Nena Daconte y su historia de alcohol, drogas y enfermedad mental: "Me pasé del todo"

María Isabel Meneses (Madrid, 1978) habla despacio, como si no tuviera prisa. Parece estar en paz consigo misma y con su entorno. Ese que tantas veces le pareció convulso y que le hizo subir y caer demasiadas veces. María Isabel es Mai Meneses. Primera expulsada de la segunda edición de 'Operación Triunfo', pareja sentimental y profesional de Kim Fanlo, con el que creó el grupo Nena Daconte, nombre tomado de una novela de Gabriel García Márquez.

La pareja conoció el éxito, recibió un premio Ondas como Artista Revelación. En cada concierto sonaban ‘En qué estrella estará’ y ‘Tenía tanto que darte’. Pero, detrás del brillo y los aplausos, el público coreándolo todo, la baja autoestima de ella. Su tendencia a la soledad, a proyectarse en otros. “Asumía la personalidad y los 'hobbies' de la otra persona. Me mimetizaba”, dice. Conoció el alcohol y las drogas, brotaron los problemas mentales, el deterioro de aquella relación. Se separaron en 2010. Un año después ella se casó con Eduardo Baeza, un novio con el que empezó cuando estudiaba Derecho. Hoy es su marido y tiene dos hijos con él. “Es un amigo leal que siempre está en su sitio, que me da absoluta independencia emocional e intelectual. Es un engranaje diferente a otros que he tenido”, dice de él.

Todo esto que le ha pasado lo cuenta en un libro, ‘Tenía tanto que darte’, editado por Plaza & Janés. Son 228 páginas que no se leerán sus padres —se lo ha prohibido— y que sí se ha leído Eduardo. “Para mí era importante contar con su apoyo, porque tenemos unos niños a los que hay que hablarles de todo esto”, cuenta

En marzo, nuevo disco en solitario con Subterfuge, su nueva compañía discográfica. Mientras, sigue de conciertos.

PREGUNTA. Tengo la sensación de que lo suyo con la música tiene mucho de amor y odio. Un poco tóxica a ratos, algo de lo que cuesta desengancharse. ¿En qué punto está ahora esa relación?

RESPUESTA. Estamos reconciliadas. Lo que me alejaba de ella era ese sentimiento de competitividad, de querer ser la mejor y hacerlo todo siempre bien… Tenía el nivel de autoexigencia muy alto cuando era jovencita y sobre todo en la época en la que empezamos a triunfar con Nena Daconte. Pero con el paso del tiempo he ido aceptando mis limitaciones, y mi relación con la música ahora es mucho más pacífica. Ya no es una lucha porque ya sé quién soy, los atributos que tengo, y sé que hay un público, aunque sea pequeño, que está ahí para escucharme.

En el momento en el que no haces números, la industria musical te deja de lado

P. ¿Son tan malas las discográficas como las pintan?

R. Las multinacionales van a hacer dinero, la industria es una máquina que va tirando para adelante cogiendo éxitos y lo demás no le interesa. En el momento en el que no haces números, te dejan de lado. Aunque por el camino puedes encontrar personas a las que tratas en las que haya cariño.

P. “Nada de lo que me sucedía me lo merecía”, escribe. Menuda autoestima.

R. La baja autoestima y la inseguridad han marcado todos los actos de mi vida. Sentía que no valía cuando tenía éxito, o no al menos lo suficiente para el puesto que me estaban dando. Muchas veces he sido un agujero negro. Convivir conmigo no era fácil. Este tema es en el que más he tenido que trabajar. Aún soy insegura, pero no tanto. Por lo menos tengo herramientas para caminar hacia adelante y no hundirme más.

P. Vamos con una de clichés. Su padre es registrador de la propiedad, varios de sus hermanos también. Y usted sale cantante. ¿Lo llevaron todos bien?

R. Yo soñaba con haber nacido en una familia de artistas, con eso te digo todo (risas). Creo que, si hubiera nacido en el entorno Bosé, las cosas hubieran sido más fáciles; pero, como no fue así, he tenido que convencerles una y otra vez hasta que al final, más o menos, se han dado cuenta de que la música es mi profesión. Pero aún hoy en día les cuesta un poco.

P. Menos mal que estudió Derecho.

R. Fue un poco por eso. Lo hice cuando volví de Barcelona después de darme el batacazo. Mis padres me dijeron: “La música salió mal, así que déjate ya de tonterías y estudia Derecho como todos tus hermanos”. Al final tenía dos opciones: ser una rebelde durante cuatro años o estudiar y retomar luego mi sueño.

Mis padres me dijeron: "La música salió mal, así que déjate ya de tonterías y estudia Derecho"

P. Su libro es pura catarsis. Habla de triunfo, fracaso, relaciones tóxicas, drogas, alcohol, salud mental. ¿Qué le ha costado más contar?

R. Lo que más me ha costado exponer es la época de Nena Daconte, de cómo era nuestra relación [ella y Kim Fanlo] al principio y su posterior deterioro. Quería intentar, dentro de que es mi versión y mi verdad, ser lo más justa posible. Aunque estoy convencida de que él tiene otra idea de cómo sucedieron las cosas.

También me costó mucho hablar de mi salud mental, explicar lo que me estaba pasando. Pero, cuando leí el libro de Ángel Martín [‘Por si las voces vuelven’], hice clic y pensé: si se ha atrevido, yo también.

P. Primera expulsada de la segunda edición de 'Operación Triunfo', exitazo con ‘Tenía tanto que darte’ y Nena Daconte… Permítame que le recuerde un titular que publicó la revista '¡Hola!' en noviembre de 2011: “La boda de Mai Meneses, Nena Daconte, y Eduardo Baeza, 'community manager' del PP”. ¿Qué sintió cuando lo leyó?

R. Yo nunca había salido en la prensa del corazón y me sorprendí, no era ningún personaje habitual de esas páginas. Salir ahí me puso en una situación muy rara. Me empezaron a preguntar por Rajoy en las entrevistas, por política, por el PP…, ¡pero si yo no he votado en mi vida! Me preguntaban por mi marido en vez de preguntarme por mi música y mis conciertos. Era un poco machista aquello.

Alcohol y drogas son una bala más en la recámara para que te pase algo que afecte a tu salud mental y pierdas el control

P. Cuando habla de adicciones, expone con detalle su relación con el alcohol. “Aquello de tomarme una caña sola empezó a convertirse en una detrás de otra. Cerveza bien fresquita, botellines de Mahou muy fríos y cañas dobles de las buenas (…). Era más suave que el vino u otro tipo de alcoholes más fuertes y con ella podría saciar mi sed sin que el desastre fuera demasiado grande, aunque habitualmente lo era”. También escribe: “La peor época fue la última etapa en Barcelona. Entonces me dio por beber cerveza, todas las que entraran desde las seis de la tarde, unos seis botellines, y después cenar con vino. Todas las noches me acostaba muy mareada. Borracha. Era un suave abandono. Una autodestrucción ligera y continua. Un caer en el río de forma plácida y tranquila”.

R. Es que es mucho más habitual encontrar a personas que tienen problemas con el alcohol que con las drogas. O personas cuyo padre, madre o alguien cercano es alcohólico. Con el libro y lo que cuento en él no pretendo sentenciar nada, pero, como dice Ángel Martín, alcohol y drogas son una bala más en la recámara para que te pase algo que afecte a tu salud mental y pierdas el control.

P. Y entonces se da cuenta de que “el cerebro no es como una calle de Madrid en Navidad”.

R. Eso es tal cual. Cuando me fumé el primer porro, me puse una canción y escuchaba todo con mucho detalle: la batería, el bajo… Me enganché a esa sensación porque pensaba que los porros me daban un extra de inteligencia, como si se me encendieran muchas luces en el cerebro que estaban desconectadas. El tiempo pasaba mucho más despacio y me permitía observarlo todo mucho mejor. Los primeros tres años fueron así de placenteros. La vida estaba totalmente ralentizada. En el supermercado tardaba dos horas en hacer la compra, cogía el coche o la moto e iba a dos por hora… y era feliz así.

Pero llegó el estrés y empecé a imaginar cosas extrañas, la cosa se fue torciendo. Y, en vez de parar, seguía fumando; así que, antes de que me diera cuenta, me pasé del todo.

Me enganché a esa sensación, pensaba que los porros me daban un extra de inteligencia

P. ¿Qué nombre le han puesto los médicos a lo que tiene?

R. Bastantes nombres. El de depresión psicótica es justo lo que yo tenía en ese momento. Posteriormente, he sufrido varias psicosis.

P. ¿Cómo está ahora?

R. Estoy bien. Medicada y feliz, tranquila. La vida vuelve a ser normal.

P. Quizás haya gente que lea su libro y piense que es un ajuste de cuentas.

R. He escrito el libro con el corazón en la mano, a modo de terapia, para poner orden a lo que soy. La parte en la que hablo de los otros es la que más me costó porque en un principio no quería contarlo. Pero no me importa demasiado lo que piensen.

P. ¿Alguien se ha puesto en contacto con usted para reprocharle algo o matizar?

R. Nadie. También recuerdo que desaparecí de Barcelona y nadie me contactó entonces.

P. “Desde que conocí el amor por mis hijos, me volví para mirar a mis padres. Entendí los enfados, las luchas, los intentos de encontrar lo mejor para mí (…). Me gustaban todos los padres del mundo menos los míos”. ¿Arrastra mucha culpa?

R. (Se emociona) Yo era una rebelde sin causa total, o quizá con alguna causa. Tuvieron que luchar mucho conmigo en un momento en el que, además, no sabían qué hacer. Estaban más perdidos que yo. Cuando volví de Barcelona les tuve que dar la razón en todo lo que me habían dicho.

P. Ha dicho que no quiere que lean su libro.

R. Es que no lo van a leer. Mi hermano me ha llamado hace poco y me ha dicho: “No lo voy a leer, pero te quiero un montón”. (Se emociona de nuevo)

Mi hermano me llamó y me ha dicho: “No lo voy a leer, pero te quiero un montón”

P. ¿Y ahora qué, Meneses?

R. Estoy de gira de conciertos, he fichado por Subterfuge, una discográfica independiente que me permite bajar mis expectativas y que me lo tome todo con mucha tranquilidad, sin ese afán de buscar el 'hit'. En marzo saco un disco nuevo y he vuelto a conectar con el público en el escenario. Ya no hay pánico, disfruto con mis canciones y con la gente. Es algo que no había sentido nunca.

P. ¿Y si viene un 'hit'?

R. Lo haré igual de mal que hace 10 años (risas). No lo espero, la verdad.