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Manuel Marlasca: "Afortunadamente se mata muy chapuceramente en el 95% de los casos"
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Manuel Marlasca: "Afortunadamente se mata muy chapuceramente en el 95% de los casos"

El periodista presenta su primera novela negra de ficción 'Tú bailas y yo disparo', una historia de policías que es también una inmersión en los cambios generacionales

Foto: El periodista Manuel Marlasca. (Carlos Ruiz B.k)
El periodista Manuel Marlasca. (Carlos Ruiz B.k)

"El 99% de los asesinos son como los que estamos aquí sentados, solo es cuestión de tomar malas decisiones", explica Manuel Marlasca mirando muy fijamente a los ojos de cada uno de los periodistas congregados a su alrededor, como si pudiera radiografiar todo lo malo que hemos hecho. "Un altísimo porcentaje de crímenes vienen de parte de una persona normal que explota y acaba mal. Y luego hay asesinos que van encadenando malas decisiones, como Daniel Sancho: un chico con la vida resuelta que de pronto tiene un chispazo y acaba con la vida de alguien. Pasa mucho. Ser asesino es una cuestión de límites, ya sean morales o religiosos. Hay tan pocos muertos porque matar sigue siendo un delito, pero seguro que todos hemos fantaseado con matar a nuestro jefe alguna vez, solo que no lo hacemos porque hay unos límites. Hay gente que, simplemente, se salta esos límites".

Marlasca cuenta las cosas con la confianza del que sabe mucho de lo que habla. No es para menos. Aunque ahora publica su primera novela de ficción de curioso título ( Tú bailas y yo disparo, Destino), el periodista lleva cubriendo sucesos desde la década de los 80, y desde 2008 presenta Territorio Negro en Onda Cero ("el programa de sucesos más veterano de la radio", apostilla), además de ser uno de los rostros más evidentes de Tardear. También es autor de seis libros de true crime —entre los más recientes Territorio negro (Planeta, 2021)—. Confiesa, sin embargo, que tenía cierto reparo en hacer ficción: "Es por el reverencial respeto que le tengo a la literatura", señala. "Para escribir la novela he hecho un esfuerzo en encerrar al periodista que hay en mí y entender que hago literatura. En el true crime el talento del periodista está en saber narrar una historia que ya existe. Cuando uno hace ficción tiene que construir de la nada".

De la nada, pero con retazos de historias que conoce a la perfección por haberlas visto mil veces. Marlasca reúne a la prensa en el bar Bulevar de Madrid, más conocido en el mundillo policiaco como El bombazo: "Este es el bar donde se concentra el mayor número de policías de Madrid y aparece en la novela, porque llevo frecuentándolo 30 años. Lo conocen como El bombazo porque en la época de ETA se decía que si ponían aquí una bomba se llevarían a todos los policías por los aires".

placeholder La novela de Marlasca, edita Destino.
La novela de Marlasca, edita Destino.

Además de dar importancia al bar, la historia también se la da a un grupo de investigación con edades y experiencias distintas pero con un objetivo común, un protagonista poco habitual en la novela negra. "El punto de arranque es cuando se encuentra el torso de una mujer completamente mutilado en una fábrica de Madrid, por lo que no se puede saber quién es", apunta. "En parte me he ahorrado el trabajo de investigación porque es terreno que conozco, también he tenido que documentarme y hablar con forenses, por ejemplo, pero en general sabía lo que hacía. Tener tanta documentación ayuda, pero a veces puede ser un arma de doble filo".

Marlasca tenía claro que quería hacer una "historia de policías", no una historia policiaca. Al fin y al cabo, su relación con la Policía Nacional viene de antiguo porque lleva 36 años haciendo crónica de estas características: "No sé cómo acogerán esta novela, he robado un poco de su alma. En España tenemos una Policía muy eficaz que se enfrenta a grandes retos (lucha contra el terrorismo yihadista, asesinatos, cibercrimen, porque ya hay más crímenes online que en el mundo real)… He conocido policías corruptos (el crimen organizado es capaz de corromper cualquier cosa) y honestos, y he intentado reflejarlos en el libro, además de contestar esa pregunta recurrente de quién vigila al vigilante. Para resolver un crimen hace falta una voluntad inquebrantable y una gran entrega, y sé las heridas que les deja la implicación".

"La crónica negra habla de algo muy primitivo: del amor, la lujuria, los celos, el dinero. Si uno coge 'La Iliada' es una crónica de sucesos"

"No sé si llamarlo homenaje, pero sí quería reflejar un reparto coral en parte porque he vivido la transformación de la policía nacional: todavía hay policías que fuman tabaco negro junto a los nuevos, que saben idiomas y parecen modelos, están muy formados, pero es una generación a la que le falta calle. Me interesaba mucho eso de que los veteranos se encargan de los pequeños (los caimanes enseñan a los pepinillos, como se dice en la jerga) y los conocimientos pasan de una generación a otra. Es algo que echo en falta en el mundo periodístico", apuntala.

El crimen perfecto no existe

"Sin duda, existe el mal puro", apunta Marlasca. "El trastorno de la psicopatía lleva a no tener empatía con nadie y puedes cruzar todos los límites. Aun así, solo el 1% de los psicópatas son asesinos, el resto está en bancos o dirigiendo redacciones. Seguramente eso sea el mal puro, pero el mundo está lleno de matices y todos tenemos zonas oscuras que no nos apetece que nadie conozca. Eso es lo que yo quería mostrar aquí: no me gustan los personajes que son 24/7 buenos o malos, ni los asesinos que meten gusanos en la cabeza de la gente. Cualquier hijo de puta tiene una debilidad (un hijo, una hermana, un perro) y también algo bueno".

"En 36 años no he encontrado a ningún criminal que se parezca a Hannibal Lecter. Incluso el asesino de la baraja era un lerdo, los idealizamos"

"Tampoco creo que exista el crimen perfecto, ese solo puede ser el del loco, aquel que de pronto mata a alguien con quien no tiene ningún lazo y, por lo tanto, es un crimen sin historia. Luego están los criminales con suerte, pero, afortunadamente, se mata muy chapuceramente en el 95% de los casos. Normalmente en los primeros cinco días de investigación se saben las cosas. La maldad no ha evolucionado y se sigue matando por los mismos motivos que antes, usando la misma metodología. Llevo 36 años trabajando en esto y no he encontrado a ningún criminal que se parezca a Hannibal Lecter. Incluso Alfredo Galán (el asesino de la baraja) era un lerdo. Son gente poco brillante, pero se suele idealizar a los asesinos", indica.

El periodista asegura que el crimen español va por regiones y que es una muestra de lo mal que anda una sociedad: "En España hay una criminalidad propia de cada zona. En Galicia suele ser por las tierras y por historias rurales, en el sur es por la vida en la calle. Cada crimen refleja un ecosistema. También creo que se ha dado una división entre el crimen antiguo y el moderno: Puerto Hurraco fue el último gran crimen en blanco y negro, escopetero y con motivos que tenían centenares de años. Y, de repente, llega la modernidad, la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos y aparece un asesino que mata y tortura a tres chicas en Alcàsser. Son los dos grandes crímenes de la historia de nuestro país".

"Puerto Hurraco fue el último gran crimen en blanco y negro. De repente, llega la modernidad y aparece un asesino que mata a tres chicas en Alcàsser"

"Hay una sobreexplotación del género true crime porque bajo ese cajón se meten muchas cosas, sin embargo, para que una novela sea negra es fundamental que haya dos cosas: daño y misterio", cuenta. "De todas formas, la crónica de sucesos sigue siendo el género favorito, en parte porque nos hablan de vulnerabilidad, de la propia fragilidad y de que estar en un mal sitio en un mal momento puede cambiarnos la vida para siempre. Además, hay otra parte: la facilidad para empatizar. Yo puedo admirar la vida de Amancio Ortega, pero me resulta muy difícil empatizar con él, sin embargo, sí puedo hacerlo con el padre de Diana Quer. Y la crónica negra habla de algo muy primitivo: del amor, la lujuria, los celos, el dinero. Si uno coge La Iliada es una crónica de sucesos".

No podemos despedirnos sin hacer antes una pregunta obligatoria.

— Después de tantos años en el oficio, ¿no has pensado nunca en cómo cometerías el crimen perfecto? Aunque sea por deformación profesional...

Marlasca sonríe.

— No. Yo aún no he sobrepasado esos límites.

"El 99% de los asesinos son como los que estamos aquí sentados, solo es cuestión de tomar malas decisiones", explica Manuel Marlasca mirando muy fijamente a los ojos de cada uno de los periodistas congregados a su alrededor, como si pudiera radiografiar todo lo malo que hemos hecho. "Un altísimo porcentaje de crímenes vienen de parte de una persona normal que explota y acaba mal. Y luego hay asesinos que van encadenando malas decisiones, como Daniel Sancho: un chico con la vida resuelta que de pronto tiene un chispazo y acaba con la vida de alguien. Pasa mucho. Ser asesino es una cuestión de límites, ya sean morales o religiosos. Hay tan pocos muertos porque matar sigue siendo un delito, pero seguro que todos hemos fantaseado con matar a nuestro jefe alguna vez, solo que no lo hacemos porque hay unos límites. Hay gente que, simplemente, se salta esos límites".

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