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La doble traición de los hijos de García Márquez a su padre
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Paula Corroto

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La doble traición de los hijos de García Márquez a su padre

No quería que 'En agosto nos vemos' fuera publicada. Tampoco que 'Cien años de soledad' fuera adaptada al cine. Pues la primera ya está en las librerías y la segunda la estrenará próximamente Netflix

Foto: García Márquez en una foto de archivo. (EFE/Mario Guzmán)
García Márquez en una foto de archivo. (EFE/Mario Guzmán)
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Gabriel García Márquez no quería que Cien años de soledad fuera adaptada al cine. Había transigido con otras novelas suyas, pero no deseaba que eso ocurriera con la historia de los Buendía. Demasiado realismo mágico. Demasiada imaginación. Demasiada literatura. "La razón por la cual no quiero que Cien años de soledad se haga en cine es porque la novela, a diferencia del cine, deja al lector un margen para la creación que le permite imaginarse a los personajes, a los ambientes y a las situaciones como ellos creen que es […] en cine eso no se puede. Porque en cine la cara es la cara que tú estés viendo, la imagen es de tal manera impositiva que tú no tienes escapatoria, no te deja la mínima posibilidad de creación", dejó dicho en una entrevista que estos días ha sido rescatada por algunos medios.

Pues da igual. Gabriel García Márquez murió hace diez años (se cumplieron el pasado 17 de abril) y Netflix ha anunciado esta misma semana que ya está listo el tráiler de la serie Cien años de soledad y que se estrenará en breve. Con alegría. Con un par. Con pura desfachatez.

Por supuesto, aquí hay alguien que, no siendo García Márquez porque no puede —hasta aquí no llega ya el realismo mágico—, se ha encargado de ceder los derechos para la grabación de la serie. Y han sido los propios hijos —que algún día te sacarán los ojos—, Rodrigo y Gonzalo (con esos nombres de castellano viejo). Además, no simplemente accedieron a la adaptación, sino que se arrogaron el papel de productores ejecutivos de la serie. Es decir, que algún dinero sacarán de ello y Netflix, precisamente, no es una empresa que hoy por hoy tenga muy debilitada su economía. Estreno global y superproducción.

Todavía hay quien dirá que es una serie y no una película. Ojo cuidado. El sofista siempre retuerce los argumentos hasta que le dan la razón y si no se enfada. Porque algo parecido dijeron también los hijos cuando accedieron a publicar la novela "perdida" de su padre En agosto nos vemos, que salió el pasado marzo en Penguin Random House. Que tampoco es que estuviera tan perdida, como afirma el editor Cristobal Pera después en el epílogo. El primer capítulo —el mejor y lo único que realmente vale— había sido publicado en 1999 en El País con un García Márquez vivito y todavía sin haber sido atacado, al menos ferozmente, por la enfermedad del Alzheimer. Y el tercero en mayo de 2003 en la revista Cambio de Colombia.

placeholder Fotograma de 'Cien años de soledad', la serie que Netflix estrenará próximamente
Fotograma de 'Cien años de soledad', la serie que Netflix estrenará próximamente

Pues los hijos, pese a que su padre había dicho que esa historia era mejor que se destruyera porque no estaba terminada (y tampoco tendría demasiada fe en ella), decidieron que, agárrate, "al juzgar el libro mucho mejor de cómo lo recordábamos, se nos ocurrió otra posibilidad: que la falta de facultades que no le permitieron a Gabo terminar el libro también le impidieron darse cuenta de lo bien que estaba, a pesar de sus imperfecciones". ¡Y a imprenta! Y al clinclinclin de la caja registradora.

El mundo no podía perderse la última novela de García Márquez, nos vinieron a decir los hijos. Pues debería habérsela perdido, como ha dicho estos días el crítico del Financial Times (también lo señaló el del New York Times). Yo también la leí con cierta avidez aunque con poco convencimiento y me encontré con un primer cuento excelente —el lenguaje es jugosísimo— y después se me fue cayendo poco a poco de las manos como esa arena fina que se escurre entre los dedos cuando la intentas coger. Por el lenguaje en bucle, porque la historia no me daba para más —después del primer encuentro sexual es todo lo mismo— y porque nunca entendí el conflicto de la protagonista (acude todos los años a ver la tumba de su madre y a echar un polvo con un desconocido. Y fin porque el escritor no concluye bien la historia). Y porque…, ay, García Márquez, ese regodeo en el cuerpo femenino es más propio del escritor que de la protagonista. Un poco polvorienta esa mirada ya (y aquí sin segundas vueltas).

El mundo no podía perderse la última novela de García Márquez, nos vinieron a decir los hijos. Pues debería habérsela perdido

La mejor crítica, no obstante, la hizo una amiga que también se lo leyó: "Es como leer a un maestro que está ya en horas bajas, que ya no es él" (no es tan literal, que no voy apuntando las frases de mis amigas, pero más o menos). Y eso es lo que también sabía García Márquez cuando dijo que no quería que se publicase. Sus hijos, al parecer, no.

No es el único caso en el que no se cumple la voluntad del finado. Pero una historia todavía peor fue la de la autora estadounidense Harper Lee. En 1960 publicó Matar a un ruiseñor con el extraordinario personaje de Atticus Finch, el abogado de las causas nobles y perdidas, quien era un émulo de su padre. La novela se convirtió en un bestseller y ganó el Pulitzer (calidad y ventas, algo que hoy casi brilla por su ausencia). Y solo dos años después fue llevada al cine con Gregory Peck como protagonista. Otro exitazo, ya que incluso hoy la cinta es la número 25 de las 100 mejores películas de EEUU, según la lista del American Film Institute.

En definitiva, Harper Lee ya no necesitó escribir más para vivir sin problemas, si bien su vida no fue un camino de rosas, como cuenta Javier Peña en su magnífico podcast Grandes infelices.

placeholder 'Ve y pon un centinela', en las librerías de EEUU en julio de 2015. (EFE)
'Ve y pon un centinela', en las librerías de EEUU en julio de 2015. (EFE)

El caso que nos ocupa, no obstante, ocurrió muchos años después de Matar a un ruiseñor. En 2014, Lee, de 87 años, "fue convencida" por sus familiares para publicar Ven y pon un centinela (ven y pon un título horrible), la precuela de Matar a un ruiseñor que la autora había escrito hace décadas y que tampoco quiso publicar nunca. Por lo que fuera, pero ahí estaba, en el cajón. Nunca se casó ni tuvo hijos, pero sí tenía cuatro sobrinos que se llevaron unos cuantos beneficios cuando la novela fue publicada en julio de 2015 en HarperCollins (la editorial de Rupert Murdoch, por cierto, otro al que no le gusta el dinero). A Lee no le dio tiempo a saborear nada: en febrero de 2016 moría en su residencia de ancianos "mientras dormía", dijo uno de sus sobrinos. Y ahora otro hecho alucinante: cuando se abrió el testamento… todo fue a parar a los cuatro sobrinos. El texto había sido firmado por Lee solo ocho días antes de su muerte. De aquí sí que puede salir una novela buena de verdad o un atestado judicial.

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Por cierto, otra amiga me regaló Ven y pon un centinela con toda su buena voluntad por un cumpleaños. Nunca pude terminarlo. Aparte de que no me atraía nada la historia, tenía en mente que Harper Lee tendría razón y que si estaba en un cajón era por algo. Y casi me podía imaginar a alguien cogiendo su mano huesuda y envejecida y garabateando su firma en algún papel. Una historia de terror. La de siempre: el muerto al hoyo y el vivo al bollo.

Gabriel García Márquez no quería que Cien años de soledad fuera adaptada al cine. Había transigido con otras novelas suyas, pero no deseaba que eso ocurriera con la historia de los Buendía. Demasiado realismo mágico. Demasiada imaginación. Demasiada literatura. "La razón por la cual no quiero que Cien años de soledad se haga en cine es porque la novela, a diferencia del cine, deja al lector un margen para la creación que le permite imaginarse a los personajes, a los ambientes y a las situaciones como ellos creen que es […] en cine eso no se puede. Porque en cine la cara es la cara que tú estés viendo, la imagen es de tal manera impositiva que tú no tienes escapatoria, no te deja la mínima posibilidad de creación", dejó dicho en una entrevista que estos días ha sido rescatada por algunos medios.

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