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¿Es posible que estemos ante el principio del declive de Taylor Swift?
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¿Es posible que estemos ante el principio del declive de Taylor Swift?

'The Tortured Poets Department', el nuevo disco de la artista estadounidense, ya está batiendo récords, pero no convence a sus fans e incluye momentos francamente bochornosos

Foto: Taylor Swift durante un concierto el año pasado. (Getty/TAS/Kevin Winter)
Taylor Swift durante un concierto el año pasado. (Getty/TAS/Kevin Winter)
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El diablo trabaja duro, pero Taylor Swift aún más. Si este fin de semana no te has cruzado con su nombre por lo menos una vez, probablemente vivas en una cueva o seas alérgico a la actualidad. El pasado viernes, día 19, la artista norteamericana —y posiblemente la mujer más famosa de la actualidad— lanzó el que sería su decimoprimer álbum de estudio, The Tortured Poets Department. Un LP que se comprende como dos discos distintos en uno, con un total de 31 canciones y una duración de poco más de dos horas. Y, como todo lo que toca Swift, se ha convertido en oro, rompiendo en 12 horas el récord de álbum más reproducido en tan solo un día de 2024, arrebatándole el puesto al Cowboy Carter de Beyoncé. Pero también ha logrado polarizar tanto a su público como a la crítica, con un debate sobre la calidad del disco que no se veía desde Lover o Reputation.

¿Habrá volado Taylor Swift tan cerca del sol que se ha acabado quemando? En los últimos cinco años, la ganadora de 14 Grammy ha lanzado nada menos que nueve discos de estudio, sin contar con los álbumes en directo o versiones deluxe. Un nivel de producción frenético, exigente y al que muy pocos pueden llegar. Pero, si a eso le sumas que, además, ha preparado y salido con una de las giras de estadios más ambiciosas de la historia, el The Eras Tour, con la que cada noche se sube al escenario a dar un concierto de más de tres horas, no te queda otra que preguntarte de dónde saca el tiempo para todo. Con todo este trabajo ha logrado amasar una fortuna que Forbes estima en más de 1.100 millones de dólares. Pero este aumento de productividad, y de presupuesto, no se ha traducido necesariamente en un aumento de calidad. La llegada de este disco es algo que nadie había pedido, y que tampoco nadie necesitaba, ni tan siquiera la propia artista.

Cuando en 2022 lanzó Midnights, coronado como álbum del año en los Grammy, muchos de sus fans lo percibieron como compuesto por posibles canciones pensadas para discos anteriores, posibles descartes o demos inacabadas que había rescatado. Sin desmerecer, ese álbum no ofrecía en realidad nada extraordinariamente nuevo, aunque tuviera auténticos hits. Además, algunas de las letras del disco fueron señaladas como ligeramente cringe, de vergüenza ajena, como cuando cantaba: "Sometimes I feel like everybody is a sexy baby” (A veces siento que todo el mundo es un bebé sexi). Bebé sexi, sí, ha leído bien.

Así que, cuando días antes del lanzamiento de The Tortured Poets Department se filtraron algunos fragmentos, todas las miradas estaban puestas en ella. Tras una escucha rápida, ya se desencadenó un aluvión de críticas, pero, sobre todo, se anticipó la vergüenza que algunos de sus fans iban a sentir con algunas letras, como, por ejemplo: "Fumaste y te comiste siete barritas de chocolate / Declaramos que Charlie Puth debería ser un artista más grande".

placeholder 'The Tortured Poets Department', el nuevo disco de Taylor Swift. (X: @tayswiftdotcom)
'The Tortured Poets Department', el nuevo disco de Taylor Swift. (X: @tayswiftdotcom)

Un disco en el que Taylor Swift se presenta a sí misma como una poeta torturada y en el que reclama, sin ápice de ironía, reconocimiento para un artista cuyo mayor logro es el tema que suena en la escena más emotiva de Fast & Furious no podía salir del todo bien.

Si esto fuera poco, horas antes del lanzamiento se informó de que había un segundo disco, con lo que el total de nuevas canciones aumentaba a 31. Había nervios. Todo el mundo quería tener una opinión inmediata. Los primeros veredictos sentenciaban que no estábamos frente a una obra magna. Y así ha sido. The Tortured Poets Department es un disco plano, sin hits evidentes y que cuesta abarcar por su extensión. Nos hemos acostumbrado tanto a celebrar el triunfo de Taylor Swift como si fuera una especie de proeza feminista que las primeras reacciones de la crítica, abrumadoramente positivas, resultaron ridículas hasta para sus fans. Nadie puede hacer 31 canciones perfectas, ni tan siquiera Taylor Swift.

La temática del álbum responde a lo que muchos fans querían, porque si algo sabe hacer Swift es leer a sus fans y darles lo que ansían. El disco va un poco sobre su relación con Joe Alwyn y un mucho de su situationship (para los que no estáis clínicamente online, 'rollete' no muy estable, pero al que siempre vuelve) Matthew Healy, el cantante de la banda The 1975, al que en el disco describe como un golden retriever tatuado, nada más lejos de la realidad. Así que, cuando se afrontan esas dos horas de música, se siente en muchos momentos que estás con esa amiga que habla de su ex y acaba diciendo "Pero es lo que hay", y que un segundo después te mira y suelta: "¿Pero sabes qué es lo que me jode realmente?"… y vuelta a la rueda.

El álbum desprende un victimismo aburrido en algunos temas. Cuesta creer en las lágrimas de una multimillonaria que tiene el mundo a sus pies

Lloro mucho, pero soy muy productiva, es un arte. Sabes que eres bueno cuando puedes hacerlo incluso con el corazón roto", canta en uno de los temas, y razón no le falta. Pero no hay tanta tortura en la vida de Swift como para rellenar de manera satisfactoria tantas canciones. Ella misma dice en el disco que no es Patti Smith, y claramente no lo es. Sus letras son en muchas ocasiones excesivamente literales. Retrata la realidad como quien está escribiendo por primera vez, dejando una nota de voz, contándoselo a un cojín. Quiere fervientemente atribuirse una profundidad que no suele estar ahí. Sus letras llegan a carecer de frescura, ingenio o de las metáforas bien buscadas que en otras ocasiones habían hecho brillar tanto su discografía. Y muchas veces en ellas suena el eco de otras artistas como Lana Del Rey o como (la que en su día fue su fan) Olivia Rodrigo. Lo que más duele es pensar en lo buena que ha llegado a ser Taylor Swift y lo poco certera que ha estado en esta ocasión. Un problema que quizá se vería minimizado si la extensión del disco fuera menor.

También destaca su eterna lucha contra las críticas y cómo estas siempre la intentan empequeñecer. Una lucha que, llegados a estas alturas, es absurdamente imaginaria, ya que tiene a toda la industria, crítica y fans de su lado. De una manera algo vergonzosa se ríe de los rumores de una supuesta denuncia que interpuso a Olivia Rodrigo. Rescata su eterna y manida guerra contra Kim Kardashian en la canción thanK you alMee, y por lo general, desprende un victimismo aburrido en temas como Clara Bow o Who is afraid of little old me?, aunque esas sean posiblemente de las mejores canciones del disco. Cuesta mucho creer en las lágrimas de una multimillonaria que tiene el mundo a sus pies.

Momentos delirantes

A nivel de producción no propone nada nuevo. Sigue el camino pop y juega sobre seguro. Trabaja con sus fieles productores Jack Antonoff y Aaron Dessner y cuenta con las colaboraciones de Post Malone y Florence + The Machine. Sonoramente nos acerca, por un lado, al universo de sus álbumes Folklore y Evermore y, por otro, al estilo Bleachers. No se pueden negar momentos auténticamente brillantes como So long, London, de la mano de Dessner, o la producción preciosista y sencilla de sus temas a piano como How did it end? Pero se percibe una falta de filtro para seleccionar los temas y todos quedan confundidos en un mismo vaho sonoro.

También encontramos momentos delirantes en los que Taylor Swift proclama “I'm so depressed, I act like it's my birthday every day” (estoy tan deprimida, me comporto como si fuera todos los días mi cumpleaños) con una base synth-pop algo goofy, y no sabes si te la tienes que tomar en serio o cambiar directamente de disco. O la frase que ya se ha viralizado por TikTok, no por problemática, sino por la literalidad de querer decir: "Eh, que no soy racista", cuando canta: “We would pick a decade / We wished we could live in instead of this/I'd say the 1830 but without all the racists” (Elegiremos una década / En la que desearíamos haber vivido en lugar de esta / Yo elegiría la de 1830, pero sin todos esos racistas). Sin olvidar el bochornoso y muy infantil momento de But daddy I love him cuando concluye con “I'm having his baby / No, I'm not / But you should see your faces” (Voy a tener su bebé/ No lo voy a tener/ Pero deberíais ver vuestras caras).

Taylor Swift parece haberse olvidado de lo buena que puede llegar a ser. Quiere abarcarlo todo, contarlo todo, vivirlo todo, apelar a todos los públicos, ser la mejor en el escenario y simultáneamente en el estudio, y a veces no se puede. Alguien que es capaz de sacar auténticos álbumes como Red, 1989 o Folklore sabe dónde puede llegar, pero por algún motivo no lo ha hecho. ¿Ha perdido la chispa? ¿Estamos ante el principio del declive de Swift? ¿Necesita parar y tomar perspectiva? ¿La han ensordecido las constantes ovaciones del público y la crítica? Solo queda confiar en que, como muchas otras veces, las escuchas hagan crecer en nosotros The Tortured Poets Department. Es todo lo que nos queda.

El diablo trabaja duro, pero Taylor Swift aún más. Si este fin de semana no te has cruzado con su nombre por lo menos una vez, probablemente vivas en una cueva o seas alérgico a la actualidad. El pasado viernes, día 19, la artista norteamericana —y posiblemente la mujer más famosa de la actualidad— lanzó el que sería su decimoprimer álbum de estudio, The Tortured Poets Department. Un LP que se comprende como dos discos distintos en uno, con un total de 31 canciones y una duración de poco más de dos horas. Y, como todo lo que toca Swift, se ha convertido en oro, rompiendo en 12 horas el récord de álbum más reproducido en tan solo un día de 2024, arrebatándole el puesto al Cowboy Carter de Beyoncé. Pero también ha logrado polarizar tanto a su público como a la crítica, con un debate sobre la calidad del disco que no se veía desde Lover o Reputation.

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