imágenes más impactantes de la cinta corresponde a la visión que ofrece de la sucia y desordenada habitación de uno de los entrevistados, "alguien que fue mi camello hace muchos años".

El documental, además, lo aliña con varios fragmentos de ficción en los que recrea la vida del cantante Sid Vicious y de su compañera Nancy en una de las habitaciones, donde, precisamente, ella fue encontrada muerta, con otras simulaciones de las fiestas en las que participaba la también desaparecida prematuramente Janis Joplin. A la pregunta sobre el por qué de la reconstrucción de los últimos días de la novia de Sid Vicious y de su trágico final -fue apuñalada en el estómago y se culpó de ello al cantante-, ha respondido que quería contar la historia "pero no sabía hacerlo si no era mediante la ficción".

Ubicado en el corazón de Nueva York, el hotel Chelsea es un bloque de doce plantas, con 250 habitaciones, construido en 1883 y que se convirtió en hotel y residencia en 1905. Desde entonces y hasta ahora ha sido una torre para escritores, artistas y músicos de diferentes procedencias y calaña, gestionado desde hace setenta años por un entrañable Stanley Bard, al que una nueva empresa que se ha hecho con el establecimiento ha jubilado y ha empezado a llevar a cabo cambios, como echar a los que no pagaban.

A lo largo de la cinta van pronunciándose sobre este proceso diferentes personajes, tanto anónimos como célebres, y no rechazan, por ejemplo, explicar sus experiencias ante la cámara de Ferrara los actores Ethan Hawke (que ha vivido en el lugar en varias épocas de su vida y que retornó al mismo al separarse de su mujer hace unos pocos años) y Dennis Hopper o el cineasta Milos Forman, que no se corta en explicar las fiestas que allí se organizaban. Asimismo, el documental sirve para que el espectador recorra los largos pasillos del edificio, baje o suba por sus omnipresentes escaleras o entre en el restaurante El Quijote, ubicado en sus bajos, y que regenta un gallego.

Haciendo honor a su fama de personaje singular y controvertido, Ferrara, que ha avanzado que ha acabado otro documental sobre la calle en la que vive en el Little Italy de Nueva York, ha señalado que el "estado financiero de mi país hoy no está muy bien. Es el sálvese quien pueda", y ha concluido que "tienes suerte si puedes seguir hablando con tu madre". Conocido por la dureza de algunos de sus filmes como Teniente corrupto o El funeral, Ferrara empezó su carrera con una cámara de súper 8, convirtiendo las calles de Nueva York en una imagen recurrente de sus propuestas cinematográficas.

El director neoyorquino Abel Ferrara, que anoche recibió en Sitges el galardón La máquina del tiempo, ha presentado su último trabajo, el documental, Chelsea on the Rocks, con el que bucea por el interior del hotel Chelsea de Nueva York, un icono de la América cultural. A pesar de que el lugar sea considerado el epicentro creativo de la Gran Manzana y de que en él hayan residido personajes como Bob Dylan, Stanley Kubrick, Arthur Miller o que el mismísimo Arthur C. Clarke escribiera en sus estancias 2001, una odisea en el espacio, Ferrara ha aseverado que el edificio "es un sitio bastante duro para vivir" y ha confesado que se alegró cuando terminó el rodaje.

Presentado en la sección Seven Chances del Festival Internacional de Cine de Sitges, Ferrara ha comentado en un encuentro con público y periodistas que se instaló durante tres meses del año pasado en el bohemio establecimiento y fue grabando con su cámara las opiniones de los diferentes residentes, en un momento de cambio de dirección. En este sentido, ha reconocido que una de las imágenes más impactantes de la cinta corresponde a la visión que ofrece de la sucia y desordenada habitación de uno de los entrevistados, "alguien que fue mi camello hace muchos años".

El documental, además, lo aliña con varios fragmentos de ficción en los que recrea la vida del cantante Sid Vicious y de su compañera Nancy en una de las habitaciones, donde, precisamente, ella fue encontrada muerta, con otras simulaciones de las fiestas en las que participaba la también desaparecida prematuramente Janis Joplin. A la pregunta sobre el por qué de la reconstrucción de los últimos días de la novia de Sid Vicious y de su trágico final -fue apuñalada en el estómago y se culpó de ello al cantante-, ha respondido que quería contar la historia "pero no sabía hacerlo si no era mediante la ficción".

Ubicado en el corazón de Nueva York, el hotel Chelsea es un bloque de doce plantas, con 250 habitaciones, construido en 1883 y que se convirtió en hotel y residencia en 1905. Desde entonces y hasta ahora ha sido una torre para escritores, artistas y músicos de diferentes procedencias y calaña, gestionado desde hace setenta años por un entrañable Stanley Bard, al que una nueva empresa que se ha hecho con el establecimiento ha jubilado y ha empezado a llevar a cabo cambios, como echar a los que no pagaban.

A lo largo de la cinta van pronunciándose sobre este proceso diferentes personajes, tanto anónimos como célebres, y no rechazan, por ejemplo, explicar sus experiencias ante la cámara de Ferrara los actores Ethan Hawke (que ha vivido en el lugar en varias épocas de su vida y que retornó al mismo al separarse de su mujer hace unos pocos años) y Dennis Hopper o el cineasta Milos Forman, que no se corta en explicar las fiestas que allí se organizaban. Asimismo, el documental sirve para que el espectador recorra los largos pasillos del edificio, baje o suba por sus omnipresentes escaleras o entre en el restaurante El Quijote, ubicado en sus bajos, y que regenta un gallego.

Haciendo honor a su fama de personaje singular y controvertido, Ferrara, que ha avanzado que ha acabado otro documental sobre la calle en la que vive en el Little Italy de Nueva York, ha señalado que el "estado financiero de mi país hoy no está muy bien. Es el sálvese quien pueda", y ha concluido que "tienes suerte si puedes seguir hablando con tu madre". Conocido por la dureza de algunos de sus filmes como Teniente corrupto o El funeral, Ferrara empezó su carrera con una cámara de súper 8, convirtiendo las calles de Nueva York en una imagen recurrente de sus propuestas cinematográficas.