Cinco libros para entender a Italo Calvino, el fabuloso escritor italiano del siglo XX

Fue el maestro de la literatura alegórica del siglo XX. Poco se supo de sus raíces, de su pasado, salvo que nació en Cuba en 1923 y que participó en la Resistencia italiana contra Mussolini, en la brigada Garibaldi. Su primera novela, El sendero de los nidos de araña (1947), retrata aquella Italia en guerra ocupada por los alemanes. Italo Calvino acabó abandonando el Partido Comunista Italiano en 1957, el mismo año en el que publicó una de sus novelas más conocidas, El barón rampante. Abandonó también el realismo de sus primeros escritos por la fábula, por las historias de nobles y caballeros, que lo convirtieron en una de las plumas más reconocidas de la literatura italiana del siglo XX. De él dijo John Updike que "fue un escritor genial y brillante que llevó la ficción a nuevos lugares en los que nunca había estado, a la vez que de vuelta a las fuentes fabulosas y antiguas de la narrativa". Murió demasiado joven, a los 61 años, en 1985. Este 15 de octubre se celebra el centenario de su nacimiento. En El Confidencial seleccionamos cinco novelas para descubrir al escritor, teórico y bibliófilo italiano.

El sendero de los nidos de araña (1947)

Italo Calvino escribió su primera novela a los 24 años, intentando exorcizar los fantasmas de la guerra -la Segunda Guerra Mundial- y transformar en ficción sus vivencias como partisano en las montañas de Liguria. En sus propias palabras, "lanzar un ataque contra los detractores de la Resistencia y otro contra los popes de una Resistencia hagiográfica en la que todo era luz y dulzura". "Con el tiempo me di cuenta de que la única manera de escribir era inventar. La ciencia ficción pura parece más remota. En Cosmicomics me acerqué a la ciencia ficción: me inspiré en temas cosmológicos y el funcionamiento del universo e inventé un personaje que era una especie de testigo de todo lo que sucedía dentro del sistema solar", explicó en una entrevista en The New York Times en 1983.

En esta primera novela, Pin, el personaje protagonista, es un chaval que se une a la Resistencia durante los últimos coletazos del conflicto. Calvino no propone un mundo de malos y buenos, sino que, a través de los ojos de su protagonista, evita discursos moralizantes y refleja a unos partisanos incompetentes y no demasiado comprometidos con la causa. Su punto de vista está atravesado por la cuestión de clase y la idea del paso de la infancia a la adultez, con un protagonista que se ve empujado a un mundo violento de hombres rudos, en el que la ideología es lo de menos a la hora de elegir bando.

El barón rampante (1957)

Los mundos alegóricos de Calvino tomaron en esta novela, una de las más conocidas, un nuevo impulso. A través de una historia de aventuras, el escritor se posicionaba en defensa de la libertad individual, de no caer en el gregarismo y en el de intentar mirar y vivir la vida desde un punto de vista que no sea el de todos los demás. Su alter - ego, el barón Cósimo, que a los 12 años decide subirse a los árboles y no bajar ya nunca más. Toda su vida girará ya entre las ramas, pero eso no le imposibilitará conocer el mundo, tal y como le cuenta a su hermano Biaggio. De hecho, participará en la revolución francesa y en las invasiones napoleónicas, ya que la historia transcurre entre finales del XVII y principios del XIX. Pero también habrá sinsabores como los que vienen del lado del amor. Su amada Viola no se quedará ahí para siempre mientras él está en los árboles sin mezclarse y viéndolo todo de forma excéntrica. Así son las consecuencias de las elecciones que cada uno toma. Y que cada lector se aplique su moraleja.

Las ciudades invisibles (1972)

Las ciudades invisibles (1972) es uno de los libros más extraordinarios de Italo Calvino. En él un viajero visionario, Marco Polo, le describe a un emperador melancólico, Kublai Kan, 55 ciudades inventadas, 55 ciudades fantásticas, todas ellas con nombre de mujer: Leonisa, Procopia, Olivia, Argia, Tamara, Zoe… Marco Polo le habla al emperador de Adelma, la ciudad de los muertos en la que cada rostro se parece al de una persona fallecida; de Ottavia, la ciudad suspendida en el abismo; de Irene, nombre de ciudad de lejos y que si uno se acerca cambia...

Pero todas esas ciudades imaginarias no sólo dan pie a un intercambio intelectual entre Marco Polo y Kublain Kan en el que ambos reflexionan sobre la memoria, la búsqueda, la pérdida o la mentira. En el fondo, las ciudades invisibles de Marco Polo son todas las ciudades del mundo. Y el libro, un gigantesco poema de amor a las ciudades cuando ya éstas comenzaban a hacerse cada vez más invivibles.

Si una noche de invierno un viajero (1979)

Se trata de un novela de culto, una novela experimental en la que Calvino abarca numerosos géneros: desde el de aventuras al apocalíptico o el de espías, por citar solo algunos. Pero, por encima de todo, es una obra que se estructura a partir de la metaficción, ya que el protagonista del libro inicia la lectura de la novela al mismo tiempo que el lector auténtico y la termina a la vez que el lector real.

El protagonista, llamado el Lector, se dispone a leer un nuevo libro titulado Si en una noche de invierno un viajero. Pero al cabo de algunas páginas se da cuenta de que a causa de un error de encuadernación no puede proseguir con la lectura del volumen. Va a la librería a quejarse y se encuentra allí con una lectora, Ludmilla, que tiene el mismo problema. Ambos, provistos del mismo nuevo ejemplar que les entregan en la librería, comienzan a leer el libro juntos, pero pronto se dan cuenta de que ese no es el libro que comenzaron a leer. Como este último libro también está incompleto, los dos van en busca del final y se topan con un tercer libro completamente diferente. Una joya.

Italo Calvino, una ardilla en Einaudi (2023)

Este libro no es de Calvino sino de Carlos Claveria Laguarda, pero nos introduce con precisión en los años que el escritor pasó como editor en la mítica Einaudi junto a otro mítico como Cesare Pavese. Son los años cuarenta en Turín y durante cinco años, codo con codo, el uno aprendió del otro la profesión estando muchas veces en desacuerdo, que es como muchas veces se aprenden la mayoría de las cosas. Por cierto que por allí también andaba como editora Natalia Ginzburg. No tenía malos corredores la editorial. Cuenta el libro que Calvino y Pavese se admiraban, que es cuando también muchas veces más surgen los choques. Calvino le copió el esfuerzo por trabajar los libros -de los otros, y eso entre escritores no es baladí- y el tener siempre entre manos un proyecto, un programa, una dirección. Calvino aprendió que todos fallamos: Pavese rechazó el manuscrito de Si esto es un hombre, de Primo Levi, convertido poco después en uno de los grandes bestsellers y testimonio del Holocausto y al que Calvino -que siempre había creído en el manuscrito- sí acabaría publicando en Einaudi en 1958. En 1950 Pavese se había suicidado y eso Calvino no lo olvidaría jamás. Como tampoco que, a veces, se podía ser humillante en la crítica a un manuscrito. Pavese soltó aquello de “una persona culta vomitaría encima de un libro así” y Calvino le escribió a otro, “me vienen ganas de emprenderte a hostias”. Como dice Carlos Clavería, “Calvino fue intransigente: solo debían publicarse libros buenos. Lo bueno, a veces, es tener a alguien que sepa cuáles son los libros buenos”. Si Calvino se levanta ahora de su tumba se vuelve a meter en ella.