Robert Downey Jr, de la cárcel y las drogas a ganar el Oscar por 'Oppenheimer'

Los noventa arrasaron con Robert Downey Jr (EEUU, 1965). El actor, que ya había aparecido en programas como Saturday Night Live -aunque se llegó a tachar como una de las peores actuaciones de la historia- y había sido el protagonista del biopic de Chaplin, sin embargo era ya el gran díscolo de la industria. Y además con alegría: había sido detenido en numerosas ocasiones por posesión de drogas (a lo loco: heroína, cocaína y hasta armas) y había acabado en la cárcel de la que salió al año tras pagar fianza. Era una joyita.

Los 2000 empezaron algo mejor, pero aún trastabilleaba. Ganó el Globo de Oro por su interpretación en Ally McBeal, la mítica serie noventera y dosmilera -que increíblemente no se puede ver aún en ninguna plataforma-, pero la mala vida ilegal le seguía persiguiendo. Más drogas -más coca, más diazepam-, más cárcel. Por supuesto, esto en una industria que se mide por el éxito, el dinero y las apariencias no gustaba demasiado, así que era despedido una y otra vez de los proyectos.

Sin embargo, llegó la redención, que es otra historia muy de Hollywood. Y vino de la mano de Mel Gibson, que fue uno de los que más le ayudó a salir del pozo con las rehabilitaciones. Gibson fue el encargado de pagar los seguros que las productoras ponían al actor en el caso de incomparecencia drogadicta. Y así, poco a poco empezó su resurrección.

Y como si también fuera otro guion de Hollywood, fue una película de superhéroes: Iron Man, de 2008, que arrasó en taquilla. Con los dólares, los peros de la industria se iban disipando. Después vinieron los Sherlock Holmes, que le dieron otro Globo de Oro. Y más pelis de superhéroes, que llegaba la era dorada de estas sagas: Spider Man: Homecoming, Captain America: Homecoming, Avengers… Cintas que además se lo llevaban todo en taquilla. El chico malo estaba haciendo dinero, ya nada oscuro podía suceder. Él mismo lo ha dicho: lleva sobrio desde 2003.

Empezó a hacer películas que además se lo llevaban todo en taquilla. El chico malo estaba haciendo dinero, ya nada oscuro podía suceder

Para 2023, la industria le tenía reservado su gran papel, el de Lewis Strauss, el archienemigo de Oppenheimer en la Comisión de Energía Atómica de los EEUU. El perro que no quiere soltar el hueso. El papel por el que ya la Academia le ha perdonado del todo y le ha dado su Oscar a mejor actor de reparto. Estaba casi claro a quién se lo podía dedicar el intérprete: "Aquí está mi pequeño secreto: necesitaba este trabajo más que él a mí. Lo que hacemos es significativo y lo que decidimos hacer es importante. Y quiero agradecer a mi estilista, en caso de que nadie más lo haga. También a mi abogado durante 40 años, la mitad de los cuales se pasó tratando de asegurarme y sacarme de la cárcel. Gracias, hermano”, afirmó tras terminar su discurso.