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A Goodreads le comen los prejuicios y las malas prácticas y da síntomas de agotamiento
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¿fin de la democratización de la crítica?

A Goodreads le comen los prejuicios y las malas prácticas y da síntomas de agotamiento

Surgió en 2006 y parecía destinada a ser el futuro de las reseñas literarias. Sin embargo, las continuas polémicas a su alrededor empañan la compañía comprada en 2013 por Amazon

Foto: Logo de Goodreads
Logo de Goodreads

Imagine el lector dos escenas. En la primera, una escritora de renombre decide cancelar el lanzamiento de su próxima novela porque esta se ha visto inundada de calificaciones negativas. El problema es que dichas calificaciones no se basan en nada, porque toda la gente que ha criticado su libro no ha podido leerlo aún, puesto que aún no ha salido al mercado. En la segunda escena, otra escritora (en esta ocasión amateur) decide hacerse un perfil falso e inflar a críticas negativas a todos sus rivales, perjudicándolos para así deshacerse de sus potenciales competidores.

Son dos anécdotas reales. La primera le sucedió a la escritora Elizabeth Gilbert (autora del bestseller Come, reza, ama, que en parte cobró protagonismo gracias a la película de Julia Roberts). Su novela estaba prevista para publicación en febrero de 2024, pero como en la descripción de la misma decía transcurrir en la Rusia de los años 30, muchos lectores decidieron que era inapropiada debido a la actual guerra con Ucrania.

La protagonista de la segunda anécdota es Cait Corran, una autora que estaba a punto de debutar y que utilizó cuentas falsas para bombardear a reseñas a sus supuestos rivales. El escándalo literario la llevó a publicar una disculpa (justificándose en sus problemas de salud mental), a que su agente la despidiera posteriormente y a que cancelaran su contrato. Justicia divina.

Las publicaciones exigen que los periodistas y críticos cumplan con estándares profesionales, mientras que Goodreads carece de supervisión

El fino hilo que une ambas historias es Goodreads, la comunidad virtual de catalogación de libros que permite a los usuarios darse de alta, seleccionar libros del catálogo y reseñarlos. Es muy útil si por casualidades del destino te encuentras en una librería, ves la novela de tus sueños y sabes que se te va a olvidar el nombre cuando llegues a casa. Asimismo, el usuario puede calificar los libros con una puntuación de una a cinco estrellas y también discutir sobre los mismos. Surgió en 2006 de la mano de Otis Chandler y para 2011 ya contaba con cinco millones de miembros.

Parecía el futuro de las reseñas literarias cuando surgió, sin embargo, anécdotas como las relatadas al principio están mostrando los fallos del sistema. Por un lado, como la historia de Elizabeth Gilbert demuestra, Goodreads permite a los usuarios revisar títulos inéditos. Como indicaba un reciente artículo publicado en The Guardian: "Publicaciones como esta misma, The New York Times o The Washington Post exigen que los periodistas y críticos cumplan con estándares profesionales, mientras que Goodreads carece de supervisión. Eso lleva a que, aunque la población lo use, tenga una reputación terrible entre los críticos".

placeholder Página web de Goodreads
Página web de Goodreads

Al fin y al cabo, los propios fundadores de Goodreads no tenían ninguna experiencia en crítica literaria. Otis Chandler era programador informático, y Elizabeth Kuri, su pareja, era editora asistente de estilo de la revista dominical de Los Angeles Times. En 2013 lo compró Amazon, otra cuestión que tampoco ayudó a mejorar su imagen. Según informaba otro artículo publicado en The Washington Post, poco después de que la compañía de Jeff Bezos comprara Goodreads fue quedando claro, gradualmente, que la tecnología era antigua y los datos no estaban bien organizados, y que se requería una inversión significativa para actualizarlo. "Es muy lento y parece que se ha estancado como producto. Ni siquiera se ha creado un algoritmo de recomendación o un servicio de noticias para el Kindle", explicaba un exempleado de la plataforma. En parte, esto se debía a que había una idea de que algún cambio importante podía molestar a su comunidad.

Además, la adquisición de la plataforma por parte de Amazon se vio como una especie de intrusismo. La compañía ya competía con las librerías vendiendo libros electrónicos a precios mucho más baratos e incluso promocionando una aplicación que permitía escanear códigos de barras en las propias librerías y así encontrarlos de manera electrónica a precios más bajos. El colofón fue que un monopolio gigante se apropiase de una comunidad en línea también pensada en la literatura.

Y, además de las polémicas mencionadas al inicio, se suman otras como que varios autores han informado "haber sido extorsionados por estafadores que decían que podían arruinar las calificaciones de sus libros si no se les enviaba dinero". Lo cierto es que, aunque Goodreads parecía publicitarse en un principio como el lugar indicado para promocionar a los autores e incluso a los lectores, esta democratización de la crítica sin ser profesional parece ser un arma de doble filo que puede hacer verdadero daño a muchos autores, con reseñas que podrían tener motivos ocultos.

El problema no es que la gente hable mal de un libro que no le gustó, sino dañar uno que probablemente no ha leído o ni siquiera ha salido al mercado

¿Podría ser eso lo que, quizá, lleva cada vez a más expertos a denostar la plataforma? Son muchos los medios que han advertido de sus peligros. Como decía la autora Tajja Isen: "A pesar de los confusos propósitos del sitio y su tendencia a generar controversia, la industria del libro todavía depende de él. A medida que la cobertura de los libros disminuye y los presupuestos de marketing se reducen, Goodreads ofrece una forma poco común de presentar un título a una audiencia enorme (aproximadamente 90 millones de usuarios) de lectores autoseleccionados. El problema no radica en que la gente hable mal de un libro que no le gustó, sino dañar uno que probablemente no ha leído o (como en el caso de Gilbert), ni siquiera ha salido al mercado".

Parece fácil colegir por tanto cuál es el problema: la anarquía imperante de la plataforma, que debería solucionarse con algún tipo de control sobre esos bombardeos de reseñas sin filtro por parte de cualquier usuario. Pero probablemente en su libertad reside su éxito. De cualquier manera, el ritmo de las controversias y los escándalos parecen estar pasándole factura a Goodreads y algunos en el mundo editorial ya señalan que su influencia está menguando.

Como indica Angela Lashbrook en un artículo publicado en Letras libres, la pelota está en el tejado tanto de Goodreads como de Amazon, que habrían de ser los encargados de solucionar este problema. Goodreads declaró en 2021 a la revista Time que estaba trabajando en una solución para mitigar los ataques y las reseñas negativas, pero no parece ser suficientemente rápido. En cuanto a Amazon, Lashbrook tiene la teoría de que podría implementar algunas soluciones sencillas para hacer que la plataforma sea genuinamente agradable. En cambio, está perjudicando activamente a la comunidad a la que se suponía que debía beneficiar. Habrá que ver qué soluciones implantan en el futuro, si es que finalmente implantan alguna.

Imagine el lector dos escenas. En la primera, una escritora de renombre decide cancelar el lanzamiento de su próxima novela porque esta se ha visto inundada de calificaciones negativas. El problema es que dichas calificaciones no se basan en nada, porque toda la gente que ha criticado su libro no ha podido leerlo aún, puesto que aún no ha salido al mercado. En la segunda escena, otra escritora (en esta ocasión amateur) decide hacerse un perfil falso e inflar a críticas negativas a todos sus rivales, perjudicándolos para así deshacerse de sus potenciales competidores.

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